Incluso los diputados valencianos, que se caracterizan por conseguir poco para su tierra en el mercadeo parlamentario, deberían detectar que no va a haber una oportunidad mejor en el Congreso. Si Pedro Sánchez está dispuesto a todo para lograr su investidura, ¿a qué esperan para sumarse al chantaje?
Quiero pensar que los cuatro de Sumar, en particular los dos representantes de Compromís, están ya preparando una solemne rueda de prensa con tono amenazante. "Si quiere nuestros votos, señor Sánchez, deberá reformar el sistema de financiación autonómica de forma inmediata".
¿Les parece mucho pedir? Si Sánchez, para revalidar su presidencia, es capaz de conceder una amnistía a los implicados en el Procés, acabar con la infrafinanciación de la Comunitat Valenciana es peccata minuta.
Imagínense el escenario. El presidente en funciones, tras entregarse en cuerpo y alma a Junts, ERC, PNV y Bildu para sumar por los pelos los 176 votos de la mayoría absoluta, vería de pronto cómo se le escapan cuatro de Sumar. Visualicen a esa víctima desprevenida, con la cartera aún abierta, dispuesta a pagar cualquier precio para escribir un nuevo capítulo de su Manual de resistencia.
Sería un movimiento controvertido, pero coherente. Lejos de pedirle a Sánchez un nuevo volantazo político, en este caso le exigirían abordar una promesa postergada. El actual sistema de financiación lleva caducado desde 2014 y maltrata en el reparto de fondos a la Comunitat Valenciana, que es la que menos recibe por habitante.
Todo esto lo ha reconocido el actual Gobierno en infinidad de ocasiones. Son unos 1.300 millones de euros menos al año para Sanidad y la Educación. Todos sufrimos esa injusticia.
Tampoco podrían acusar a los valencianos de Sumar de deslealtad hacia Yolanda Díaz. Más bien estarían cumpliendo escrupulosamente su programa, porque la vicepresidenta hizo de la reforma de la financiación autonómica su principal promesa en Valencia durante la campaña electoral.
"Lo vamos a hacer ya, y vamos a hacerlo como hay que hacerlo. Sacaremos los datos y arreglaremos la financiación de una vez", dijo la entonces candidata el pasado 8 de julio en un caluroso mitin en el Teatro Olympia. Hágase, pues, vuestra voluntad.
Si Sánchez es investido sin que los diputados por Valencia y Alicante de Sumar (Águeda Micó, Alberto Ibáñez, Nahuel López y Txema Guijarro) logren nada a cambio en un escenario tan propicio, su única salida honrosa sería entregar el acta.
Que ningún valenciano baje la guardia en el Congreso porque se avecinan oportunidades. A los once socialistas que nos representan en la cámara baja cabe pedirle al menos que velen por su territorio al articular las contrapartidas a los catalanes.
Junts también está pidiendo dinero, y mucho. Cifra en 450.000 millones de euros la "deuda histórica del Estado con Cataluña", y ha pedido la condonación parcial de la deuda contraída mediante el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) habilitado por el Gobierno.
El cálculo es un disparate que parece encaminado a lograr una quita a su deuda real, que es de 85.456 millones de euros. La valenciana es menor, de 55.439 millones, pero superior en términos relativos (el 43,7% del PIB frente al 33,1% de los catalanes). Además, el Gobierno de Sánchez también ha reconocido varias veces que procede una condonación del endeudamiento generado por la infrafinanciación de la Comunitat.
En este contexto, si llegara a producirse una quita a los catalanes sin que también se beneficien comunidades como la valenciana, que es la más agraviada por el actual sistema de reparto, los socialistas valencianos implicados se convertirían en parte activa de la mayor humillación del Estado a los ciudadanos valencianos.
Procuren, pues, que tenga lugar semejante ignominia. Si se produce una quita, que sea para todos y que tenga en cuenta por qué se ha endeudado cada territorio.
De cara a la investidura, el margen de maniobra es nulo para los diputados de PP y Vox, instalados en el no a todo. Pero si Sánchez alcanza la presidencia, serán diputados del Congreso más ingobernable de la historia de España, y su voto será clave en multitud de decisiones en las que sí podrán negociar apoyos a cambio de contrapartidas.
Que nadie desaproveche oportunidades. El río baja más revuelto que nunca y habrá ingentes ganancias para los mejores pescadores. La fuerza negociadora que está exhibiendo Carles Puigdemont descansa sobre tan solo 7 diputados. Los valencianos suman 33.