En los últimos años, Taiwán está empezando a despegar como un popular destino turístico en Asia. Sus impresionantes paisajes naturales, la excelente gastronomía y la calidez de su gente han influido para colarse en los primeros puestos de las listas turísticas del continente. Su extensa red de transporte público y los precios asequibles también han ayudado a ello.

Taipéi.

Taipéi, su capital, es el principal destino del país. Se trata de una ciudad en constante transformación, de las más vibrantes de Asia. Sus numerosos museos, parques, mercados nocturnos, zonas comerciales y demás oferta cultural convierten a Taipéi en un destino ideal para perderse por sus calles y poder encontrar los diferentes lugares emblemáticos. En la ciudad hay dos partes perfectamente diferenciadas: el Taipéi tradicional, con las antiguas casas de té de ladrillo rojo, los templos y las casas tradicionales japonesas, y el Taipéi más vanguardista y puntero, con rascacielos y luces de neón. Una parada imprescindible para ver Taipéi a vista de pájaro es subir a ‘Taipéi 101’, la torre con forma de bambú de 508 metros.

En Taipéi se pueden encontrar numerosos museos de arte e historia, entre ellos, el museo de arte chino más importante del mundo. La oferta en salas de exposición y salas de conciertos es cada día mayor y más variada.

El Taipéi más urbanita.

Pasando al tema de la religión, el budismo y el taoísmo han pasado a formar parte de su legado cultural, destacando la gran importancia que se les da a los templos. Es muy fácil que, en un paseo por la ciudad, nos encontremos con varios coloridos templos, llenos de detalles y representaciones de dragones. Uno de los más importantes es el templo de Longshan. También hay que dedicar un paseo recorriendo el Memorial de Chiang Kai-Shek dedicado al expresidente Chiang Kai-Shek, un lugar relajado situado en el corazón de la ciudad antigua con grandes jardines y una gran plaza que alberga el National Concert Hall y el Teatro Nacional.

Sin alejarse mucho de Taipéi ya se puede disfrutar de las fantásticas vistas de los frondosos bosques que caracterizan a la isla. Aproximadamente un 75% de la isla es paisaje natural, con una cordillera central que la cruza de norte a sur, lugar ideal para practicar deportes como senderismo o escalada. En Taiwán hay ocho parques naturales, siendo el más conocido y visitado el desfiladero en el Parque Nacional de Taroko, con abruptas paredes de mármol que conviene visitar para disfrutar de sus paisajes montañosos, con montañas de hasta 3.700 metros, y abundante vegetación.

Otras actividades naturales de las que disfrutar en la isla es remar entre las aguas del Lago Sun Moon, el más grande de Taiwán; recorrer la Isla de Lanyu, o isla de las Orquídeas, donde viven los aborígenes Yami con sus decoradas canoas o sus casas semisubterráneas, envuelto todo ello en un paisaje rocoso erosionado por el agua; surfear en las olas de las playas del Parque Nacional de Kenting, donde podrás disfrutar de playas de arena blanca; bucear entre los vírgenes arrecifes de coral de la Isla Verde, o relajarse en las aguas termales de Zhiben, que aunque hay numerosas zonas donde sumergirse en baños calientes, Zhiben tiene los resorts de aguas termales más antiguos y remotos de la isla.

Pero para adentrarse por completo en la naturaleza hay que ir al Parque Nacional de Shei-Pa, una de las extensiones más vírgenes de Asia. Ahí se pueden divisar 51 picos que pasan de los tres mil metros de altura, además de las especies más raras y endémicas que están estrictamente protegidas.

Si algo aman los taiwaneses es la comida. Por eso la oferta gastronómica de la isla, y en especial la de Taipéi, es abrumadora. Hay una infinita oferta con todo tipo de comidas, desde los platos más típicos de la comida china y japonesa, sin olvidar las demás variedades de Asia, hasta la cocina occidental. Pero el punto clave que no se puede perder ningún turista son los mercados nocturnos: el lugar ideal para probar la gastronomía taiwanesa. Algunos de estos mercados son: el de Shida o el de Shilin, verdaderamente famosos entre los locales y los turistas. Otro punto de los taiwaneses es su amabilidad y su predisposición a ayudar. Aunque son pocos los que dominan el inglés, no dudan en suplir esa carencia con su gran amabilidad y calidez.