Una fragancia que hipnotiza obliga sí o sí a franquear el 16 de la Via della Scala, Florencia. En un edificio de maderas nobles, frescos y vidrieras de cuento, se mantiene desde hace más de 400 años la Officina di Santa Maria Novella, la farmacia más longeva de Europa. En vez de medicinas, sin embargo, lo que despachan hoy son cosméticos y fórmulas magistrales con ríos de tradición. Desde el perfume favorito de Caterina de Médici hasta el que Hannibal Lecter compraba para Clarice en la secuela de El Silencio de los Corderos, y por el que insistentemente preguntan los clientes.
A las afueras de la ciudad, sólo previa reserva podrá visitarse el caserón-laboratorio del que salen estos ungüentos que, ahora, se venden por sucursales de Tokio a Ciudad del Cabo, pasando por Madrid, Barcelona o Valencia. Setenta operarias procesan allí, rigurosamente a mano, las gardenias, pétalos de rosa y demás delicias crecidas por los jardines florentinos con las que se elaboran sus productos: jabones de iris, bergamota o lavanda que, como si fueran un queso, se dejarán madurar durante un mes; velas aromáticas, Aceto dei Sette Ladri para los desmayos y Acqua di Santa Maria Novella para calmar a las histéricas, Acqua di Rose para los ojos enrojecidos, Alkermes para las recién paridas y Elisir di Edimburgo como digestivo. O, entre otros licores, chocolates, mieles y más de setecientos cosméticos, unos saquitos de pot pourri con hojas maceradas a camuflar por los armarios para que su aroma adictivo impregne hasta los calcetines. Aseguran que para los escasos 8 ml de su Essenza Assoluta de jazmín emplean cerca de cien kilos de flor.
Los comienzos de esta venerable farmacia fueron sin embargo menos glamurosos. La peste –la de verdad– hacía estragos en la Florencia medieval. Algunos dominicos, asentados en la ciudad desde 1221, venían ya antes de la plaga elaborando pócimas con las hierbas de su huerto para paliar las enfermedades de los desheredados que caían por la República en busca de fortuna. La fama de sus preparados llegó a ser tal que, en 1612, abrían al público por obra y gracia del mismísimo Gran Duque de la Toscana, quien coronó su botica como Fonderia di Sua Altezza Reale. Otra florentina ilustre, Caterina de Médici, le dio el pistoletazo definitivo a su despegue internacional.
La futura reina consorte de Francia le pidió a los monjes que le diseñaran un perfume. El Acqua della Regina, que la dama puso de moda en los salones de París, sigue elaborándose con la misma receta secreta de antaño, aunque luego le cambiaran el nombre por el de Acqua di Colonia. Dicen las malas lenguas que más o menos por aquellos días los dominicos le dieron un giro más frívolo al negocio. Se ve que la cosmética les rendía mucho más que atender a los pobres. Hoy, quien busque a los monjes, que espere sentado. Con la unificación de Italia y la confiscación de los bienes de la Iglesia, la Officina Profumo-Farmaceutica di Santa Maria Novella pasó a manos del Estado, aunque dirigida por el sobrino de uno de los últimos religiosos del monasterio. Aún así la tienda sólo ha cerrado ocho días desde su puesta en marcha. Y no por razones políticas, sino porque se les agotaron todos y cada uno de los productos que tenían para vender.
Guía práctica
Cómo llegar
Vuelos directos a Florencia desde Madrid, Barcelona e Ibiza, con Iberia y Vueling, a partir en algunas fechas de unos 100 € ida y vuelta.
Dónde dormir
De originalísimo diseño y a bastante buen precio para lo que es Florencia, el cuatro estrellas UNA Hotel Vittoria. En la misma categoría, el Hotel degli Orafi, donde se rodara Una habitación con vistas, o, también inmejorablemente situado, el edificio histórico del NH Collection Firenze Porta Rossa. Otro capricho, cualquiera de los integrados en la Lungarno Collection.
Dónde comer
Grandes clásicos de la cocina toscana como La Giostra o el Cibrèo (Via del Verrocchio, 8), o más populares como Il Latini, la Trattoria Za’Za’ y la Osteria Il Pizzaiuolo.
Officina Profumo-Farmaceutica di Santa Maria Novella
Amén de simplemente visitar –y pecar– en la deliciosa tienda-museo del número 16 de la florentina Via della Scala, se pueden reservar visitas guiadas tanto por ésta como por el laboratorio de las afueras donde se elabora cada uno de los productos de la firma y el huerto que, recientemente, han abierto al público como tributo a la labor de los dominicos que la crearon.
Más información
Turismo de Italia y Turismo de Florencia.