El proyecto gastronómico de La Hormiga en Pontevedra empezó siendo una idea tan espontánea como necesaria. Hasta la llegada de este nuevo local, ubicado en uno de los bajos del Campillo de Santa María, Pontevedra apenas contaba con opciones de cocina vegana y vegetariana entre sus calles. La impulsora del local, Virginia del Pino, acababa de llegar de Barcelona para hacer un máster cuando se dio cuenta de esta falta de servicio en la Boa Vila. "Tenía 15 años de experiencia en hostelería en Barcelona y cuando vine a Pontevedra casualmente vi que este local estaba vacío", relata la dueña.
El germen del proyecto empezó a crecer, y fue así como este renovado local de comida casera, vegana y vegetariana abrió sus puertas en el año 2019, justo antes de la pandemia. Virginia del Pino fue pintando y reformando cada rincón del local a su gusto, con sus propias manos y la mayor de las ilusiones… y el resultado, en palabras de sus propios clientes, fue "un lugar acogedor y con mucho encanto". Ahora, La Hormiga se presenta como una de las mejores opciones de Pontevedra para todos aquellos que siguen este tipo de estilo de vida, pero también para muchos otros que cada vez más se acercan a la gastronomía vegana.
"Hay mucha gente que está muy agradecida porque no encontraba un sitio que fuese 100% vegano-vegetariano", admite Virginia. "Yo diría que el 70% no son ni veganos ni vegetarianos, pero vienen y suelen repetir". En apenas dos septiembres, La Hormiga ha conseguido romper con muchos de los prejuicios hacia este tipo de cocina, demostrando que las recetas veganas y vegetarianas son tan sabrosas, exquisitas y creativas como las elaboraciones más tradicionales.
Cocina casera, vegana y vegetariana
Desde su apertura, la Hormiga ha sido capaz de acercar a los pontevedreses toda una propuesta vegana-vegetariana de primer nivel, con unas recetas que tienen la cocina casera como base. "Yo lo que cocino en el local es lo que como", sentencia Virginia. Todas sus elaboraciones son "platos que la gente conoce", desde guisos y potajes, a comida un poco más callejera o tradicional, enriquecida con productos locales y especies, que tal y como asegura la cocinera, dan un toque muy especial y sabroso a las comidas. Al final, está es la mejor manera que ha encontrado la propietaria para hacer ver a la gente, que a pesar de los tópicos, la gastronomía vegana y vegetariana también ofrece platos deliciosos y sorprendentes. Y en este sentido, la clientela de La Hormiga puede probar todas estas recetas caseras mediante los menús diarios o los platos en carta, con los que Virginia trabaja desde sus inicios.
"Intento poner un menú del mediodía a un precio económico. Aquí viene mucha gente joven, sobre todo estudiantes de Bellas Artes, ya que está al lado", explica. Este menú permite elegir entre varias opciones, y añadir bebida o postre, por un precio que, en cualquiera de los casos, no supera los 10 euros. Ensaladas de quinoa con frutos secos, caldo de verduras, enchiladas veganas, ñoquis caseros o piadina con diferentes rellenos, son sólo algunas de las recetas que han podido verse en estos almuerzos diarios. Pero sin duda, el plato estrella de los menús es "la musaka vegana" que va conquistando los paladares de los clientes cada vez que su propietaria la prepara.
En cuanto a la carta normal, Virginia nos explica que ha evolucionado en estos dos últimos años. "Nunca la he cambiado como tal sino que más bien ha crecido", matiza. Durante el confinamiento, la propietaria aprovechó su tiempo para agregar recetas y probar nuevas combinaciones. De esos procesos creativos surgieron algunos de los platos más probados en La Hormiga: el durum y la hamburguesa vegana. "A muchos clientes que no son veganos ni vegetarianos les encanta esta nueva hamburguesa", cuenta. "El durum es otra receta mía que hago con pan de pita relleno de verduras, seitán y vino blanco… y que gusta mucho también", añade. A mayores, estos platos fijos incluyen nachos con queso y guacamoles, tacos y quesadillas, piadina gallega con grelos y tetilla, así como otras recetas sabrosas y saludables.
La oferta gastronómica se completa con bebidas naturales como zumos, cafés e infusiones elaborados también por Virginia del Pino. "Hago el chai casero, por ejemplo", relata. "También zumos naturales, tengo uno que gusta mucho que es un zumo caliente con jengibre, manzana y limón", continúa Virginia. "En esta época mucha gente viene a pedirlo y lo toma con tetera". Pero no todo gira en torno a las bebidas naturales, en La Hormiga los clientes podrán tomar desde el clásico vermú al mediodía, a una copa o combinado al caer la tarde… porque al final, "tomarse un gin tonic, a veces también es sano", bromea la propietaria.
El último punto de luz
Virginia se enamoró primero del lugar del Campillo y de su magia, como ella misma asegura; y poco después, de la idea de levantar allí su propio local. El proyecto la sedujo de tal manera que no dudó ni un segundo en hacerse con el único local vacío de estos soportales próximos a la Basílica. "Era un sitio al que siempre iba a estudiar porque es el último punto de luz de Pontevedra. Un lugar muy tranquilo y para mí, el más bonito de la ciudad", afirma del Pino.
La Hormiga se estableció como vecina del bar Pavero, y casi sin quererlo, ambos locales consiguieron generar una dinámica de equipo capaz de revitalizar esta histórica zona a los pies de la muralla de Pontevedra. "Ha crecido mucho la afluencia de gente de edades muy diferentes", relata del Pino. "El Campillo tiene ahora un tipo de actividad que igual antes no llegaba a todo el mundo".
Y es que la apertura del nuevo local ha generado una retroalimentación de lo más beneficiosa para ambos establecimientos. "El otro bar no tenía servicio de comidas, pero sí muy buen ambiente", asegura Virginia. "Ahora hay gente que a lo mejor está en el otro bar tomando algo y quiero algo de comer, y si no hay sitio se lo llevamos a la mesa donde está (…) Con la chica de al lado hay esa dinámica y se agradece muchísimo, la verdad", añade la dueña de La Hormiga.
Un trampolín a la cultura
Cuando Virginia del Pino se hizo con este local del Campillo tenía claras dos cosas: que su cocina sería 100% vegana-vegetariana, y que La Hormiga iba a convertirse en un espacio abierto a la cultura. Desde su apertura, el bar ha sido sede de todo tipo de iniciativas, como recitales de poesía, presentaciones de libros, exposiciones e incluso sesiones musicales a cargo de diferentes dj’s locales para amenizar las tardes o las horas del vermú a los usuarios de La Hormiga. "Son eventos espontáneos, de gente que quiere hacer cosas", asegura Virginia. "El local siempre ha estado abierto para eso. De hecho, tengo las paredes blancas para que la gente pueda colgar y hacer exposiciones", agrega.
La llegada de la pandemia truncó los planes culturales de este acogedor local pontevedrés, pero en el horizonte de La Hormiga está el poner en marcha nuevos proyectos para seguir sorprendiendo a su fiel clientela. "Al tipo de público que viene aquí también le interesan este tipo de actividades. Con el tema de la pandemia se quedó todo un poco parado, aunque siempre tengo alguna exposición de foto o dibujo", aclara la propietaria. Así, el templo vegano del Campillo aspira a transformarse en un lugar de culto para todo tipo de expresiones artísticas y culturales, que si la pandemia lo permite, llegarán más pronto que tarde a este singular rincón de Pontevedra.