"Lenda Nejra nace del amor por la decoración vintage y de la idea de lograr un mundo más sostenible". Esta frase que encabeza su página web resume a la perfección el espíritu de un proyecto que tiene sede en Cangas y detrás del que están Javier Fernández, Luri, ebanista y restaurador, y Saínza Rodal, escaparatista, fotógrafa, publicista y directora de arte.
"Luri es el pionero de todo esto, el que empezó el proyecto. Nos conocíamos por amigos en común y me invitó a sumarme en un momento en el que yo estaba sin trabajo y acababa de tener dos hijos", explica Saínza a Treintayseis. Si él pone las manos, ella es la encargada de que Lenda Nejra sea algo más que un negocio, pasar de ser un reducto de coleccionistas, "que fue como empezó", para crecer y comenzar a comercializar el producto y, así, "convertir en trabajo una pasión".
La pasión es el diseño y el gusto por los objetos vintage, darle una segunda vida a los muebles, que encuentren nuevos espacios para habitar, lejos de deshacerse de aquello que, según marcan las modas, ya no es "útil".
Tropecientos, el contacto directo con el público
Lo que nació en una nave en Aldán, se hizo visible para el público a través de un espacio físico en el centro de Cangas, Tropecientos, un showroom que da salida a los productos. En este espacio es donde se hace "marca" y se establecen los pilares con el cliente. "De media, la gente se pasa en Tropecientos 45 minutos, porque hay gente a la que le apasiona y que le encanta hablar de todo este mundo; y después está la gente que no entiende tanto este mundo", y ahí entra una labor muy importante de este proyecto: educar.
"Muchos nos preguntan si son de segunda mano, como anteponiendo un prejuicio. De segunda y de quinta mano, si me apuras, pero creemos que hay que darles vida, buscar todas las posibilidades", cuenta Saínza. Mientras en el norte de Europa y en Italia el mercado de muebles antiguos está instaurado en la sociedad, en España todavía quedan muchos pasos por dar para "normalizar" la idea de que lo que en el pasado fue útil, todavía lo puede ser hoy.
Un mundo que atrapa
El mundo en el que se mueven Saínza y Luri es de los que atrapa: "Te va entrando el gusanillo y hay que vender porque quieres otras cosas, por ejemplo, las lámparas Fase, que empiezas poco a poco pero pronto quieres las que cuestan 1.000 y 2.000 euros", explica Saínza. Tropecientos se convierte, así, en un espacio también para dar salida a todo lo acumulado. Una tienda que renueva el mobiliario cada cierto tiempo, especialmente porque muchos de los objetos los alquilan para sesiones fotográficas, por lo que el cliente necesita ver "cosas nuevas".
Precisamente, para dar salida a ese producto que todavía no ha encontrado un nuevo hogar, planteaban en sus redes sociales a sus seguidores la posibilidad de montar un mercadillo o habilitar una zona ‘outlet’, en la que vender ese "excedente" que se va acumulando. Hace poco, de hecho, han tenido que decir adiós a uno de los muebles a los que le guardaban más cariño: un sofá de Le Corbusier. "Fue nuestra primera pieza de diseñador, con ‘nombre famoso'", dice Saínza, que se debate entre el "subidón" de que encuentre un comprador que "lo aprecia y le va a dar una buena vida" y la pena de despedirse de él, "es como cuando un hijo se te va a la Universidad", explica entre risas.
El norte de Europa, principal mercado
El producto les llega de diferentes formas. Los hay que se los ofrecen directamente, pero el sistema más curioso es el de los "corresponsales", como los llaman, que tienen por Europa, que viajan por mercadillos y ferias y, cuando llenan un camión, se lo envían hasta Cangas. Cada uno de esos profesionales se dedica a un producto, lámparas, sofás o muebles, pero también están "atentos" a todo tipo de artículos saben que interesan en Lenda Nejra.
Una vez en el taller, Luri es el encargado de la restauración. Pero su trabajo siempre es compatible con respetar el "alma" de cada mueble. "Hay gente suele preferir el original, aunque sea un sofá con la tapicería rota. Es un tipo de público purista, al que mejor no le cambies un tornillo porque lo quieren así", comenta Saínza, que asegura que Luri rechaza algunos trabajos porque lo que le piden que haga va "en contra de su filosofía, lo considera un sacrilegio". "Él dice que le quitas todo el valor si cambias determinadas cosas; luego, si alguien lo compra y quiere hacerlo, pues adelante, pero él, no".
El elemento diferenciador en la decoración de una casa
Pero desde Lenda Nejra también son conscientes de que no se puede montar una casa sólo con muebles vintage: "No tienes por qué tener toda tu casa como ‘la casa de la abuela’, pero sí tener algo que te distinga"; es decir, que el mobiliario de diseño más económico, como el que se puede encontrar en tiendas como IKEA, se puede compatibilizar con elementos que diferencien, para no "vivir en casas estandarizadas".
A pesar de llevar años trabajando, el nombre de ‘Lenda Nejra’ todavía plantea dificultades fuera de Galicia, y a pesar de que hubo algún debate sobre si cambiarlo, es algo "irrenunciable". Para la tienda, eso sí, eligieron un nombre más "llano": Tropecientos. "Nos da mucho juego, decir que algo es del ‘mil tropecientos’, además a mí me da sensación de caos, de que hay tropecientas cosas, y el almacén es algo así".
Más allá de nombres, continúan con su proyecto multidisciplinar de vender y alquilar mobiliario para bodas, eventos, cine y escaparates, realizar muebles, stands o estructuras a medida y personalizadas y recuperar muebles para darles otra oportunidad.
Lenda Nejra y Tropecientos son dos proyectos paralelos que se pueden resumir en otra frase que plasman en su página web: "Recuperando el pasado, cuidamos el futuro".