El otro día escuché una pregunta de una niña que me hizo pensar. Pensar, y dar vueltas a un tema que creía superado hasta hace poco. Y es que a veces una tiene la sensación de que vamos hacia atrás, como los cangrejos.

La niña me preguntaba, con toda la inocencia propia de su edad, por qué todo lo que se relaciona con el machismo ha de ser malo, y todo lo del feminismo, bueno. Y apostillaba, cuestionando si el feminismo no podría tener algo malo y el machismo algo bueno.

No tardé nada en contestarle, aunque tuve que emplear más tiempo en convencerla, y no se si lo logré. Porque la niña partía de un error bastante común: entender que el feminismo y el machismo son antónimos, como lo bueno y lo malo. De ahí su pregunta. Y la de más gente, me temo.

Hace tiempo, una famosilla se despachaba con unas declaraciones en las que afirmaba que no era machista ni feminista, sino persona. Y en su día, le cayó la del pulpo. Entre otras cosas, porque tanto para ser una cosa como para ser otra, se ha de ser persona, por mal que le sepa a la famosilla de marras.

Ese error, inocente, como en la niña, o no tanto, como en muchos otros casos, persiste, y lleva a conclusiones erróneas. Deshacerlo es tan fácil como acudir al diccionario. Machismo, según la RAE, es una "forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón".

Por su parte, el diccionario define el feminismo como "principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre". Solo con esto, ya aparece una idea clara de la respuesta para la pregunta de la niña, pero aún hay más. La propia Real Academia nos dice que el antónimo de "feminismo" no es otro que "antifeminismo".

Es obvio que, partiendo de estas definiciones, el machismo es intrínsecamente negativo y el feminismo positivo o, como diría la niña, el primero malo y el segundo, bueno. Porque la discriminación no puede ser nunca digna de elogio, y la igualdad debe serlo siempre.

Equidistancia imposible

¿Por qué, entonces, ese empeño en confundir a la gente haciendo creer que ambos son extremos y, por tanto, reprochables? ¿Por qué hacer creer que lo deseable es una equidistancia imposible? Pues, evidentemente, por un interés en desprestigiar al feminismo que ya hace tiempo que existe.

Por desgracia. Pero todavía hay más. Vayamos a lo que dice nuestra Constitución, esa con la que se llenan la boca tantas personas, muchas de las cuales ni siquiera la han leído entera.

Nuestra norma suprema consagra entre los derechos fundamentales la igualdad entre hombres y mujeres. Precisamente, lo mismo que el feminismo, y casi con las mismas palabras. De modo que podría concluirse que, si se es constitucionalista, se ha de ser feminista a la fuerza. Y, a sensu contrario, que si se es antifeminista, se está en contra de la Constitución.

No cabe otra opción, por tanto, que considerar que el feminismo es bueno, tan bueno como nuestra Constitución. Por el contrario, si el machismo es, como hemos visto, una forma de discriminación que da preferencia al varón sobre la mujer, no puede tener nada bueno. Por mucho que busquemos.

Es más, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que el feminismo trata de recuperar los derechos que el machismo nos arrebata. Y eso no debería tener vuelta de hoja.

No obstante, hay quienes siguen obcecados en defender lo indefendible, y si para eso han de mentir, o decir medias verdades, no tienen ningún escrúpulo en hacerlo. Es entonces cuando hablan de feminismo bueno y malo, insinuando que eran buenas las feministas de antes y malas las de ahora.

Como si defender la igualdad fuera o no positivo según la época. Y, podrá compartirse o no el modo de ejercer ese feminismo, pero el movimiento no deja de ser bueno por ello. Porque la igualdad siempre lo es.

Así que, si alguna niña les pregunta lo que me han preguntado a mí, tal vez lo más fácil sea decirle algo tan sencillo como esto: lo contrario del feminismo es desigualdad y lo contrario de machismo es igualdad. Que cada cual decida dónde se sitúa.