Mucho ha pasado desde la última vez que el estadio vigués de Balaídos acogió un concierto: cambios de gobierno, inicios y fines de guerras, una pandemia mundial. Incluso ayer, a unas horas de la actuación de Muse, el mundo recibía la noticia de que la reina Isabel II de Inglaterra había fallecido. Pero a pesar de todo, la música volvió a sonar.
Las puertas de Balaídos abrieron a las 18:30 horas, cuando los bares de los alrededores ya se encontraban abarrotados de gente y el tráfico comenzaba a fluir con mayor dificultad. Los asistentes empezaron a entrar para disfrutar del concierto de los primeros teloneros los vigueses Killer Barbies. Los más fanáticos de Muse se agolparon en la codiciada primera fila.
Silvia Superstar, vocalista de Killer Barbies, azuzó el ambiente mientras el estadio iba recibiendo al público. Un primer chute de energía hizo bailar a los más puntuales a ritmo de temas como Love Killer, Gente Pez o su versión particular de Cherry Bomb, el mítico himno de The Runaways.
Years & Years, sin censura
A continuación, tras una pequeña pausa donde todo el estadio aprovechó para aprovisionarse de bebida en las barras, salieron al escenario los británicos Years & Years. La banda arrasó Balaídos con una energía juvenil y provocativa que contrastaba con la dulzura de cada intervención de su cantante, Olly.
"No hemos podido tocar en este país durante tanto tiempo", lamentaba el vocalista entre tema y tema. El público estaba nervioso por la proximidad de la gran actuación de la noche, Muse, pero Years & Years logró conquistar a la multitud con su despliegue de baile, trajes de cuero y una vitalidad incombustible.
Uno de los momentos más especiales del concierto fue el cover a piano de It’s a sin, de Pet Shop Boys, tocada a piano por Olly. Para clausurar una breve pero intensa actuación sonó King, el mayor éxito de la banda.
Y Balaídos enloqueció
Puntuales, los componentes de Muse salieron al escenario con los rostros cubiertos por unas máscaras metalizadas. Desde que sonaron las primeras notas de Will of the People el estadio de Balaídos se puso en pie. En pista solo se apreciaba una marea de brazos en alto, balanceándose al ritmo de la música.
Matt Bellamy no se demoró en discursos. Con una potente voz por la que no han pasado los años, el vocalista puso a tono a los asistentes con Hysteria. Los más atentos percibieron al inicio de la canción cómo los instrumentos interpretaron unos segundos de God save the Queen, única referencia en toda la velada a la reciente noticia del fallecimiento de la monarca Isabel II.
El concierto de Muse, aunque algunos asistentes afearon su corta duración, cumplió con creces las expectativas. La banda británica consiguió que el estadio vigués ovacionara todos y cada uno de los temas, que se sucedían sin prácticamente pausa alguna.
Pyscho enloqueció al público y durante la canción Won’t stand down —de las más recientes del grupo— el escenario se prendió literalmente en llamas. Porque el concierto de Muse fue una demostración de que los años pasan, pero la esencia se mantiene. Elementos como cañones de fuego al ritmo de la música, una lluvia de confeti y un impecable juego de iluminación pusieron la guinda a un espectáculo vibrante.
Por supuesto, el público pidió un bis. Los británicos no se hicieron de rogar y regalaron dos canciones más, Kill or be killed y Knights of Cydonia, acompañadas de pirotecnia y una potencia brutal. Si Muse no decepcionó, los asistentes que abarrotaron Balaídos tampoco y corearon "Oe oe oe oe" cuando el último tema ya se desvanecía en al aire.
La música estaba sonando más de 20 años después en el estadio celeste. Tal vez muchos no llegaron a disfrutar de aquellos conciertos que ahora se recuerdan con nostalgia, pero todos los allí presentes —muchos llegados de fuera de Vigo— eran conscientes de que allí se estaba viviendo un momento histórico para la ciudad. Esperemos que no tenga que volver a pasar tanto tiempo para que Balaídos experimente de nuevo el mismo éxtasis.