En la búsqueda constante de espacios naturales a lo largo y ancho de Galicia nos topamos con una de las rutas de senderismo más demandadas de la provincia de Pontevedra, que aúna en su recorrido distintos elementos de gran valor etnográfico y paisajístico. Es la PR-G 94 Ruta dos Muíños do Folón e do Picón, que nos permitirá disfrutar de un agradable paseo por los molinos del mismo nombre, hoy declarados Bien de Interés Cultural.
Para alcanzar el punto de inicio del sendero nos dirigiremos por la PO-552 desde Tui a A Guarda, tomando el desvío de la PO-3302 hasta O Rosal. Desde allí se accede hasta Ponte das Penas y siguiendo las indicaciones llegaremos a los molinos de O Folón, donde hay un Centro de Información de visitantes en el que pedir más datos sobre la visita.
Hay que tener en cuenta que la ruta que abarca los molinos es breve, de sólo 3,5 km, pero tiene un gran desnivel, por lo que conviene calzarse de forma adecuada para realizarla. Esta ruta, circular y de dificultad media, se puede alargar hasta los 18 kms tomando un desvío, pero esta parte no está correctamente señalizada.
A lo largo del recorrido nos iremos encontrando los molinos do Folón e do Picón, un numeroso conjunto formado por 67 molinos con la peculiaridad de estar dispuestos en cascada en la ladera del monte Campo do Couto. Son de propiedad privada, aunque cedidos al Concello de O Rosal para su mantenimiento y explotación como atractivo turístico.
Los molinos están construidos en piedra, están numerados y tienen distintas marcas y señales de cantero (cruces e inscripciones) en los dinteles, jambas y umbrales de sus paredes. Es posible que esto se deba tanto a pretender marcar la propiedad de la edificación como a una función protectora de la misma. Los molinos más antiguos datan de principios del s. XVIII, aunque también hay algunos del s. XIX, y entre ellos destacan los números 11 y 17, que se datan en 1702 y 1715. Algunos documentos históricos ya mencionan la existencia de estos ingenios hidráulicos en el s. XVII.
No todos los molinos son iguales, ya que algunos albergan cuadras y cobertizos para guardar a los animales o argollas para mantenerlos atados, mientras otros sólo tienen en su interior las muelas para moler el grano. Algunos de sus antiguos dueños todavía siguen usando los molinos para estos menesteres pero la mayoría sólo estuvieron activos hasta 1925, cuando llegó la electricidad a la zona. A partir de los años 40 el conjunto etnográfico cayó en el más absoluto abandono, hasta que en los años 90 un historiador “redescubrió” los molinos y reparó en su importancia cultural y así comenzó su recuperación, de tal manera que en 1998 fueron nombrados Bien de Interés Cultural por la Xunta de Galicia.
El ascenso desde O Folón se hace cruzando pequeños puentes de madera que atraviesan el río y en su tramo superior, entre los molinos 16 y 36, encontramos una bonita cascada que contribuye a hacer el paisaje todavía más bucólico, si cabe.
Una vez alcanzada la cima, en Chan de Cereixeira, nos espera una magnífica panorámica del Baixo Miño con su desembocadura, el Monte de Santa Trega y, de fondo, el vecino Portugal. En las proximidades del descenso de los 31 molinos do Picón hay un desvío que nos lleva hacia la ermita de San Martiño, en la que cada mes de noviembre se celebra una romería y una procesión que recorre el Camiño dos Frailes. Conocida también como Sendeiro do Carro, esta senda va rodeando algunos molinos y en ella se pueden ver los surcos que fueron dejando en la misma roca los carros de los frailes a lo largo de los años
La Ruta dos Muíños do Folón e do Picón es una buena opción para disfrutar de la naturaleza, pero también para entrar en contacto con una parte de la cultura tradicional gallega en el ámbito rural que conviene conocer y respetar: nos hallamos, sin duda, ante una imagen única en Europa.
Emma Sexto