La Navidad de Vigo de 2019 supuso un antes y un después para las fiestas navideñas de los habitantes de la ciudad olívica. Si bien el Gobierno municipal llevaba años trabajando por convertir estas fechas en un nuevo icono de la urbe, el año previo a la pandemia se constató el interés que los millones de leds, los villancicos o una noria gigante en medio de la ciudad podía suscitar, no solo entre los vigueses, sino entre visitantes y turistas de todos los rincones de España.
Ni una crisis sanitaria global pudo evitar que Vigo brillara más que ninguna otra en Navidad, y aunque no fueron navidades completas las del 20 y el 21, el proyecto siguió fraguándose en las dependencias del Concello para ir creando, año a año, la mejor Navidad posible para Vigo, o al menos, para su principal impulsor: el regidor vigués, Abel Caballero.
Las primeras noticias de la Navidad viguesa las recogemos los medios de comunicación locales en el mes de agosto, una foto con la instalación de las primeras luces que lleva años abriendo el melón de la duración de estas fiestas en la localidad. Y aunque la foto veraniega no es mucho más que un recordatorio marketiniano, el debate se recrudece con la llegada de las fiestas y con cada año que pasa.
Vecinos del centro de Vigo se están constituyendo en asociación para darle forma a sus protestas: salones de viviendas que parecen discotecas, conductores que se juegan casi el tipo para llegar a sus garajes, altavoces junto a oficinas en las que concentrarse es misión imposible y otras complicaciones, pero la principal crítica, su duración excesiva. Y es que al funcionamiento oficial de la Navidad (enmarcado en los actos de encendido y apagado de las luces) hay que sumar un montaje y desmontaje que dura semanas y que hace los horrores de algunos vigueses.
Y como siempre hay opiniones contrapuestas, son muchos también los que apoyan la iniciativa viguesa y piden aún más Navidad -si es que esto fuera posible-. Por ellos, muchos comerciantes y hosteleros de la ciudad, Caballero decidió retrasar este año el apagado una semana, diciendo adiós a los 11 millones de leds, el pasado 15 de enero. No así a los numerosos elementos navideños que conforman la larga celebración viguesa, algunos de los cuales dejaron rastro hasta el mes de marzo en las pasadas fiestas.
La Navidad se irá diluyendo durante las próximas semanas en la ciudad olívica, que recupera paulatinamente sus calles y su halo de normalidad… hasta la próxima temporada. ¿Más y mejor? Probablemente solo para algunos.