Galicia alberga en todo su litoral auténticos tesoros en forma de paraísos repletos de historia y naturaleza. En plenas Rías Baixas, uno de esos mágicos destinos se enmarca a medio camino entre las grandes urbes de Vigo y Pontevedra, en la conocida como península do Morrazo. Allí se encuentra una de las rías gallegas más bonita y desconocida (aunque cada vez menos) de todas cuantas existen: la ría de Aldán. Este enclave natural destaca por su sosiego y naturaleza salvaje, con una costa salpicada de arenales vírgenes, pintorescos pueblos y hasta bosques atlánticos de enorme belleza.
Lo cierto es que la gran riqueza histórica y paisajística de este rincón del sur de Galicia es capaz de atraer las miradas curiosas de cientos de viajeros que llegan hasta el lugar por primera vez, descubriendo un paraíso terrenal que se extiende desde el entorno de Cabo Udra, en Bueu, hasta el extremo sur de Punta Couso, ya en los límites de la localidad de Cangas do Morrazo. Y es que más allá de la belleza natural e intrínseca de la ría de Aldán, esta costa ha sido escenario de grandes momentos de la historia marítima, desde catastróficos naufragios hasta trascendentales batallas navales.
Entre paseos marítimos y playas paradisíacas
El centro neurálgico de la ría de Aldán se concentra en el entorno de la parroquia del mismo nombre, desde la Alameda de la villa y la Torre de Aldán hasta el entorno final del muelle de pescadores. La vista de la bahía desde este punto resulta cambiante en función de las mareas, pues se trata de un enclave propipicio para el cultivo de moluscos como la almeja. Además, la estampa de los pequeños barcos varados en la arena durante las mareas bajas conforma una de las fotografías más icónicas y pintorescas de este pueblo del Morrazo.
Pero sin lugar a dudas uno de los elementos más destacados y valorados de la ría de Aldán son sus arenales paradisíacos, que por su ubicación privilegiada constituyen enclaves totalmente recogidos del viento y los fuertes oleajes. De hecho, una de las más sosegadas y calmas se encuentra situada justo al fondo de la ría: la playa de Vilariño, en cuyos límites arenosos desemboca un pequeño riachuelo. En el trazado costero que avanza desde la base de la ría hasta Punta Couso se concentran playas como las de A Testada, Arnelas, Pinténs, Castiñeiras o Area Brava entre otros. Uno de los más interesantes es Pinténs, pues más allá de su belleza natural, se trata de un entorno repleto de historia. Por lo general en el lugar suelen fondear embarcaciones tradicionales de pesca y además también se han encontrado restos de varias piscinas romanas. Por su parte, en el litoral que se extiende desde Cabo Udra se encuentran paraísos tan increíbles como los de Ancoradoiro, Lagos, Area do Bon, Lagoelas, Menduíña, Francón o Areacova.
El Bosque encantado
Este rincón de la península do Morrazo también esconde uno de los mayores tesoros naturales de las Rías Baixas: el Bosque Encantado de Aldán, también conocido como finca de Frendoal. Lo cierto es que la magia de este lugar recae en su propio abandono, en la historia de un antiguo pazo que el tiempo y la naturaleza abriéndose paso han convertido en espacio para la fantasía. Para encontrar el Bosque Encantado de Aldán tan sólo habrá que seguir los pasos del río Orxas, atravesar un antiguo lavadero y alcanzar la monumental puerta que da acceso de forma simbólica a la antigua finca que esconde en su interior un castillo medieval en ruinas con su fosa y pequeño puente levadizo, un llamativo acueducto y un espléndido bosque atlántico.
El pazo en cuestión hunde sus raíces en la década de los años sesenta, cuando la propiedad fue levantada por la familia de los Conde de Canalejas para tener su propia residencia de recreo y bosque privado. De hecho, en los alrededores de la fortaleza todavía se puede intuir lo que en el pasado habría sido un campo de croquet. Muy cerca del castillo, siguiendo el sendero y el curso fluvial del río los visitantes también podrán observar la silueta de un acueducto que abastecía de agua tanto al pazo como a las tierras de los Condes, bautizado con el tiempo como el Arco de la Condesa.
Ruta de los molinos del río Orxás
Si bien es cierto que en Aldán desembocan las aguas del río Orxas, la realidad es que esta ría no es realmente una ría en su definición más precisa. Por lo general estos grandes estuarios están formados por la erosión de un curso fluvial, pero en esta caso conforma un entrante profundo en la costa de la ría de Pontevedra. La ensenada que se forma en este extremo de la península do Morrazo abarca el entorno de las de la playa de San Cibrán o Vilariño. De hecho, antaño también existieron unas marismas en la zona, si bien en la actualidad tan sólo se conserva un canal y una pequeña laguna donde se puede observar la presencia de nutrias.
Pero más allá de la orografía litoral de la ría de Aldán, uno de los rincones con más encanto se adrentra desde la misma siguiendo el curso fluvial del río Orxas a lo largo de 5 kilómetros (ida y vuelta) entre bosques atlánticos y antiguos molinos. El punto de inicio se encuentra en las proximidades del paseo marítimo de Aldán, atraviesa parte del casco urbano y avanza a través de un pequeño puente medieval que nos conduce hasta el entorno de un viejo lavadero. Cabe destacar que este itinerario también recorre el ya citado Bosque Encantado. Una vez dejamos atrás este mágico enclave podremos observar diferentes elementos de la arquitectura popular gallega como hórreos, fuentes y cruces. En los últimos tramos del recorrido es cuando empezaran a surgir las siluetas de algunos molinos cubiertos por la maleza y otros en mejor estado de conservación.
El famoso cruceiro do Hío
Uno de los cruceiros más famosos de toda Galicia se encuentra enmarcado en el corazón de la península do Morrazo, ubicado frente a la iglesia parroquia de San Andrés, en los límites territoriales de Cangas y con el horizonte marino de la ensenada de Aldán como telón de fondo. La fama del conocido como cruceiro do Hío se debe tanto a su belleza como singularidad, catalogada como un auténtica joya del arte barroco. Lo cierto es que en la estructura y silueta de dicho monumento religioso pueden llegar a observarse más de 30 personajes que representan el ciclo bíblico desde Adán y Eva hasta la Redención.
Este cruceiro gallego fue esculpido en el siglo XIX, alrededor del año 1872. Sobre su creador se ha especulado mucho y de hecho, algunas voces atribuyen su autoría a José Cerviño García mientras otros apuntan a Ignacio Cerviño Quinteiro como su verdadero autor, ambos canteranos y escultores originarios de Aguasantas, en Cotobade. En cualquier caso, el monumento fue construido en un sólo bloque de piedra granítica (a excepción de algunas figuras añadidas) y erigido sobre una pequeña escalinata sobre la que se afianza la mesa que sostiene al fuste.