Mi abuela me decía, cuando se me escapaba una palabrota, que me iba a lavar la boca con jabón, y eso es lo que tendrían que hacer algunos políticos valencianos antes de hablar de los colegios concertados.
O no tienen ni idea del sistema educativo valenciano, que sería muy grave siendo como son representantes públicos, o mienten con descaro, cosa que, aun pudiendo ser más grave, no creo que nos sorprendiera a ninguno.
Relacionan sin pudor los colegios concertados con actitudes deleznables y hasta delictivas como el fomento del elitismo, la segregación por sexos, la discriminación en el acceso y alguna que otra barbaridad más, lo que me parece una desfachatez y una auténtica irresponsabilidad.
Y con ello no estoy diciendo que no hayan existido o sigamos encontrando casos en los que se den estas situaciones, pero nada más lejos de la realidad el que eso sea habitual o mayoritario.
Diferencian entre colegios públicos y concertados, como si hubiera una línea perfectamente definida que los separe, como si llevar a tus hijos a uno u otro fuera siempre una opción, como si los padres pudiéramos elegir o como si tuviéramos a nuestra disposición recursos públicos infinitos, pero hubiéramos decidido, en nuestra infinita estupidez, malgastarlos y no aprovecharlos.
Somos muchos los que hemos estudiado en un colegio concertado y ahora, cuando nos ha tocado ser padres, estamos llevando a nuestros hijos a estos mismos colegios. Puedo asegurar a todos los lectores que yo no reconozco a mi antiguo colegio, ni al de mis hijos, en la descripción de un colegio de cayetanos.
Yo fui al colegio de mi barrio, al que me tocaba, y resulta que era concertado, porque en mi pueblo, como en la mayoría de los pueblos, no hay colegios públicos para todos. Y ahora, a mis hijos, los llevo al colegio del barrio, al mismo que van los hijos de mis vecinos y de los que viven en la calle de atrás. Y sí, es un colegio concertado, pero no, no segregan por sexos, ni es un colegio de ricos, ni eligen quién entra y quién no.
En el colegio de mis hijos pagamos, los que queremos, que no somos todos, una cuota anual, ridícula en la mayoría de los casos, porque el concierto no llega para mantener el colegio. Dejar a nuestros hijos en el comedor o en la hora matinera nos cuesta el doble que a los del colegio público que hay al final de la calle, aunque luego, por la tarde, juegan todos en el mismo club de futbol, porque somos todos vecinos del mismo barrio, porque no hay diferencia entre los que van a un colegio y a otro. ¿Es eso justo? ¿Quiénes son los privilegiados?
En la mayoría de los casos, ir a un colegio público o un colegio concertado no es más que una cuestión de oportunidad o suerte. No hay suficientes colegios públicos para todos, y como concertar es mucho más barato que construir, hay pueblos y ciudades con más colegios concertados que públicos. Esa es la realidad de nuestro sistema educativo. Los colegios concertados no están llenos de cayetanos, están llenos de los niños del barrio.
Los colegios concertados no son un problema. Hagan funcionar la inspección educativa y eliminen conciertos injustos de colegios privados camuflados. Optimicen el presupuesto, que es su obligación, y dejen de hablar así de los colegios concertados porque lo que hacen es insultar y faltar el respeto a todos los que hemos ido a uno o ahora llevamos a nuestros hijos a ellos.
Algunos políticos valencianos, en particular la izquierda nacionalista, son los que realmente segregan y discriminan en materia educativa. Respetémonos más y tengamos más trellat.