Las Salinas de Santa Pola: un paraíso natural en la Costa Blanca
El parque natural ofrece un espectáculo aviar único en un enclave sorprendente, compuesto por blancas montañas de sal que conviven junto al mar y la playa.
En el corazón de la bahía de Santa Pola, en la provincia de Alicante, se extiende el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola, un enclave único donde la naturaleza despliega toda su magia. En este humedal el silencio solo se ve interrumpido por el vuelo de los flamencos y el mecer de las cañas en medio de un impresionante oasis.
El parque -que antes formaba la antigua Albufera de Elche junto al parque natural El Hondo-, con sus 2.470 hectáreas de marismas, combina hoy paisajes de dunas, playas y montañas blancas de sal, testigo de una tradición milenaria de extracción salinera. Su ecosistema, que alterna entre zonas de agua dulce permanente y áreas de inundación estacional, es hogar de una rica biodiversidad aviar. De hecho, acaba de ser incluido en el listado RAMSAR (un registro de prestigio internacional que integra las zonas húmedas más importantes del mundo desde el punto de vista de su interés ecológico), como zona de vital importancia para las aves.
Explorar la naturaleza en un paraje único
Cualquier momento del año es bueno para visitar este humedal gracias a sus más de 300 días de sol. Las cálidas temperaturas y una zona de agua dulce embalsada de forma permanente en el interior del humedal atraen a multitud de aves de paso, aunque muchas especies también han hecho de las salinas su hogar.
Los visitantes pueden observar y disfrutar del espectáculo que ofrecen los flamencos rosados, que a menudo superan los 8.000 ejemplares (es la especie más numerosa de este parque), además de avocetas, cigüeñuelas, patos colorados, garzas, somormujo, cormorán grande o los simpáticos chorlitos.
Hay varias formas de conocer las Salinas de Santa Pola. Contar con un guía puede ser una gran forma de descubrir todos los secretos de este humedal, pero también hay varias rutas señalizadas que permiten disfrutar del paisaje y la fauna. Además, se puede completar el recorrido pasando por los restos arqueológicos y estructuras históricas que ha dejado la producción de sal. Las dos rutas principales parten desde el Museo de la Sal y el Centro de Interpretación.
Ruta del Bon Matí
Este recorrido combina naturaleza y patrimonio salinero. Aquí se pueden conocer las instalaciones dedicadas a la sal, el sistema propio de "cosecha" y su rico patrimonio arqueológico. La visita acaba junto a las "montañas de sal", que son todo un símbolo paisajístico de este Parque Natural.
Ruta roja del Tamarit
Se trata de un itinerario de 3 kilómetros que atraviesa ambientes como el saladar y la playa, mientras se disfruta de vistas panorámicas que abarcan el cabo de Santa Pola, la isla de Tabarca, y las playas cercanas hasta Torrevieja. Parte de las montañas de la sal y llega hasta el canal de desagüe de las salinas de Braç del Port.
Ambas rutas ofrecen miradores estratégicos para contemplar el paisaje y la fauna, ideales para la fotografía y la observación de aves. Para aquellos especialmente interesados en las aves, el parque organiza visitas guiadas con expertos ornitólogos. Estas incluyen caminatas por las dunas protegidas, donde la flora y fauna autóctonas conviven en armonía, y culminan con un picnic de productos locales en un entorno privilegiado.
Sea cual sea la forma de visitar el parque, un día en las Salinas no estaría completo sin disfrutar de la exhibición de colores que brinda el atardecer. Las calmadas aguas del parque reflejan una paleta de colores que transforma el paisaje en un cuadro viviente. Aquí la cámara resultará, sin duda, un imprescindible para capturar la belleza de este rincón alicantino.
Los tesoros de la Costa Blanca
Además del parque, esta zona ofrece muchas y variadas experiencias culturales y gastronómicas. Para culminar un día marinero tras recorrer cada rincón de las Salinas, es más que recomendable una visita a la subasta de la Cofradía de Pescadores que se celebra cada tarde en la lonja de Santa Pola, una forma de sumergirse en una experiencia costumbrista cargada de historia.
Y es que, además de la extracción de la sal, esta villa marinera vive de su 'Peix de Santa Pola': el salmonete, la pescadilla, la gamba, la cigala, el pulpo o el calamar y, por supuesto, de su célebre quisquilla.