Los espacios compartidos de trabajo o coworking se han puesto de moda en los últimos años, e incluso desde la pandemia resultan una opción para aquellas personas que tienen que teletrabajar y prefieren hacerlo fuera de casa.

No obstante, al tratarse de espacios compartidos, muchos se preguntan qué ocurre con el riesgo de contagio: ¿están suficientemente ventilados? ¿Se desinfectan con la misma frecuencia que cualquier oficina? ¿Al haber más rotación de gente existe un mayor riesgo de contagio?

Las respuestas son diversas, aunque todos los espacios han adoptado medidas preventivas similares: los locales más grandes han podido reubicar puestos de trabajo, los más pequeños solo han podido reducirlos; los más diáfanos pueden permitirse ventilación natural, pero algunos deben optar por la artificial; y la afluencia de trabajadores no es la misma en todos los coworkings.

Además, la incertidumbre económica y las dificultades de movilidad actuales presentan dos caras bien distintas de una misma moneda: hay espacios que han perdido coworkers y están empezando a no ser rentables; y están los que han sabido (y podido) adaptarse, que no solo no han perdido clientes sino que han aumentado su ocupación.

Si hay distancia social no hay rentabilidad

Así de claro habla David Vilariño, uno de los socios de Rosalía Conetworking en Vigo, que dice que con las nuevas medidas de seguridad es imposible que el coworking sea un negocio rentable. "Obviamente nosotros estamos aplicando todas las medidas anti-covid que nos exigen, pero si tenemos que dejar dos metros de distancia entre cada puesto de trabajo es imposible que tengamos los ingresos suficientes para sacar rendimiento al negocio".

Porque un espacio coworking es eso: un negocio. Y si en el negocio entran la mitad de ingresos habrá muchos menos beneficios. "Además de que hemos reducido los aforos, mucha gente no ha vuelto después del confinamiento, bien por miedo o bien por la incertidumbre que muchas empresas tienen con respecto a sus propios ingresos", lamenta David. Lo que piden son incentivos fiscales o económicos al Gobierno, pues "si siguen apretando sin facilitarnos nada acabaremos teniendo que cerrar".

Las medidas preventivas funcionan

Alberto Jiménez es uno de los socios de Peregrina25, en el centro de Pontevedra. Cuenta a Treintayseis que hace unas semanas tuvieron un contagio entre los coworkers, "pero las medidas demostraron ser eficaces, porque nadie más resultó contagiado. Esa persona nos lo comunicó en cuanto lo supo y tomamos precauciones adicionales, pero no hubo más positivos".

Peregrina25

Cuentan con normas estrictas, como exige el Gobierno, como la reducción de aforos o la separación entre puestos de trabajo. "Ahora mismo estamos completos porque tenemos ya el 50% de los puestos ocupados, si nos llama alguien más le tendremos que decir que no tiene espacio", dice Alberto.

También cuentan con mamparas de división entre puestos y ventilación natural permanente, aunque admiten que no saben qué harán cuando empiece a llegar el frío. "No queremos adelantarnos porque todo cambia muy rápido, hacer una inversión en un sistema de ventilación ahora y que en dos semanas cambien las medidas es algo muy arriesgado".

Creciendo cada día más

"Contamos con un espacio muy grande, de casi 500 m², y eso nos ha permitido habilitar otros espacios para reubicar los puestos de trabajo", Alejandro Marcos es uno de los gestores de DinamoCoworking en Vigo. Habla de espacios que tenían destinados a eventos o cursos, que han tenido que remodelar para cumplir con los requisitos de distanciamiento social sin perder puestos de trabajo.

Lo bueno que tienen, afirman desde este espacio, es que "somos un bajo y tenemos escaparates de 15 metros, puertas, ventanas… esto nos permite tener ventilación natural todo el tiempo". Aun así, los coworkers están obligados a llevar mascarilla, a menos que utilicen despachos privados (que son individuales).

Dinamo es de los pocos locales que ha aumentado su número de usuarios durante este año, aunque ha habido algo de rotación. "Hemos perdido algunas empresas, porque han cerrado o porque han prescindido de algunos empleados; pero también hemos atraído a empresas que ya no necesitan oficinas grandes o a nuevos teletrabajadores", cuenta Alejandro.

El plan para el año que viene es seguir creciendo, "actualmente estamos al 75%-80% de nuestra capacidad, y con los espacios que vamos reconvirtiendo poco a poco seguimos aumentando los puestos, siempre dejando la distancia de seguridad necesaria entre coworkers".

El perfil de coworker ha cambiado

"Ahora hay más gente que trabaja para grandes empresas de Madrid o Barcelona, que son gallegos y se han vuelto a vivir aquí tras la pandemia y prefieren teletrabajar en un coworking". Carlos Gallardo, cofundador de Planeta29 en Pontevedra, dice que ellos sí que han visto rotación en sus clientes, pero ya casi están en las cifras de puestos ocupados que tenían antes de marzo.

En este espacio han limitado los aforos de las salas comunes y han instalado mamparas, aunque la separación entre puestos de trabajo no ha variado porque ya estaban muy distanciados antes de la pandemia. "Estamos cumpliendo todas las medidas de prevención que exige la ley, y adicionalmente hemos instalado purificadores de aire para las zonas comunes", dice Carlos, que asegura que también mantienen la norma de llevar mascarilla todo el tiempo.

Lo que más notan es que la demanda ha crecido desde septiembre, sobre todo por ese nuevo perfil que describía. "Seguimos teniendo a nuestros clientes habituales, pero también hemos notado que la curiosidad está aumentando. Contamos con que el año que viene sigamos sumando coworkers, también de empresas que busquen un espacio en el que ahorrar costes, además de estos nuevos teletrabajadores".