Comprarse un coche es una de las decisiones más importantes que se toma en el seno de una familia. ¿Nuevo o usado? ¿Diésel o gasolina? ¿Eléctrico? ¿Híbrido? ¿Rojo? ¿Blanco? Cada vez nos lo ponen más complicado.
Parecen las preguntas de toda la vida, pero la situación ha cambiado mucho. Y ha cambiado principalmente por dos aspectos: por la incertidumbre con el futuro del tipo de motor que imperará y por las formas de financiación que tratan de instaurarse.
Las dudas sobre los coches eléctricos no se disipan, al contrario, cada vez son mayores, y después de asumir que el 2035 es una fecha utópica para una electrificación significativa del parque móvil europeo, ya no digo español, realmente lo que nos planteamos es si el coche eléctrico es el futuro o ha sido un fiasco.
Las marcas de coches no acaban de apostarlo todo al eléctrico y eso genera desconfianza. Los precios de venta siguen siendo muy altos, sin apoyos firmes de los gobiernos, lo que reduce su capacidad de ser comprados por las clases media y baja de la sociedad. Los puntos de recarga siguen siendo escasos o inexistentes y la red eléctrica es incapaz de asumir un incremento masivo de este tipo de vehículos.
Además, por lo de la autonomía y la falta de puntos de carga, sólo vivir en una casa, pareado, unifamiliar o finca moderna con las plazas de garaje con tomas de carga, te permitirá poder adquirir un vehículo eléctrico, por lo que ya me contarán que pueden hacer el altísimo porcentaje de la población española que vive en fincas sin garajes o con garajes, pero sin posibilidad de instalar tomas de carga.
Por lo tanto, cuando vas a elegir el nuevo coche, ya no te tienes que preguntar solamente si diésel o gasolina, ahora también si eléctrico o cuál de las infinitas clases de híbridos que hay. Y cuándo lo tengas elegido, llegará la hora de tomar una segunda y novedosa decisión: ¿Financiación clásica o tipo renting?
La financiación de toda la vida, la de pagar el coche en 3, 5, 7 o 10 años, ni te la ofrecen en los concesionarios. Ahora, de primeras y como si no hubiera otra posibilidad, te ofrecen una financiación a la que llaman mayoritariamente flexible y que supone algo parecido a un renting, para que nos entendamos.
Lo que nos ofrecen es pagar 3 o 4 años una cuota menor que la pagaríamos en una financiación tradicional, y te incluyen, en el mejor de los casos, las revisiones anuales y el seguro a todo riesgo con franquicia el primer año, y cuando acaba ese periodo tienes que decidir si cambias el coche por otro, lo devuelves y te quedas sin coche, o lo compras por un valor que ronda el 50 o 60% de su valor nuevo.
Es decir, que lo que nos ofrecen es cambiar de coche cada 3 o 4 años, que tiene su atractivo, pero estás pagando una cuota de coche durante toda la vida, como si fuera un alquiler de tu casa.
Son dos decisiones complicadas, con sus pros y sus contras, a las que tienes que añadir que el precio de los coches se ha puesto por las nubes, que los de segunda mano valen como nuevos y que por un Ford fiesta con 200.000 kilómetros y 19 años de antigüedad, te piden 5.000 euros.
Pon una moto en tu vida.