Los papas de aquellos días dejaban bastante que desear y, como muestra, Benedicto IX, “un demonio disfrazado de sacerdote” en palabras del nada sospechoso san Pedro Damión. Aún con todo, peregrinar a Roma estaba de moda en el primer milenio del nacimiento de Cristo. A pesar de los peligros y las incomodidades del viaje, allá que partió el conde Sunifred con un séquito de fuerzas vivas de la Cataluña conquistada a los moros. Los templos a su paso lo dejaron tan fascinado que, de regreso por Lombardía, se ve que convenció a una cuadrilla de artesanos y maestros canteros para que le levantaran unos parecidos en casa. El conde murió, y al final fueron los muchos dineros de los señores de Erill los que remataron la faena, dejando constancia de su poder feudal en el valle de Boí. Así se explica que esta preciosa esquina de la Alta Ribagorça leridana se adorne con los campaniles tan a la italiana de las ocho iglesias y una ermita que la Unesco tiene aquí bendecidas como Patrimonio de la Humanidad.
Hilvanarlas todas supone apenas una treintena de kilómetros, y no hay mejor lugar para emprender la ruta que arrancarla en el Centro del Románico que abre sus puertas en Erill la Vall. Allí, antes de hincarle el diente a cada una, se aprenderá a descifrar estas iglesias de los siglos XI y XII en las que nada es casual. Ni la posición de sus campanarios, que servían para mandar mensajes de una aldea a otra; ni la simbología de las esculturas y magníficas pinturas con las que se adoctrinaba a los iletrados feligreses. Hasta el propio uso de estos templos iba más allá del culto, sirviendo tanto de almacén para el grano en años de buena cosecha como para resguardarse en caso de ataque.
Colección de iglesias de la Unesco
Si la ermita de Sant Quirc se posa solitaria entre las montañas, otras lo hacen en el meollo de estos pueblitos de piedra y pizarra que tan uniformemente han sabido preservar el sabor del Pirineo. Irresistibles los capiteles de la Assumpció de Cóll en los que luchan hombres y bestias, los ábsides de Sant Feliu de Barruera y Santa Maria de Cardet o las proporciones de la nave de la Nativitat de Durro y la verticalidad del campanario de Santa Eulàlia. O los murales de Sant Joan de Boí y Santa Maria de Taüll muy a pesar de que la mayoría, como tantos otros, se trasladaron al Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Todas son un tesoro que, amén de haberse conservado casi intactas gracias a lo recóndito del valle, han revitalizado la economía de sus vecinos con el vaivén de visitantes que atraen desde que la Unesco les concediera en 2000 su galardón. Pero de tener que quedarse con una sola, sería un pecado no decidirse por Sant Climent de Taüll. Sí, la misma que nos hacían estudiar de memoria en Historia del Arte como “prototipo de iglesia románica de planta basilical con las tres naves separadas por columnas, cabecera con tres ábsides y esbelto campanario de torre”.
Guía Práctica
Cómo llegar
Esta colección de iglesias románicas queda a unos 150 kilómetros de Lérida. A través de ViaMichelin será fácil calcular la ruta en coche desde cualquier punto.
Organizando la visita
El Centro del Románico del Valle de Boí no sólo el perfecto para bucear en las curiosidades de estas iglesias sino también para conocer sus horarios de apertura y contratar si se desea una visita guiada. Puede adquirirse la entrada combinada con varias iglesias.
Dónde dormir
En la web del Valle de Boí puede echarse un vistazo a los alojamientos de la zona: desde cámpings o apartamentos como l’Era de Baix, hasta casas u hotelitos rurales del encanto de Ca de Corral o El Xalet de Taüll.
Y también en la zona…
Desde el balneario de Caldes de Boí, abierto de abril a octubre con sus tratamientos termales, hasta la estación de esquí de Boí Taüll o, para caminantes y escaladores, la maravilla del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.
Más información
Turismo de Lleida y Turismo de la Vall de Boí.