Lleva cerca de seis años en Vigo y su música se ha convertido en una agradable banda sonora en Príncipe y en la calle peatonal del Calvario. Armado con una guitarra y su voz, Adrian Timms se ha forjado su carrera musical a golpe de asfalto, en la calle, jugando a atrapar a los transeúntes con sus melodías, versiones personales de canciones o composiciones propias.
"Probé varios sitios, sin ninguna pretensión, y al final son por donde pasa más gente. Lo intenté también en Samil, que la gente agradece escuchar música con la puesta de sol, pero no me valía como lugar donde hacerlo de manera continuada", revela a Treintayseis.
Nacido en Swindon, se instaló en El Colorado, un pueblo cerca de Conil de la Frontera, Cádiz, con 10 años con su madre y sus hermanos. Después, se trasladaron a San Fernando, donde montó su primer grupo de covers en el garaje de debajo de su casa. Su siguiente parada, ya con 18 años, fue Madrid.
"Empecé a estudiar ingeniería, pero a los dos años vi que no era lo mío, que quería dedicarme a la música o algo relacionado con ella, y comencé a estudiar técnico de sonido y producción audiovisual". El ciclo de sonido lo remató en Vigo, pero no fue la única razón por la que llegó a esta ciudad.
Vigo marca el inicio de todo
"Mi chica, a la que conocí en Madrid, es de aquí", explica. Fue aquí donde tomó la decisión de lanzarse a la calle a tocar. "Hace 3 años, más o menos, tomé la decisión de intentar de verdad vivir de la música", aunque en Madrid había tenido sus primeros escarceos con el busking, como se conoce a la actividad del músico ambulante.
La primera vez que quiso salir a la calle, se informó sobre posibles permisos que había que solicitar. "La policía me dijo que no había licencias para tocar en la calle, pero que si nadie les llamaba para protestar, ellos no actuaban", algo que ocurrió, lo de tener que dejar de tocar o cambiar de lugar, en solo tres ocasiones, "que en tres años no está nada mal". Eso sí, recuerda a un músico que tuvo problemas con las autoridades, pero "estaba Abel Caballero por la zona y les dijo que a los músicos no les dijesen nada, que hacían una gran labor por la ciudad, así que entiendo que no hay problema".
"Muchos músicos no tocan en la calle por el estigma que hay, pero yo lo veo de otra manera. Todo lo que he conseguido en Vigo ha sido por tocar en la calle y es una buena opción si estás empezando, porque lo puedes compaginar con otro trabajo. Espero que alguna vez se regularice porque obviamente es un valor añadido, si se respeta a los vecinos y hay calidad musical en las calles", añade.
En los escenarios, pero sin olvidar la calle
Su trayectoria como músico ambulante le ha llevado a los escenarios de la ciudad. De hecho, este viernes actúa en La Pecera y el próximo 20 de noviembre estará en el Auditorio Mar de Vigo, con motivo del Sinsal Museo do Mar. Pero la calle siempre seguirá vinculada a su proyecto profesional. "Aunque todo saliese muy bien y creciese mucho, seguiría actuando en la calle. La posibilidad de poder tocar en cualquier sitio y que nadie te conozca directamente, eso no lo perderé", refrenda.
De hecho, su siguiente paso es darse a conocer más allá de Galicia, e incluso fuera de España. "Necesito dar el salto a otros lugares, Vigo me ha servido para rodar, hay que seguir esa ola", explica. De hecho, las actuaciones callejeras son como "ensayos al aire libre". "Estoy a mi "bola", disfruto de la sensación de estar tocando con la gente pasando de fondo, probando acordes, canciones nuevas". De hecho, hasta ha compuesto canciones en plena actuación, porque "como son en inglés, nadie nota que es un tema incompleto, así que me grabo con el móvil para tenerlo como referencia", confiesa.
Un disco en pandemia
Adrian decidió sacar su primer disco en pandemia, Part Won, que juega con el doble significado de "primera parte" y "parte ganada". "Dudé porque no podría defenderlo con la banda, pero lo lancé aunque tuviese que defenderlo yo en solitario. Saliendo del confinamiento, hice un crowdfunding que salió adelante y el disco salió el 19 de abril". Ahora, continúa creando nuevos temas, concentrado en volver a publicar un trabajo para, "si todo sale bien, hacer una gira pero contratando a los músicos".
Tanto las fotografías promocionales como el videoclip de su single es un trabajo que ha hecho a dos manos. Las imágenes en las que la cabeza de Adrian sobresale de la tierra fueron la representación del concepto de crecimiento, de dar el paso a otra edad, y las tomaron en una finca en Hío. "En vez de tirar de Photoshop, me enterré de verdad en el suelo, me puse malo y todo del frío que pasé", confiesa entre risas. Detrás del objetivo está su pareja, al igual que en las de su único videoclip.
Mi chica es realizadora, así que formamos un pequeño equipo entre los dos. El vídeo de Dead-Lines realmente está hecho con imágenes que están grabadas mucho antes, después de los incendios en O Galiñeiro, pero casan muy bien con la letra de la canción".
Conciertos para recordar
Con la progresiva apertura de las salas de conciertos, la agenda del cantante se vuelve a llenar de citas, pero en su memoria guarda dos actuaciones en concreto. En la sala Radar, "con la banda, presentando temas del disco en 2019 y con 120 personas viéndonos. Fue el único momento en que el disco sonó en directo delante de gente", aunque a esta lista de escenarios añade el Jardín Botánico o el Mais Palá.
En el exterior, en O Castro. "Probé un día y aunque no había mucha gente, comenzaron a sentarse en las colinas y terminé haciendo un concierto improvisado. De hecho, uno de los espectadores se acercó a mí al final de la actuación y me dijo que era el mejor concierto al que había ido en mucho tiempo por la tranquilidad de estar ahí sentado, escuchando, en uno de sus lugares favoritos". La experiencia, que guarda con un cariño especial, le gustaría repetirla.
De momento, a Adrian Timms no es complicado seguirle el rastro por sus actuaciones a lo largo de los escenarios de la ciudad, o formando parte de algún movimiento solidario, como el que le llevó a caminar cantando 5 kilómetros en la Carrera Solidaria por la Esclerosis Múltiple, pero siempre queda la magia de, por sorpresa, escucharlo en un paseo improvisado por las calles de Vigo, y acudir como atraído por el sonido de una flauta engatusadora. Una razón de peso para tomarse una pausa entre el ajetreo diario.