José Antonio Alapont causó un gran sufrimiento a su mujer hasta que asesinó con 27 cuchilladas a su hijo de 11 años y quiso que la madre lo escuchara por teléfono.
María Dolores sufrió durante años un proceso de sometimiento que le impidió pedir ayuda y fue víctima de abusos sexuales, amenazas y agresiones antes de este monstruoso crimen.
"La menospreciaba, la llamaba gorda, perra y la intentó violar un día con un cuchillo en el cuello". José Antonio la humillaba constantemente. "Era como un cero a la izquierda. La tenía como a su criada. Hablaba de las tetas y del culo de las mujeres jóvenes delante de ella".
"Mi prima no veía que la estaba maltratando. La tenía muy absorbida y ella no conocía otro mundo (...) Una vez le pregunté qué le dolería más, que le hiciera daño a ella o al niño. Ella respondió que al niño. Le dije que un día lo haría, pero ella pensaba que no".
Amigos y familiares de la víctima declararon este miércoles como testigos en el juicio que se celebra en la Audiencia de Valencia por el asesinato de Jordi a manos de su padre el 3 de abril de 2022 mientras celebraban su 11 cumpleaños.
La segunda sesión del juicio comenzó con la declaración de una prima de María Dolores. La familiar relató el calvario por el que pasaron durante años madre e hijo.
"La manipulaba y menospreciaba. Cuando María Dolores intentaba hablar la trataba de inútil. Ella perdió totalmente la confianza en sí misma".
José Antonio trató de apartarla de sus familiares provocando discusiones entre ellos. Y lo consiguió. Desde que Jordi había celebrado su primera comunición no se habían vuelto a ver.
"Intentaba evitar a José Antonio. Mi prima estaba muy triste". En otro evento familiar, la boda de una segunda prima de la mujer, José Antonio la sacó por la fuerza porque la vio riéndose con otros familiares.
"La forcejeó para salir. Vi cómo la sacaba hacia afuera, como que le molestaba que estuviera divirtiéndose".
"Me contó que la forzaba mucho para mantener relaciones sexuales. Un día la amenazó con un cuchillo en la mano. Ella pensaba que la iba a matar, pero le dio y el cuchillo salió por la ventana", declaró.
En esta segunda sesión también testificaron dos amigas de la madre del menor asesinado.
Una de ellas, compañera de trabajo, respondió que incluso se ofreció a acompañar a la madre para que denunciase a la Guardia Civil lo que sucedía, o a ir ella sola, pero que María Dolores se negaba porque su hijo tenía buena relación con el padre.
"Era una relación normal de padre e hijo. A su padre lo quería con locura", admitió otra familiar.
José Antonio Alapont reconoció el martes el crimen y que dejó que su mujer lo escuchara por teléfono.
El acusado describió con absoluta frialdad ante los miembros del jurado cómo cogió al menor del cuello tras una discusión y le clavó el cuchillo "varias veces". También llegó a decir que eso no habría pasado si su expareja no se hubiera divorciado de él.
El procesado se enfrenta a la prisión permanente revisable, pero su defensa busca en el juicio atenuantes, como el consumo de alcohol y trastorno mental, para rebajar la condena final.
No obstante, varios testigos declararon que nunca lo han visto ebrio y uno de los agentes de la Guardia Civil que llegó a la escena del crimen afirmó que no percibió olor a alcohol.
Orden de alejamiento
Los agentes también se sorprendieron de que el menor estuviese en contacto con su padre porque tenían constancia de la existencia de una orden de alejamiento respecto de la madre.
El 11 de agosto de 2021, un juzgado de Sueca había impuesto al acusado, entre otras penas, la prohibición de acercarse a menos de 200 metros de su mujer, su domicilio y cualquier lugar frecuentado por ella, así como de comunicarse con ella durante ocho meses.
José Antonio no aceptó la separación y se volvió muy violento. Pero finalmente se divorciaron de mutuo acuerdo y un juzgado de Familia acordó la custodia compartida. Como los juzgados de civil y penal no están conectado entre sí, no saltó ninguna alarma que advirtiera de la decisión.
Los guardias civiles que primero acudieron a la vivienda de la calle Rafael Hervás de Sueca detallaron en el juicio que cuando llegaron estaba la madre y la abuela del menor en la puerta porque el niño había mandado un mensaje a su madre para que le recogiese poco antes de morir.
Al llegar los agentes, José Antonio abrió unos centímetros la puerta, le vieron salpicaduras de sangre en las gafas y empujaron para acceder al domicilio.
El padre, que estaba aturdido y no les respondía correctamente, se resistió inicialmente a la detención, pero lograron reducirle y en el cacheo le encontraron un cuchillo en un bolsillo. En ese momento se dieron cuenta de que Jordi ya estaba muerto y tenía un cuchillo clavado en la traquea.
"Él nos decía que el niño estaba vivo, nada más (...) Estaba como desencajado, no nos hacía cuenta".
El juicio se retoma este miércoles con la declaración de los expertos de la Guardia Civil que participaron en la investigación y de los forenses.