A partir del siglo XVIII Francia se convirtió en la cuna de las esencias aromáticas y del perfume. Concretamente, Grasse es la capital internacional de los perfumes por ser tierra proveedora de la materia prima para las esencias. Se encuentra en la Costa Azul, a 14 kilómetros al noroeste de Cannes y a 30 del aeropuerto de Niza. Pertenece al departamento de los Alpes Marítimos y está situada en una colina a 750 metros de altitud, rodeada de valles de color por la abundancia de flores, sobretodo, de rosas, jazmines y nardos. Su especial microclima, con temperaturas cálidas y la humedad del Mediterráneo cercano, la hace ser una tierra ideal para el cultivo de las flores de perfumes delicados: rosa, jazmín, clavel, nardo, violeta o flor de azahar.
Su seña de identidad, el perfume, atrae a miles de turistas a lo largo del año. Y es que de los 200 perfumistas que hay en el mundo, en Grasse se encuentran 40. Es por ello que un viaje a esta ciudad no puede terminar sin haber visitado alguna perfumería. Las principales, como Fragonard, Galimard y Molinard, ofrecen visitas guiadas para explicar todo el proceso de elaboración del perfume. Además, el visitante puede hacer su propia muestra de perfume o intervenir en cualquiera de los procesos de producción, como la recogida de flores o el envasado de la esencia.
Más allá de su fama por la perfumería, Grasse es una ciudad medieval de gran valor patrimonial. En ella domina la arquitectura al estilo genovés y provenzal: palacetes y casas, soportales, callejuelas empedradas estrechas y laberínticas, plazas con fuentes, el antiguo casino Belle Époque, hermosas villas del siglo XVIII y la catedral de Notre-Dame du Puy, sin duda uno de los grandes atractivos arquitectónicos de la ciudad, de estilo románico provenzal que en su interior recoge auténticas maravillas, como el retablo, las vidrieras, estatuas de Baillet o cuadros de Rubens. Otra de sus señas es la gran cantidad de rampas, escaleras y desniveles que tiene, debido al enclave natural en que está asentada. Pasear por sus callejuelas encontrándose cada poco con sus fuentes, parques o plazoletas es una prueba para las piernas pero un placer para la vista.
En Grasse se encuentran museos como el Museo de Arte e Historia de Provenza, ubicado en un palacete y en el que se descubre la vida cotidiana de la Provenza gracias a diferentes obras y objetos. El Villa-Museo Fragonard, consagrado al pintor Jean-Honoré Fragonard o el Museo Internacional de la Perfumería, en el que se reconstruyen los 4000 años de tradición del perfume y la evolución de las técnicas utilizadas. Además, en él se exponen los frascos de los perfumes diseñados desde el inicio de la tradición hasta hoy, las etiquetas con los dibujos creados para cada perfume y también permiten oler las esencias con las que se elaboran las fragancias.
No se puede olvidar visitar el entorno de la ciudad, sus parajes son unos de los más bellos de la Costa Azul. Desde 2012, la región de los Prèalpes d’Azur ha sido declarada Parque natural regional por su potencial en biodiversidad: cuenta con más de 2000 especies vegetales. Otros parajes naturales dignos de ver son: la Réserve Biologique des Monts d’Azur, que cuenta con 700 hectáreas donde viven en libertad animales salvajes, y las cuevas de St Nazaire y las de Baume Obscure.
La ciudad cuenta con actividades programas en ciertas épocas del año donde se realza la esencia de la zona. En la época estival la ciudad se llena de espectáculos, exposiciones y eventos con el perfume como elemento principal. Por ejemplo, las denominadas Siestas perfumadas, donde la ciudad se llena de tumbonas para disfrutar del descanso y de las vistas, la Fiesta del jazmín, celebrada en agosto y que durante tres días las calles se inundan de flores o la Batalla de flores, en la que la gente es rociada con agua de jazmín y ramos de flores.
En cuanto a la cocina, en Grasse se encuentran influencias provenzales e italianas. Conviene probar la Fougassete, un estilo de fougasse pero dulce y con esencia de flores de azahar. Otras especialidades son Lou fassum, col rellena de carne; tarta de calabaza, típica en Navidad o los buñuelos de flores de calabaza.