Los economistas afirman que España tiene un desempleo estructural que hace que, incluso en tiempos de bonanza económica -esos que hace tiempo que no vemos- existan millones de personas que no encuentran un puesto de trabajo.
Lo más duro de esta situación es ver a jóvenes de 30 años sin haber cotizado un solo día en su vida. Encadenando becas y contratos en prácticas.
Espero de corazón que la nueva reforma laboral resuelva mínimamente el problema, aunque mi cabeza es más pesimista.
El mercado laboral ya estaba cambiando antes de la pandemia, pero esta ha hecho que esas variaciones se acentúen. Las ofertas de trabajo ya no están en los periódicos, salvo el empleo público, que continúa anunciándose en los diarios (una forma más para que estos puedan subsistir). La búsqueda de empleo para millones de jóvenes con estudios superiores está en la red.
De hecho llevo mucho tiempo recibiendo mensajes de jóvenes que buscan trabajo y que me mandan su candidatura, creyendo que está de mi mano ofrecerles un contrato. ¡Ya quisiera yo! Tengo hijas que están viviendo la misma situación y que su día a día consiste en "aplicar" -ese nuevo vocablo que ya forma parte de nuestra lengua-.
Linkedin e Infojobs son las mayores oficinas de empleo que existen en este momento. Allí las empresas buscan los perfiles que necesitan, ahí nuestros hijos filtran, seleccionan, aplican y esperan con ansiedad una respuesta que les confirme que han sido seleccionados para continuar el proceso: primero una entrevista vía Zoom/Skype/Teams, con el primer recruiter (seleccionador de personal), luego a esperar la segunda llamada que, a veces, nunca llega. Y así…
Los procesos de selección suelen pasar por varias entrevistas hasta llegar a una oferta efectiva. Para un joven con formación superior y con algo de experiencia, la propuesta puede oscilar entre los 21.000 y los 25.000 euros brutos. En Galicia no está mal, pero cuando el trabajo está en Barcelona o en Madrid, es necesario hacer muchas cuentas. Un alquiler individual es prácticamente prohibitivo en las grandes ciudades, la única opción es la de compartir vivienda.
A este desempleo estructural, se le suma ahora una crisis por la pandemia que ha dejado sectores muy tocados, inseguros y que no sabemos si se animarán a contratar personal en las nuevas condiciones de la reforma laboral. A todo ello debemos sumar una inflación disparada que encarece los precios de todo y que dificulta aun más la independencia de los que están empezando.
De más está decir que la tardía entrada al mercado laboral estable tiene como consecuencia el retraso -a veces al límite- para decidir la maternidad. ¿Cómo le vamos a pedir a una chica de 27 años que aún no ha logrado conseguir un contrato de al menos un año, que tiene que compartir piso con amigas, que se case, que se anime a un embarazo, que esté fuera del mercado laboral al menos 4 meses por una baja maternal y que luego se enfrente como pueda a la muchas veces difícil tarea de conciliar?
Antes de que llegara el Covid eran muchos los proyectos, también en Galicia, dedicados a intentar recuperar a los profesionales que marcharon en la crisis anterior. La situación económica en Galicia parecía avanzar por buen camino. Hoy, además de intentar recuperar a esos que marcharon hace años, deberíamos evitar que los que salen ahora de las facultades se vayan a su vez.
¿Podemos permitirnos que la cuarta economía europea, la 14º a nivel mundial, tenga un desempleo juvenil de un 30%?
Un informe reciente de la Fundación ISEAK indica que el 40% de los titulados en artes y humanidades trabajan en empleos que no tienen nada que ver con lo que han estudiado. En el caso de los que han estudiado ciencias, ciencias sociales y jurídicas, a 3 de cada diez les ocurre lo mismo… Y a dos de cada diez que han estudiado arquitectura o ingenierías. La paradoja es que nueve de cada diez ofertas de empleo en España se dirigen a profesionales TIC. España es uno de los países donde hay más empresas buscando talento digital, y la previsión es que la brecha entre vacantes y profesionales se acelere -al ritmo en el que avanza la propia tecnología- a una velocidad mucho mayor que cualquier reforma educativa. A este fenómeno se le ha denominado "empleo desencajado".
Un problema de calado según esta fundación, que está especializada en el análisis del mercado laboral en España y que es producto de la falta de alineación entre los estudios superiores y las necesidades reales del mercado laboral. Los datos que aporta esta Fundación nos pintan, además, un panorama sombrío: la probabilidad de que los jóvenes tengan un empleo temporal a los cinco años de terminar sus estudios se sitúa en el 40% (un problema especialmente agudo en el caso de la enfermería, ciencias de la vida o medio ambiente). Pero -aún peor- la probabilidad de tener un salario por debajo de los 1.500 euros mensuales es del 50% en ese periodo. Y con la inflación subiendo a más del 6%…