La historia reciente en Europa se ha desarrollado en la continua lucha por alcanzar nuevos derechos. Hablamos de derechos humanos, civiles, económicos, sociales, culturales y ambientales que, aunque parecen consolidados hasta hace relativamente poco, eran simplemente ideas utópicas de una sociedad más justa, igualitaria y avanzada.

Desde la distancia, hemos observado cómo en Europa los diferentes partidos, de izquierda a derecha, se han unido para mantener a la extrema derecha fuera del poder. No hay duda, están fuera. En contraste, en España estamos sufriendo cómo el Partido Popular, a la mínima oportunidad, se lanzó a los brazos de Vox.

En contra de sus compañeros europeos, su entrega no fue difícil; solo hizo falta una servilleta y cinco líneas para abrir la veda y ceder el poder a los de Abascal porque, en realidad, al PP y Vox les diferencia una simple cuestión estética. Porque, en el fondo, representan lo mismo, el retroceso. Por eso fue tan fácil que firmaran esos pactos de la vergüenza a lo largo y ancho de España que han significado la llegada de la oscuridad a las instituciones.

Para quien haya seguido la popular saga de fantasía de Harry Potter, no le será difícil ver en Vox la imagen de uno de los personajes más oscuros y tétricos del libro: el dementor.

En los libros se los identifica como una criatura oscura y siniestra que se alimentan de la felicidad ajena y provocan, en cambio, desesperación y tristeza. Pocas definiciones de la cultura pop son tan ajustadas al sentimiento que producen los alentadores del odio en Europa, España y también, por supuesto, en nuestra ciudad.

Lamentablemente, hemos sufrido la llegada al poder de estos seres oscuros al gobierno de nuestra ciudad, con la inestimable ayuda de sus acólitos populares, que se han dedicado a ondear la bandera del odio y a absorber cualquier atisbo de humanidad de sus socios.

Analizando los posicionamientos y virajes de los populares en temas que eran de consenso hasta ahora podemos afirmar que PP y Vox apenas se diferencian en lo que dicen, hacen o proponen. Cada vez son más iguales y se percibe que queda menos alma y humanidad en quienes se han dedicado a alimentar a los monstruos, y eso, de verdad, es un grave problema para nuestra sociedad.

Y ese es, bajo mi punto de vista, uno de los grandes problemas de los que empieza a adolecer nuestra sociedad: estamos ante una seria carencia de humanidad. Las noticias nos alertan continuamente de la merma de gasóleo, de la falta de tal o cual materia prima debido a guerras o conflictos internacionales, pero no nos alertan de la gran crisis social que vivimos: la cada vez más escasa humanidad.

A pesar de esto, ahora hay una nueva oportunidad. Se ha abierto un excelente momento para expulsar a los generadores de odio, renunciar a darles cabida en las instituciones y volver a los consensos que cualquier persona con un mínimo de humanidad aceptaría sin matices.

Consensos como reconocer que la violencia de género existe y es un grave problema estructural. Que las personas LGTBI no pueden ser discriminadas por serlo. También que, sin duda, la desigualdad entre hombres y mujeres es real y hay que eliminarla. Y, por último, que todas las personas tienen derechos inalienables y han de ser tratadas con dignidad independientemente de sus circunstancias.

Y lanzo una pregunta al aire: ¿Quién puede estar en desacuerdo con estos planteamientos? Pues aquellos que generan odio por donde pasan. ¿Recuerdan a los dementores de los que hablábamos antes?

En los libros, Remus Lupin nos ponía sobre la pista de las similitudes entre estos personajes siniestros y los pactos del PP y Vox: "Los Dementores disfrutan con la desesperación y la destrucción ajenas, se llevan la paz, la esperanza y la alegría de cuanto los rodea... Si puede, el Dementor se alimentará de él hasta convertirlo en su semejante: un ser desalmado y maligno".

Es el momento del "expecto patronum" a la extrema derecha y demostrar, de verdad, que el PP en nuestro país se propone volver a la moderación que ha abandonado y a los consensos que vertebran el avance social de nuestro país.

No se entendería que los mismos que en Europa forman parte del muro ante la oscuridad continúen manteniendo en el seno de sus gobiernos a quienes promueven el odio como forma de vida.

Javier Mateo es concejal del PSPV-PSOE en el Ayuntamiento de Valencia.