Bautizado por el escritor Álvaro Cunqueiro como el país de los mil ríos, lo cierto es que no existe un sólo rincón del territorio gallego que no se encuentre atravesado por algún curso fluvial. Esta tierra mágica y verde enclavada frente a las aguas del Atlántico se perfila en su cara más interior entre grandes y pequeños sistemas montañosos. De estas zonas altas brotan cientos de ríos que durante su descenso cruzan un sinnúmero de pueblos, valles y frondosos bosques hasta llegar al mar, dando forma en los diferentes recorridos a unos paisajes de extraordinaria belleza. En el corazón de las Rías Baixas, uno de esos idílicos escenarios se sitúa a poco más de media hora en coche del centro de Vigo, en la conocida como Ruta do Xabriña PR-G 119.  

Esta extensa senda fluvial presume de un enorme valor natural y etnográfico, siguiendo los márgenes del río Xabriña ―importante afluente del río Tea― a lo largo de 17 kilómetros entre los límites del municipio de Covelo. A pesar de su considerable longitud, se trata de una ruta de baja dificultad y sin apenas desniveles (con una altitud mínima de 345 y máxima de unos 680 metros). No obstante, también es importante mencionar que existe algún que otro tramo del recorrido que presenta escalones y zonas resbaladizas, por lo que es recomendable extremar la precaución sobre todo en época de lluvias. Al margen de la riqueza natural y paisajística de la senda, la Ruta do Xabriña también esconde en su itinerario un gran número de puntos de interés, entre ellos un cruceiro y peto de ánimas, un antiguo lagar de cera, puentes medievales e incluso varios molinos de agua. 

Por la ribera del río Xabriña

Lagar da Cera de Paraños, Covelo. Favum

El punto de partida de esta ruta homologada se encuentra en la parroquia de Paraños, en una plaza arbolada donde existe una zona de aparcamiento a escasos metros de la antigua carretera N-120. De hecho, los primeros pasos de esta senda transcurren entre las callejuelas de la aldea covelense de Portocortiñas. Es precisamente en el entorno de este pueblito donde se ubica el antiguo Lagar da Cera restaurado, un curioso lugar en el que antaño se elaboraban velas y exvotos de cerca. Merece la pena detenerse en este espacio reconvertido en museo, pues en su interior los visitantes podrán conocer un poco más sobre su historia y observar en primera persona cómo se realizaban los citados productos. Desde el espacio museístico el camino continúa avanzando por este entorno rural hasta llegar a un cruceiro y un peto de ánimas, elementos de la tradición popular ubicados poco antes de la iglesia de Paraños y la fuente de Margarita. 

Una vez dejamos atrás la aldea covelense, la senda fluvial se adentra en un frondoso bosque de ribera en dirección al río Xabriña. Siguiendo la estela de este riachuelo el senderista podrá encontrar un primer conjunto de molinos, formado por el de Fundego y Recoucón, así como también un pequeño puente de piedra. No obstante, estas no serán las únicas construcciones típicas que podremos ver en la Ruta do Xabriña, pues la senda fluvial está repleta de molinos en ruinas. Al margen de estos auténticos símbolos de la moliendo y tras descender unas escaleras de madera hasta orillas del río nos encontraremos con otro de los elementos destacados más destacados de este trayecto, la conocida como Fonte da Fame, bautizada con dicho nombre porque al parecer sus aguas son capaces de despertar el apetito de quien las beba. Muy cerca del manantial se localiza también el molino de Las Medelas, por cuyo interior continúa avanzando el sendero.

Molino en ruinas del Xabriña. Google Earth

A pesar de que la gran mayoría de los molinos de esta ruta se encuentra en estado ruinoso, la ribera del río Xabriña también alberga alguna que otra joya etnográfica en funcionamiento. Este es el caso del molino da Ponte o el de Paquito, ya que ambas construcciones han sido rehabilitadas y mantienen sus mecanismos a pleno rendimiento. La Ruta do Xabriña continúa avanzando entre rápidos, pequeños saltos de aguas, puentes y hasta piscinas naturales (como la de Brea) hasta llegar al Pozo do Demo. En este enclave boscoso es posible observar un corto cañón fluvial, con las cascadas y pozas que se forman desde la parte más alta del camino o incluso desde un mirador situado ya en una zona del itinerario de regreso. 

Esta senda fluvial covelense también se sumerge en la naturaleza de la Fraga das Millariñas y la Fraga das Chozas antes de alcanzar el pueblo de A Bouza. En esta aldea es posible tomar un desvío para observar el conjunto etnográfico do Campado y, más adelante, también al mirador de Cotos de Bouza. Ya desde la aldea de Corzos el itinerario comienza su descenso para poner de nuevo rumbo al Xabriña y el pueblo de A Lamosa, en el cual también es posible divisar varias eiras y lagares de cera, así como petos de ánimas y el llamativo templo de San Bartolomé. La última bajada hacia el afluente del Tea atraviesa el puente de Folón y una frondosa arboleda de robles hasta las cercanías del Pozo do Demo.