Milosz toca siempre en la misma esquina de la Plaza de la Peregrina.

Milosz toca siempre en la misma esquina de la Plaza de la Peregrina. Treintayseis

Música

Desde Bach hasta Amélie en la Plaza de la Peregrina de Pontevedra

Milosz es un pianista polaco que lleva cinco años conquistando a los pontevedreses gracias a sus manos virtuosas

6 diciembre, 2020 09:17

Milosz Labinski lleva cinco años tocando el piano en las calles de Pontevedra y es difícil encontrar a un vecino que nunca se haya parado a escucharlo. Su música embelesa antes de verlo a él, colocado siempre en la misma esquina de la plaza de la Peregrina, e hiptnotiza su concentración en su piano como si estuviese tocando únicamente para sí mismo.

Este músico, de origen polaco, aprendió a tocar en conservatorios de Varsovia y París. En la ciudad de la luz fue donde empezó a tocar el piano en bares, y ya no pudo dejar de compartir su música con el mundo. Ahora, en Pontevedra, la Virgen Peregrina es la que contempla sus manos deslizarse por el piano mientras niños y mayores no pueden evitar pararse a escucharlo con atención.

Polonia-Francia-España

Aunque su ciudad natal es Varsovia, Milosz vivió muchos años en París y fue en unas vacaciones cuando se enamoró de Galicia. En la capital gala estuvo más de diez años, siempre bailando entre París y Varsovia. Pero hubo un día en el que se cansó del ajetreo de las grandes capitales y se decantó por instalarse en una pequeña villa de algo más de 80.000 habitantes.

Pontevedra era una ciudad infinitamente más pequeña que cualquiera en la que Milosz hubiese vivido antes y por eso lo enamoró: "es una ciudad bonita, con mucha naturaleza cerca y la gente es tranquila y amable", confiesa en declaraciones a Treintayseis. Vino por primera vez en verano, y entre playas y atardeceres no se pudo resistir a quedarse en la capital del Lérez.

Ahora toca en la plaza más céntrica de la ciudad, aunque tardó un tiempo en decidir cuál sería "su esquina", y sigue cambiando de vez en cuando. Lo que más le gusta tocar es Bach o Satie, aunque sus canciones favoritas son las de la película francesa Amélie. Es difícil no fijarse en sus virtuosas manos, que dominan cualquier pieza y cautivan a cualquier peatón.

El confinamiento de un artista callejero

Desde que llegó a Pontevedra vive de lo que gana tocando en la calle, gracias a la generosidad de la gente puede pagar el alquiler y vivir día a día. Con el confinamiento llegaron las complicaciones, pues la calle era su única fuente de ingresos. Fueron algunos "buenos samaritanos" los que lograron que pudiese pagar el alquiler, con pequeñas donaciones o gestos de generosidad que el polaco sigue agradeciendo infinitamente.

Pero Milosz es un artista polifacético y con muchos amigos, y fue, además de la generosidad de los que le rodean, su capacidad de reinventarse lo que le salvó de la ruina. Abrió una cuenta de Instagram para subir su música y también sus dibujos, pues además del piano domina a la perfección el lápiz.

Gracias a los dibujos pudo sacar un dinero extra durante el pasado confinamiento domiciliario, ilustrando por encargo. También enviaba canciones o felicitaciones de cumpleaños.

Ahora Milosz ha vuelto a la calle, allí donde es más feliz, para deleitar a los pontevedreses con su música.