A pesar de su escaso territorio, Brunéi está extraordinariamente dotado de recursos naturales. El petróleo y el gas natural han convertido a este minúsculo sultanato, de poco más de 400.000 habitantes, en la quinta nación más rica del mundo. Su monarca también es uno de los hombres más adinerados del planeta, su fortuna se estima en 20.000 millones de dólares.
Bandar Seri Begawan, la capital
Conocida también como BSB, es una ciudad próspera y tranquila. La vida se recluye en el interior de los edificios religiosos y se recrea en sus coloridos mercados callejeros. El de Kianggeh, en la calle del mismo nombre, exhibe alimentos frescos, pescados y cualquier objeto cotidiano. El mercado nocturno es el de Pasar Serbaguna Gadong y está abierto hasta las doce de la noche. Un ambiente agradable para degustar los platos más tradicionales de la cocina malaya como el kuhi malaya, pastel de pasta, cacahuetes y leche condensada.
Siguiendo los preceptos islámicos, impuestos por el sultán, el consumo de alcohol está prohibido en todo el país. La escasa vida nocturna se anima gracias a algún karaoke, una de las diversiones favoritas de los ciudadanos. Las compras y la comida son los pasatiempos más frecuentes. Pero, la ciudad ofrece toda la ostentación de una capital sustentada en el petróleo. El lujo, a raudales, resulta muy evidente en el palacio del sultán.
Palacio Istana Nurul Imán
El hogar del sultán no admite visitas. Los turistas deben conformarse con apreciar su silueta desde la lejanía. En “el palacio de la luz y la fe” el resplandor de su cúpula dorada es todo un símbolo de la riqueza de su morador. Es el palacio real más grande del mundo y dispone de casi mil ochocientas habitaciones, además de cinco piscinas y plazas de aparcamiento para cientos de coches. Y ese es, precisamente, uno de los caprichos del monarca. Hassanal Bolkiah, sultán de Brunei, posee la mayor colección privada de Rolls Royce de la historia, cerca de quinientos, además de los más selectos modelos de Porsche, Bugatti, Jaguar, etc. Una colección automovilística valorada en cerca de 4.000 millones de dólares.
Las dos mezquitas capitalinas
Sultán Omar Alí Saifuddien
Fue construida a mediados del siglo XX en honor al vigésimo octavo sultán de Brunéi. Los materiales para su edificación fueron encargados a China, Italia e Inglaterra. La deslumbrante riqueza de su interior queda aderezada con alfombras que llegaron desde Bélgica y Arabia Saudí. Suntuosa y elegante resulta aún más majestuosa por su ubicación, dentro de una laguna artificial junto al río. Su cúpula principal está cubierta de oro puro y frente a ella se exhibe la réplica de una barcaza real del siglo XVI.
Jame´Asr Hassanil Bolkiah
Fue construida, en 1994, para conmemorar el veinticinco aniversario de regencia del sultán. Sus cúpulas son de oro y se encuentra en medio de un enorme jardín, en el interior de un complejo señorial. Es la mezquita más grande y moderna de Brunei.
Kampong Ayer o “aldeas de agua”
Es la mayor construcción palafítica del mundo y posiblemente la más antigua. Casas de madera sustentadas en plataformas que se apoyan en largos troncos. Más de cuarenta aldeas con sus escuelas, comisarías, mezquitas y todas las construcciones y servicios necesarios. Poblados flotantes en los que se mezclan viviendas pequeñas y humildes con otras más opulentas.
Pero, la naturaleza tiene mucho espacio en Brunei. El 60% de la superficie del país está ocupado por selva tropical virgen. El país posee algunos de los bosques tropicales mejor conservados del mundo.
Parque Nacional de Ulu Temburong
Una selva tropical virgen repleta de una gran diversidad de flora y fauna sorprendentes. Entre su vegetación habitan gran cantidad de animales salvajes, aunque su inquilino más conocido es el curioso mono nariz o “narigudo”, de cara rosada y nariz abultada, larga y carnosa. Además, están catalogadas más de cuatrocientas especies de mariposas, e insectos de todo tipo y tamaño.
El río Ulu Temburong anima a bañarse entre sus cascadas y a navegar sobre sus aguas. La forma más plácida de visitar la selva es realizar un trayecto en barca. Pero, en la modalidad de aventureros sin vértigo, se puede realizar una incursión en la selva hasta alcanzar The Canopy Walk. Una gran estructura vertical y 746 escalones permiten el acceso a una elevadísima pasarela, un “paseo con dosel”. El puente se alza sobre las copas de los árboles, a sesenta metros de altura, y permite deleitarse con unas vistas, casi aéreas, sobre kilómetros y kilómetros de bosque preservado de la actividad humana.