Mi vida corre demasiado rápido y eso a veces me hace pensar que me hago mayor. Otras veces pienso que me hago grande, pero son escasos segundos hasta que la vida me vuelve a recordar que apenas soy un humilde sumiller con unos conocimientos relativos sobre el vino y otros productos. Entonces vuelvo a ser pequeño y a hacerme mayor. Al final es sabiduría. La única que adquirimos sin esfuerzo. Solo con el camino de la vida, que a veces duele pero siempre enseña.
Últimamente ha habido dos eventos que me han marcado y que han hecho que pensara en la vida y en la importancia de los abrazos, que creo que a veces son protección, a veces muestra de agradecimiento por un cariño compartido y en el peor de los casos un toc toc en la espalda para la galería. De los últimos huyo. No sé darlos y me apesta recibirlos.
El primer evento fué el Forum Gastronomico de la Coruña. Llevo años siendo formador de sumilleres y aprendiendo de los alumnos tanto que si lo supieran jamás me lo perdonarían. En este Forum sucedieron dos cosas (entre muchas otras). La primera fue la entrega de diplomas para los alumnos que se graduaban en el instituto Galego do viño. Desde el principio me emociono cuando se van. La sensación es rara. No quiero que se acabe y a la vez tengo la necesidad de que lleguen otros.
Que esto suceda es bueno para todos, pero el vínculo creado, eso es demasiado grande para explicarlo en un artículo. Me enamora verlos crecer por encima de mí. Que me superen, me emociona saber que son infinitos porque de alguna forma he sido una pequeña parte de ese salto y eso alimenta mi ego más que los méritos propios.
En estas entregas los abrazo a todos hasta quedarme vacío. Tan vacío que no puedo estar más lleno. Y pasan los cursos y me hago mayor.
Lo siguiente que pasó en este primer evento fue la charla de Pitu Roca. ¡Increíble! Parecía que no quería enseñar nada y el mensaje era de tal magnitud que todos salimos con la sensación de querer sentir más lo que hacemos y de llegar a nuestro puesto de sumiller a ser la mejor versión de nosotros mismos. Y eso sin que pareciera que él tuviera la intención de enseñar. Porque esa es la auténtica elegancia, poner en valor sin presumir. Luchar por un avance sin gritar. La elegancia y la lucha. La prosa de Perez Galdós, los trazos de Boldini o la Música de Bowie, elegancia para el cambio. Eso fué Pitu en la charla y así lo imagino en el servicio del Celler.
En un momento de su charla mencionó la importancia de la emoción en la sala y puso en valor mis abrazos, los que hacía minutos había dado o recibido (espero que las dos palabras sean igual de válidas). Ahí supe que el camino era ese. Y decidí quedarme con ese mensaje y practicarlo como si nada más importara. Ya lo hacía, pero cuando lo corrobora el que sirve, el que bebe asiente y aprende. La resaca emocional del Forum ha sido y es perenne y eso es lo mejor que tiene.
Días después me vi inmerso en el otro evento que me dejó también con reflexiones con las que aún trabajo mano a mano. La vinoteca el Lagar de Burgos hacía su feria anual. Quiero explicar esto porque no quiero que "feria anual" suene como si un evento más allí sucediera. Volvieron los abrazos. Los abrazos de verdad. Pero no míos, o no solo míos. Allí el vino era el hilo conductor de la amistad, el respeto y la admiración. Había tanta gente queriendo saludarse y compartir conocimiento "vino mediante" que parecía que estábamos celebrando algo histórico. Y así era.
Cuando me dispongo a escribir siempre lo hago sobre vino, y este texto aunque hasta ahora no lo parezca no va de otra cosa. Paco Berciano, Maribé Revilla y su equipo de abrazos verdaderos han hecho en esta fiesta que todos y cada unos de nosotros disfrutáramos de cada trago y lo sintiéramos especial. Y sí, eso es el vino. No son marcas ni números. Son personas. Personas detrás de proyectos que consiguen emocionarnos y a los que jamás daré la espalda, porque ellos son los auténticos revolucionarios que han cambiado el trago por la sensación. Creo que eso es motivo para adorarlos en cadena perpetua.
En este evento estaban muchos de los bodegueros más potentes de España a nivel mundial. Y los que bebíamos los minutos éramos conscientes de la importancia de lo que allí sucedía. Cuánto se aprende de las personas que llenan la copa de anécdotas, de cultura de una zona y de datos objetivos sobre la realidad de sus viñas.
Qué falta hacen días así para que el mundo del vino avance con calma y con firmeza hacia una época con más valor, más patrimonio, más conocimiento y más respeto. Qué falta hacen las charlas, los vinos, los encuentros, las despedidas que siembran reencuentros, los tragos que se convierten en sensaciones y los abrazos sinceros, porque esto es vino y no hay más vino que esto.
Quiero acabar este texto dando gracias a todas las personas, que al igual que estos ejemplos anteriores, son vanguardia. Porque si no hay cambio y todo se para, se necrosan las ganas de crecer. Porque los que llegamos hace un tiempo y los que llegan ahora necesitan esta mano que les ayuda a subir a una azotea donde se ve todo con más claridad, con más calma, con una belleza que no existe si no te ayudan a educar los ojos. ¡imprescindibles!
Beban con moderación en el sorbo, pero nunca en el sentimiento. Hasta pronto.