Monasterio de Santa María de Oia.

Monasterio de Santa María de Oia. Concello de Oia

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Ni Cangas ni Nigrán: este es el pueblo costero desconocido cerca de Vigo que ha preservado su singularidad

Escondido entre la Serra da Groba y la desembocadura del Miño, este municipio se ha convertido en uno de los mejores remansos de paz de las Rías Baixas

22 mayo, 2024 12:32

Las Rías Baixas son un destino turístico que se ha revalorizado en los últimos años gracias a sus playas de arena blanca y la tranquilidad de sus pueblos, una paz que se ha visto truncada precisamente por la creciente popularidad de este enclave. Pequeñas localidades como Cangas, Nigrán, Baiona o incluso la parroquia de Combarro (Poio) llegan a masificarse en agosto, por lo que cada vez más es necesario encontrar lugares más desconocidos también en las Rías Baixas.

Es el caso de una de las joyas del sur de la provincia, una localidad bañada por el Atlántico más agreste, lejos del abrigo de la ría de Vigo y con las olas como protagonistas de gran parte de sus paisajes y sonidos. Entre el océano y la Serra da Groba, desde cabo Silleiro hasta la desembocadura del Miño, se enmarca un pequeño municipio que, por desconocido y tranquilo, se erige como uno de los misterios por descubrir de las Rías Baixas.

Se trata de Santa María de Oia, una localidad que roba a la roca granítica gallega paisajes tan espectaculares como sus pozas, y que alza frente al mar un imponente monasterio que constituye uno de los vestigios más importantes de la arquitectura del siglo XII en Galicia. La fortaleza emplazada al borde del océano cuenta con elementos arquitectónicos románicos, góticos y barrocos, fruto de las reformas desde su construcción hasta el XX. Fue uno de los refugios importantes, con su hospital, en el Camino portugués de la Costa a Compostela, que todavía hoy sigue siendo contemplad por decenas de peregrinos que realizan esta ruta cada año.

También destacan en el municipio varios restos arqueológicos, como los grabados rupestres de Figueiredo o Laxe da Auga dos Cebros, que, sobre una piedra inclinada en el río de Vilar, dibuja casi una veintena de figuras de cuadrúpedos y una embarcación de 160 centímetros de eslora y posibles figuras de tripulantes. En el interior de la localidad se puede disfrutar de las pozas de Loureza, Pedra Escrita o Laxe Cruzada, aunque las más conocidas son las de Mougás, resultado de la confluencia de dos arroyos que ofrece espectaculares saltos de agua en épocas de lluvia y unas magníficas piscinas naturales en verano.