
Vanesa junto a su compañera Gloria. Luis Villanueva
Vanesa, dueña de una clínica en Chiva, reabre tras la dana: "Fui de las primeras personas en recibir la ayuda de Juan Roig"
El local, situado junto al barranco que provocó la riada, levantó la persiana día 13 de enero y cuenta con más clientela incluso que antaño.
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Más de 100 días después de las inundaciones, muchas persianas continúan bajadas en el municipio valenciano de Chiva. Junto al barranco, completamente anegado, en algunas viviendas tan solo quedan escombros y muchos negocios "esperan abrir pronto".
En la zona cero de la dana del pasado 29 de octubre en esta localidad, aún predomina el sonido de las excavadoras y los trabajadores que prosiguen en las labores de limpieza y reconstrucción de la zona afectada.
Pese a que muchos establecimientos todavía no han abierto más de tres meses después, otros sí lo han conseguido. Para Vanesa Escorihuela, la "suerte" es lo que ha permitido este hito.
Ella es dueña una clínica estética del pie llamada Miró, ubicada en el foco de la devastación provocada por el desbordamiento el cauce que atraviesa la localidad y que reabrió hace poco más de un mes.
"Abrimos el 13 de enero", recuerda. "Hemos podido reabrir gracias a la ayuda", apunta en declaraciones a EL ESPAÑOL. Junto con la ayuda de los voluntarios y sus vecinos y amigos, Vanesa explica que la ayuda económica ha sido clave para tomar la decisión de seguir adelante.
La primera ayuda que recibió fue la del empresario y dueño de Mercadona, Juan Roig. "Juan Roig nos ayudó con 8.000 euros a cada negocio", afirma. Además, según ha apuntado, fue "una de las primeras" en recibir esa compensación económica.
El dinero recibido de parte de Roig fue fundamental para llevar a cabo la limpieza y posterior reconstrucción del establecimiento, completamente "destrozado". La dueña incluso llegó a plantearse el cierre definitivo.
"Cuando conseguimos abrir la persiana, no se podía salvar nada; lo tiramos todo y pensé en no abrir más", confiesa. Con las ayudas, consiguió desescombrar "al menos" el local. "Cierro y ya me buscaré la vida en otro sitio", llegó a pensar.
Además, a la semana de recibir las ayudas de Roig, el perito visitó el establecimiento para tasar los daños. "Puso todo lo que perdimos en la riada: camillas, ordenadores, lavadoras, instrumentos", entre otras cosas.

Destrozos en Miró tras la dana. EE
"Habían 30.000 euros invertidos en el negocio. Pues bien, a la semana recibí el abono de los daños de parte del Consorcio de Seguros", destaca.
Vanesa no pensaba pedir un préstamo, la rapidez de las ayudas fue lo que le dio el valor de reabrir el local. "Hasta el último céntimo que me dieron lo he reinvertido aquí otra vez", asegura.
"No era consciente"
La propietaria de la clínica Miró también ha recordado cómo fue el trágico día de la riada y los días posteriores. "Fue horroroso", sentencia.
En cuanto a su negocio, el mismo día 29 de octubre, con la alerta roja decretada por la AEMET, decidió anular las citas de los clientes y que ella y su compañera Gloria regresaran a sus domicilios.
"Ya por la mañana llovía muchísimo. Aquí viene mucha gente mayor y le dije a Gloria que cerrara y que anulara las citas de los clientes porque ya nos llegaba el agua por los tobillos", apunta.
Ella reside en una zona más apartada de la zona cero en la que se encuentra la clínica, por lo que no conocía la magnitud de la situación en ese momento. Sin embargo, sus padres residen en una zona más próxima al barranco.
"Me llamó mi hermano y me dijo que mis padres, que vivían en la zona cero, se estaban ahogando", rememora. En ese momento de incredulidad, con las comunicaciones cortadas, sus hermanos y ella acudieron a buscar a sus padres.
"Fuimos a por mis padres nadando, con el agua por el cuello y coches, contenedores, farolas; era un auténtico tsunami", concluye.
En el contexto de incredulidad y devastación de la zona de los días posteriores, Vanesa ni siquiera se fijó en su negocio. "Al día siguiente pasé por la puerta tres veces y ni me fijé en el local; en mi cabeza solo estaba la casa de mis padres", explica.
Junto al barranco
La clínica fue golpeada directamente por la fuerza del agua desde el mismo barranco, ya que, una parte del establecimiento conecta con el cauce que se desbordó provocando las inundaciones.
Fue el tercer día tras la riada cuando visitó por primera vez el local. Según realta, el agua entró por la parte que conecta con el barranco, además de por la puerta principal.
"La persiana se encajó y nada de lo que entró pudo salir; se quedó el agua estancada con el lodo y todo lo que llevaba, eso se prolongó muchos días hasta que la consiguieron abrir", explica.

Clínica Miró. Luis Villanueva
Mirada optimista al futuro
Más de tres meses después, la normalidad ha regresado al establecimiento. "Ahora estamos a tope, tenemos la misma clientela o incluso más todavía, vienen uno detrás de otro", subraya.
Tras semanas de limpieza, trabajo y ayudas, Vanesa se muestra optimista con el futuro de la clínica después de "empezar de cero". Todo ello ha sido fundamental para reabrir en una plaza donde el agua llegó a la altura de la estatua de Enrique Ponce.
"Hemos tenido suerte", recuerda de nuevo. Sin embargo, a su alrededor, todavía son muchos los negocios que no han reabierto y que lucen con la persiana a medio camino de estar completamente levantada.
En su interior, los dueños prosiguen las labores de reconstrucción y recuperación de sus negocios en busca de una normalidad que a muchos les obligará a "empezar de cero" por completo.