El Torgal, el bar de Ourense del que nunca nadie quiso escribir, cumple 20 años
Alejado de la ruta de copas, lo que era un bar de barrio se convirtió en un referente para la música alternativa de la mano de los hermanos Pedrouzo, David e Isaac, que han crecido abrazados a las raíces de un local que ha sido vertebrador de sus vidas
20 octubre, 2023 05:00"Aquí íbamos a poner algo sobre el bar pero nadie ha querido escribir nada", reza en su página web y en su perfil del Café&Pop Torgal, un local que se ha hecho un hueco en la vida musical no solo de Ourense, sino de todo el país. Y llama la atención porque a sus dos propietarios, los hermanos David e Isaac Pedrouzo, no les falta la habilidad ni tampoco los amigos para hacerlo.
Este 2023, el Torgal cumple 20 años y poco se puede ahondar en el secreto para que, dos décadas después, siga con una frenética actividad. Quizás, por intuición, tenga que ver el espíritu con el que nació: de un bar de barrio de toda la vida, se transformó en un mes en un templo de la música alternativa por obra y gracia de las manos trabajadoras de sus dueños, familia y amigos, que tenía un objetivo: ser el sitio al que ellos irían y que no existía en su ciudad.
"Nunca quisimos tener un bar" es la frase que resume un modo de vivir y que cualquiera podría estampar en una camiseta. Es de David, que atiende a Treintayseis haciendo de portavoz de los hermanos Pedrouzo. Él fue el que arrancó el proyecto, uno inicial que no salió adelante: "Yo compaginaba los estudios con trabajar poniendo copas y salió la oportunidad de coger el bar al que íbamos a tomar café por las tardes. Empecé la aventura con un amigo pero salió mal y me quedé yo con el bar". En la tesitura de si seguir o no, enroló a su hermano Isaac. "Me dijo que sí, era joven y todavía estaba buscando su sitio", ríe David.
De aquel antiguo negocio solo quedó el nombre, Torgal, que llevaba cerca de 40 años rotulando la entrada. A pesar de que buscaron otro, "los nombres que se nos ocurrían eran demenciales", siempre relacionados con la música y canciones que les gustaban, por lo que hicieron caso de un consejo que surgió mientras colocaban el suelo de su futuro bar; "¿por qué no dejáis el este nombre?". "Nos gustó porque uno de los significados de la palabra era una especie de madera de árbol, además tenía esa personalidad para poder inventarnos historias sobre él", explica David, que reconoce que se han inventado de todo para justificarlo, pero la verdad es una: "Tomamos la decisión porque el resto no tenían sentido".
Del sueño al negocio
En sus inicios, los hermanos lo entendieron más como un sitio de reunión para ellos y sus amigos, más que como un negocio, algo que se justifica en otra frase para enmarcar: "Somos los peores hosteleros del mundo", reconoce, aunque reivindica que tienen "otras cosas". Entre ellas, la más destacada es la hospitalidad, el intentar que todo el que entre por la puerta se sienta cómodo, como en casa, especialmente los músicos.
"Trabajar, estar, convencer y una política fundamental, que es la hospitalidad. Intentamos que las carencias que teníamos como hosteleros, en sonido o espacio, se suplieran con un trato familiar: que los artistas tuviesen gente a amable al entrar, con una sonrisa, que supiesen donde podían dormir y cenar bien y también educar a la audiencia para que lo importante fuese la música y el respeto a los que venían a actuar", comenta David.
Eso sí, tampoco rechazan su derecho a fallar: "Hemos cometido muchos errores con mucha gente, quizás por no saber gestionar algunas cosas, porque es imposible hacerlo bien siempre. No somos perfectos, no lo éramos ni lo seremos", sentencia.
Estrella Galicia como "mecenas"
A esa hospitalidad hay que sumar un elemento más como clave del éxito: por el pequeño escenario del Torgal, con aforo para 70 personas, han pasado grandes artistas nacionales e internacionales, algo a lo que David le quita todo el romanticismo de un plumazo: "Lo primero que hicimos fue pagar a los grupos para que vinieran", algo que otros locales "no podían o no querían hacer". Formaba parte también de una filosofía clara: lo que entraba en el bar, salía destinado a hacer lo que les gustaba; en este caso, contar con aquellos grupos y artistas que les "flipaban", a ellos y también a amigos y clientes, por los que se dejaban aconsejar. "Antes decíamos que éramos prescriptores, pero realmente ellos también lo son, porque muchas veces nos dejábamos llevar".
Pagar, ser buenos anfitriones y cuidar a los que llegaban a Ourense a tocar en su local, dándole la misma importancia al que acaba de empezar y al que lleva 40 años sobre los escenarios; tres puntos a desarrollar en la práctica que el Torgal ha ido cumpliendo a lo largo de estos 20 años hasta convertirse en uno de esos pequeños espacios "milagro" para la música, como puede ser el Náutico de San Vicente o Discos Bora-Bora, una tienda de discos ubicada en Granada. Pequeños proyectos que alcanzan grandes cotas y superan las fronteras locales para expandirse a nivel nacional.
En el caso del Torgal, David revela un antes y después para que el proyecto avanzase sin fisuras. La apuesta de Estrella Galicia por este pequeño local ourensano desde hace cerca de 14 años, un acto casi de "filantropía" por parte de la cervecera gallega que los introdujo en el circuito del proyecto de Son Estrella Galicia. David resalta "todo lo que aportan de imagen y a nivel artístico hace que sea viable económicamente", una figura que compara a la de aquellos mecenas renacentistas que apoyaban a "unos locos".
