Situado en la ribera norte de la ría de Pontevedra, a medio camino entre la ciudad de Pontevedra y los extensos valles del Salnés, el municipio de Poio conforma uno de los destinos con más encanto de las Rías Baixas. Se trata además de un rincón con una diversidad natural, paisajística e histórica ―y por supuesto, gastronómica― capaz de conquistar a todo viajero que llega por primera vez a este territorio. Y si bien es cierto es que uno de los grandes atractivos turísticos se encuentra en el pueblo marinero de Combarro (donde los hórreos miran al mar), lo cierto es que esta localidad costera del sur de Galicia esconde entre sus límites otros muchos lugares mágicos que también merecen la pena descubrir, entre ellos un pedacito de América en forma de bosque de secuoyas o unas pequeñas cascadas ocultas entre la vegetación a los pies del Monte Castrove.
El sistema montañoso de Castrove alcanza una altura máxima de más de 600 metros y sus vertientes se encuentran orientadas tanto hacia la ría de Arousa como hacia la de Pontevedra, por lo que el entorno de su cumbre constituye una auténtica ventana abierta al espectacular paisaje de las Rías Baixas. Pero más allá de la riqueza visual de este escenario de ensueño, por sus laderas discurren las aguas del río do Pereiro, en cuyo recorrido se han ido formando numerosos rápidos y saltos de agua enmarcados entre frondosos bosques atlánticos y antiguos molinos. Lo cierto es que As fervenzas do Pereiro se localizan muy cerca de la popular villa de Combarro y sin embargo, estas pequeñas cascadas y pozas todavía son para muchos un tesoro natural oculto a los pies del Monte Castrove.
Senderismo entre naturaleza y etnografía
A penas uno o dos kilómetros de distancia separan el principio y final de esta ruta al corazón de las Fervenzas do Pereiro en Poio. Sin embargo, y a pesar del reducido tamaño y la sencillez del mismo, nos encontramos ante un recorrido agreste y repleto de encanto. El punto de partida de la senda se localiza en el entorno de O Pereiro de Abaixa, concretamente en un lugar conocido como A Banda do Río y muy cerca de la Ponte Vella. Es importante destacar que esta ruta que remonta al río que nace en el Monte Castrove ―y salva un desnivel de alrededor de 320 metros― avanza en su primer tramo por el margen derecho del riachuelo do Pereiro, atravesando la ribera del río en varias ocasiones por pequeñas pasarelas de madera.
De hecho, y antes de alcanzar la primera de las cascadas, podremos observar en nuestro camino los restos que todavía se mantienen en pie del antiguo Muíño da Boneira, una joya abandonada que recuerda la tradición y la cultura popular existente en toda la zona en torno a la actividad de la molienda. Una vez dejamos atrás esta construcción típica y cruzamos la Ponte da Fervenza nos encontraremos de nuevo con algunos restos de viejos molinos hidráulicos tras haber caminado ya cerca de 475 metros. Esta es la última parada antes de descubrir uno de los rincones más mágicos de esta ruta de senderismo por las faldas del Monte Castrove: la Fervenza de A Pindilleira, que con sus siete metros de caída libre es la más pequeñas de las dos que conforman el conjunto de cascadas do Pereiro.
Este primer gran salto de agua se muestra como la antesala de una bonita zona de rápidos donde la vegetación se hace cada vez más salvaje y abundante. Tendremos que alcanzar la Ponte do Fentoso y atravesar este penúltimo paso a nivel de madera para poder llegar hasta los pies de la majestuosa cascada de Pereiro. Con sus modestos pero poderosos diez metros de altura, la Fervenza da Freixa Alta resulta todo un espectáculo visual para los sentidos. Una caída libre de agua espectacular que se mantiene escondida y alejada de los ojos del turista entre densos bosques de carballos, acacias, castaños e incluso eucaliptos.
Otros atractivos cerca de las cascadas
Más allá del mágico pueblo de Combarro y el emblemático Monasterio de San Xoán de Poio, esta localidad costera de las Rías Baixas todavía esconde algún que otro rincón de gran interés para el turista. Sin ir más lejos, junto a la desembocadura del río do Pereiro y la playa de Area da Seca se enmarca un área recreativa de gran belleza y singularidad conocida como el Parque da Memoria. Lo más curioso de este lugar es que el cojunto arquitectónico fue ideado por un Nobel de la Paz, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, como un homenaje a la emigración en la villa natal de su padre.
Este parque en la zona de A Reiboa goza de una panorámica perfecta a la pequeña isla de Tambo, además de presentar una armonía perfecta entre el arte y la naturaleza. De hecho, toda la zona ha sido dotada de amplios paseos, instalaciones deportivas y varios conjuntos escultóricos. Además, en uno de los márgenes del parque también se emplaza otra caminata que sigue los pasos de la molienda, la Ruta de los Molinos da Freixa. Y si continuamos el trazado costero en dirección a la Boa Vila, la senda litoral de A Seca ofrece una estampa de los más idílica del grueso de la ría de Pontevedra.