Su nombre procede de la palabra hebrea bereka con el artículo árabe al, Al-Bereka que significa lugar de aguas, haciendo clara referencia a la abundancia de esta que existe en el entorno.
Hospitalaria y de buen comer
Un paseo por sus calles nos traslada a otros tiempos, a otros mundos, perderse por sus rincones y plazuelas es tarea obligada y uno de los mayores placeres para los que buscan paisajes pintorescos, trazados imposibles de belleza singular, fachadas equilibristas y juegos de luces y sombras que alegran nuestra vista. El marrano de San Antón paseando por las calles nos anunciará que es lugar este de buen jamón y de repente el alma se nos encogerá al oír el tañido de la esquila que nos anuncia que es el momento de las ánimas. Tradiciones vivas que se viven ante nuestros ojos.
Los olores y sabores de esta tierra responderán los paladares más exigentes y un paseo por el mítico y legendario valle de Las Batuecas nos recordará que todavía existen lugares exóticos de belleza natural por descubrir.
La Alberca embruja a quien se acerca para conocerla, La Alberca acoge a todas aquellas personas que quieren disfrutar de la singularidad de su arquitectura, La Alberca acoge con amabilidad a todos los que la visitan.
Lugar de costumbres, tradiciones y ritos centenarios bien guardados con amor y rigor para el asombro de ojos bien enseñados a lo peculiar, ritos y costumbres que nos sumergen en las brumas del misterio y nos muestran el amor de los albercanos por lo ancestral.
La Alberca abrazada por un entorno de naturaleza explosiva de verdor que refresca el espíritu, de los que gustan perderse por senderos y veredas, paisajes cambiantes que nos hacen saber que las estaciones existen para disfrute de la vista.
La Alberca es buen lugar para comer y reposar, de charla tranquila y duradera y un lugar donde uno corre el peligro de abandonar todo lo que conoce, liar los bártulos y hacer de ella lugar final de parada y fonda.
Personajes célebres en La Alberca
El paisaje urbano tiene claras influencias árabes tanto en la trama urbana, con calles sinuosas y estrechas en las que apenas penetra el sol, así como en la forma de construir las viviendas. Fue señorío real hasta que el rey D. Fernando de Aragón lo cedió a la Casa de Alba, bajo la dependencia jurisdiccional de la villa extremeña de Granadilla.
Ha sido y es un pueblo muy bien documentado por numerosas publicaciones literarias junto con revistas y todo ello unido a la fotografía, la pintura, el cine…
Fotógrafos como José Ortiz Echagüe, el alemán Kurt Hielscher, Ruth Matilda Anderson enviada por la institución neoyorquina Hispanic Society en 1930 y 1931 refleja los diversos aspectos de la indumentaria tradicional de La Alberca.
Así, D. Miguel de Unamuno decía cuando, en 1934, quería huir ya del bullicio parlamentario: “De las Batuecas a La Alberca, a ese pueblo -y tan pueblo- recogido entre castaños, al pie de la Peña de Francia. Esas casas caseras, de piedra de berruecos serranos y de madera, de madera renegrida por lluvias y por humo de hogares, esas casas que abrigan bajo los anchos aleros de sus tejados un mundo de recuerdos cotidianos, todos iguales. Relicarios de la dulce continuidad de la vida popular”.
El 5 de agosto de 1913 Unamuno llegó a La Alberca tras realizar un viaje por las Hurdes con sus amigos Maurice Legendre y Jacques Chevalier. Legendre hispanista francés, dirigió la Casa Velázquez en Madrid, pasó largas temporadas en La Alberca, nombrado hijo adoptivo cuenta con un busto en la localidad. En 1922 acompañó a la Comisión Sanitaria presidida por el doctor Gregorio Marañón, esta comisión preparó la visita del rey Alfonso XIII en junio del mismo año y posteriormente en 1933 dio origen al documental de Luis Buñuel “Las Hurdes, tierra sin pan”.
La Alberca con esta arquitectura popular, por la originalidad de sus calles empedradas, sus plazas y tantos rincones que se han mantenido inalterables durante siglos, ha servido de escenario de películas como Marcelino Pan y Vino, El Lazarillo de Tormes, El Valle de las Espadas, El Gran Secreto, Santa Teresa, La Guerrilla, La marrana…
Es ya un tópico decir que La Alberca es un pueblo amigo de los pintores, esa arquitectura, esas gentes fueron retratadas por Joaquín Sorolla para la Hispanic Society of America, por la Escuela Madrileña de Cerámica, José Gerrero y tantos otros.
El pintor valenciano Ismael Blat con sus gestiones y trabajos intervino para que la Alberca fuera declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en 1940, conservando así su ambiente de uno de los pueblos más típicos de España, que ha sido, es y será lugar evocador e inspirador para artistas nacionales y extranjeros. A ello te invitamos amigo visitanteν