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El truco que tienen las abuelas gallegas para congelar y preparar el marisco para las Navidades: nunca falla
- El mes de diciembre es la época perfecta del marisco. Sin embargo, su precio no suele ser económico. ¿Cómo podemos conseguir que el marisco congelado sepa como el fresco?
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El marisco es uno de los grandes protagonistas de las mesas navideñas en Galicia, y su popularidad durante estas fechas tiene raíces tanto culturales como gastronómicas. La abundancia y calidad del marisco en las costas gallegas, junto con su asociación con celebraciones especiales, hacen que sea un símbolo de lujo y tradición en la Navidad gallega.
Durante diciembre, los mercados gallegos se llenan de productos frescos directamente traídos de las lonjas, lo que fomenta la tradición de comprar y preparar mariscos en casa para las cenas y comidas festivas.
Sin embargo, los precios del marisco fresco suelen ser elevados, por lo que las abuelas gallegas tienen varios trucos para congelar y descongelar el marisco, manteniendo al máximo su frescura, sabor y textura. En consecuencia, se gastan menos pero consiguen el mismo resultado.
Hay que tener en cuenta los trucos que tienen las abuelas para congelar el marisco. De hecho, hay que tener en cuenta que se congela de diferente forma el marisco crudo del cocido:
El marisco crudo se congela mejor si está limpio y sin restos de arena o impurezas, como en el caso de mejillones, navajas o vieiras. Sin embargo, el marisco cocido, caso del percebes, nécoras o centollas, deben cocerse antes de congelar. Esto preserva su sabor y textura.
También hay que tener en cuenta la cocción previa para congelar: cocina el marisco en agua con sal (a ser posible, agua de mar o con una proporción de 60-70 g de sal por litro de agua). Una vez cocido, enfríalo rápidamente en agua fría con hielo para cortar la cocción. Luego, sécalo bien antes de congelarlo.
De la misma forma, hay que conocer la protección contra la congelación directa: Envuélvelo en film transparente, papel de aluminio o bolsas de congelación para evitar que se queme por el frío. Si es un marisco pequeño (como camarones o langostinos), congélalo extendido primero en una bandeja y luego pásalo a una bolsa para que no se pegue.
Igualmente, etiquetar y organizar: marca en las bolsas la fecha de congelación para controlar su frescura. Lo ideal es consumir el marisco congelado en un máximo de tres meses.
Y de la misma forma, también hay que conocer los trucos para descongelar el marisco. Para ello, la descongelación lenta en la nevera: el marisco debe descongelarse en el frigorífico, nunca a temperatura ambiente ni con agua caliente. Colócalo en un colador sobre un recipiente para que los jugos que suelte no entren en contacto con el producto.
Igualmente, puedes usar un paño húmedo: cubre el marisco con un paño limpio y ligeramente húmedo durante el proceso de descongelación. Esto ayuda a que conserve su textura y humedad natural.
También hay que tener en cuenta el tiempo adecuado: Calcula el tiempo necesario según el tamaño del marisco. Por ejemplo: Camarones o nécoras: unas 8 horas en la nevera. Centollas o bogavantes: entre 12 y 24 horas.
Asimismo, revivir el sabor con agua salada: antes de servir el marisco cocido descongelado, algunas abuelas lo sumergen unos segundos en agua con sal caliente (pero sin llegar a hervir). Esto realza su sabor y lo "revitaliza". Y finalmente, es importante no volver a congelar: una vez descongelado, el marisco debe consumirse inmediatamente para garantizar su calidad.
Los consejos adicionales según el tipo de marisco son los siguientes: con las almejas y berberechos: si se congelan crudos, asegúrate de que estén bien cerrados. Para descongelarlos, colócalos en un recipiente con agua fría y sal durante unas horas para que suelten posibles restos de arena.
Con las cigalas y langostinos: mejor congelarlos crudos para evitar que se resequen. Una vez descongelados, cocínalos directamente en agua hirviendo con sal. Y con los percebes: es mejor consumirlos frescos. Si necesitas congelarlos, hazlo cocidos y descongélalos sumergiéndolos unos segundos en agua caliente.
En definitiva, estos trucos respetan la delicadeza del marisco, asegurando que conserve su sabor a mar y su textura, características esenciales en la cocina gallega.