Una apertura a la altura de la ocasión. Vialia Vigo abría sus puertas a un millar de invitados con autoridades, prensa y empresarios en una jornada que difícilmente se olvidará en la ciudad. Los actos comenzaban a las cinco de la tarde con su parte más institucional. Abel Caballero, Ethel Vázquez, Isabel Pardo de Vera y Manuel Teba desglosaban las bondades de los 30.000 metros cuadrados de superficie comercial.
Los representantes de Concello, Xunta, Ministerio y nHood destacaron el largo camino de colaboración público privada que, tras 15 años de trabajos, ha desembocado en la inauguración de "una catedral del S.XXI". El complejo diseñado por Thom Mayne -por empeño personal del alcalde- supone el primer hito del Vigo post-pandémico. Y aunque no todas las marcas abrirán sus puertas mañana al público (sí la mayoría), las oportunidades e ilusiones que nacen desde este histórico 29 de septiembre son más que palpables.
El regidor vigués se mostró entusiasmado e incluso emocionado ante la culminación de uno de sus proyectos más deseados en la transformación de la ciudad y se deshacía en elogios a aquellos que colaboraron en el mismo, "prefiriendo olvidar las zancadillas", apuntó.
Los invitados pudieron recorrer las tres plantas del centro, incluyendo buena parte de la plaza pública superior. Pero fue la Food Court, sede de los actos y las cadenas de hostelería, la que centró todas las miradas. Presidida por el Faro de 20 metros con toboganes que emula el construido por los romanos en Teis, cuenta con un escenario que si bien hoy fue monopolizado por la inauguración, contará con actuaciones semanales.
Una gran fiesta
Pasadas las 20 horas, tomaban el testigo de la inauguración el humorista Miguel Lago y la periodista Paula Montes. En un tono más distendido repasaron todas las prestaciones del centro: su decoración, el proceso de construcción y lo que está por llegar.
Caballero, aún emocionado, continuó el pregón para un público ataviado para la ocasión: tacones, trajes, pajaritas y vestidos de gala dominaban la plaza del Taco Bell, KFC, McDonald’s o Popeyes.
Al término del mismo comenzaba un pincho para todos los asistentes en la planta baja. Mejillones, pulpo o vinos del país culminaban una velada que ninguno de los asistentes olvidará mientras continuaba la música en directo por los altavoces.