Huir de la nostalgia
"Vértigo" es la palabra que le sale a David cuando se le pregunta por cumplir 20 años. "No teníamos pensado celebrar nada, tenemos mucho miedo a la nostalgia", explica para alejarse de adjetivos como "míticos", aunque no obvia que, desde el "egocentrismo y la vanidad", también les apetecía decir "llevamos 20 años aquí contra viento y marea e igual hay que contarlo". Si cuando cumplieron 15 años lo celebraron con un disco y un libro, contradiciendo eso de que nadie quiere escribir sobre el Torgal, para este vigésimo aniversario harán lo que mejor saben: una programación de conciertos "que podían formar parte del programa anual". "No tenemos pensado hacer nada más, que cada día sea una celebración. Creo que celebraremos más los 21 años", asegura David entre risas.
Un local que subsiste en una ciudad pequeña como Ourense, que no puede compararse con las grandes ciudades gallegas, con focos más potentes, y que vive un "bloqueo y colapso cultural" desde hace años por las políticas de "narcotización de la sociedad intencionada". Un problema que corre el riesgo de convertirse en endémico: "Sinceramente, los gestores culturales de Ourense no sabemos qué hacer".
De estos 20 años, David esquiva lo "injusto" de resaltar un concierto en concreto, pero deja un recuerdo a nivel personal. Sobre el escenario, Jad Fair, de Half Japanese, y Norman Blake, de Teenage Fan Club, tocan versiones de Daniel Johnston. "Hubo gente que no entendía nada viendo a Jad Fair golpeando la batería como un loco y en cambio otros estaban alucinados. Al ver eso me dije: ‘Esto es lo que quiero’. Ahí sí que había mística con dos personas tan reconocibles. Sé que no era verdad, pero solo pensaba ‘Lo de hoy no va a pasar en otro sitio'".
Los mismos años que han pasado por el Torgal también lo han hecho por David e Isaac, que ya superan la cuarentena. En el momento musical actual, con una oferta desorbitada y unos canales casi ilimitados para conocer nuevos artistas, reconoce que a estas edades "la vida te devora y los pocos ratos del día que tienes para tu ocio buscas estímulos buenos, sabes qué cosas te hacen feliz, y ¿cuándo fuiste más feliz? Cuando eras joven".
Estar a la última en todo, incluso para un profesional de la industria musical como David, es un ejercicio prácticamente imposible: "Yo no llego a todo y eso que estoy todo el día trabajando en la música como promotor. Y hay cosas maravillosas, creo que estamos en un momento de creación musical sin parangón, pero es tanto que la gente cuando se ve abrumada lo rechaza y se vuelve a lo que le gusta", reflexiona. Además, para él hay dos opciones para tratar de entender los cambios musicales y nuevos estilos: "yo no tengo tiempo para esto, ponme una canción de Suede" o "buscar, informarte e investigar sobre esas nuevas tendencias".
En el Torgal, en cuanto a la música, hay hueco para todo, y ha evolucionado con ellos. "Ya no pinchamos a Los Planetas porque ya no los escuchamos", ejemplifica David, que rechaza "vivir en la nostalgia". Pero hay cosas que se mantienen perennes durante estas dos décadas: los dos hermanos, aunque ahora es Isaac el que lleva el día a día, las escaleras, la puerta y muchos que llevan cruzándola desde que abrió por primera vez. También las reuniones para ver los partidos del Barcelona y, como no, la música como elemento vertebrador de un local que mira hacia el futuro con las mismas ganas de siempre de "hacer cosas".
Un pilar del Torgal
De estos 20 años, David traza una línea que marcó un cambio para todos. El fallecimiento a los 41 años de Jaime Mateo, íntimo amigo y "uno de los pilares" del local. "Venía prácticamente todos los días, pinchaba y programaba conmigo; fue el que mejor representó el espíritu del Torgal: un amante de la música que conectaba con mucha gente y los juntaba en el local". La figura de Jaime sigue presente en ellos, "necesitamos hablar de él porque es la forma de que esté", algo que sucederá entre las paredes del bar cuando llegue el momento del cierre.
"Que es un soplo la vida", decía Gardel cuando cantaba que "20 años no es nada", y ese soplo sin el Torgal es imposible de entender para los hermanos Pedrouzo. "Estaríamos en un sitio peor, seguro", reflexiona David. "No sé qué hubiese sido sin el Torgal porque cuando lo abrí tampoco sabía qué quería ser", comenta el hermano mayor de los Pedrouzo, que desentraña la hipótesis de la pregunta.
"El Torgal nos enseñó, fue un escaparate para intentar entendernos a nosotros mismos, saber qué queríamos y, sobre todo, qué no queríamos". Les permitió enfocarse para que sus vidas profesionales se centrasen en lo que les apasionaba. A Isaac le ha permitido "ser creativo", dedicarse a pinchar y publicar tres libros "desde un bar"; a él le "arrastró" a profesionalizarse de manera autodidacta en la industria musical y trabajar en ese mundillo. "A mi mujer la conocí en el Torgal, sin él no existiría mi hijo", sentencia David.
La misma puerta se vuelve a abrir este viernes para comenzar con el ciclo de conciertos que celebra el aniversario de un templo para la música, para los músicos y para todos aquellos que se han sentido en su casa cuando lo han visitado. Quizás, cuando cumpla otros 20, alguien quiera escribir sobre este bar.