El otoño ya ha entrado y con ello despedimos el calor y los planes más veraniegos
después de meses plagados de olas de calor y muchos baños. Pero qué mejor manera de disfrutar de la estación otoñal que ir a recorrer uno de los parques nacionales más destacados de España. Se trata del parque de Ordesa y Monte Perdido, en el pirineo oscense, en la comunidad de Aragón.
España cuenta con un gran potencial natural y es que en su extenso territorio se pueden encontrar numerosos espacios naturales. Cuenta con 15 Parques Nacionales, además de un gran número de espacios catalogados como Parques Naturales y otros espacios de gran interés natural y cultural. Todos ellos protegidos para garantizar la pervivencia de los hábitats, aunque se pueden visitar, existiendo rutas de senderismo, trekking o montañismo ideales para los amantes de la naturaleza en estado puro.
Ordesa y Monte Perdido es uno de los paraísos naturales que tiene España en este
sentido. Se sitúa entre los términos municipales de Torla, Broto, Fanlo, Tella-Sin,
Puértolas y Bielsa, y es un auténtico paraíso en el corazón del Pirineo aragonés, así como uno de los primeros espacios naturales protegidos de Europa. Su importancia natural le han hecho sustentarse con tres figuras de la Unesco: Reserva de la Biosfera Ordesa-Viñamala, Sitio Patrimonio Mundial de la Unesco Pirineos-Monte Perdido y Geoparque Mundial de la Unesco Sobrarbe-Pirineos.
Los lugares claves
Dominando su orografía se encuentra el imponente Monte Perdido, de 3.348 metros de altitud, siendo así el mayor macizo montañoso calcáceo de la Europa Occidental. Los paisajes que se ofrecen en este parque están dotados de unos grandes contrastes: en las zonas altas predomina la aridez extrema de los desiertos kársticos y en los valles se forman impresionantes cascadas y barrancos cubiertos de una exuberante vegetación. Entre la fauna que pueblan estos parajes destaca el quebrantahuesos, el águila real y el gorrión alpino, que dominan el espacio aéreo, mientras que en el suelo destacan el tritón de los Pirineos, las marmotas, los sarrios o la rana pirenaica. El fuerte desnivel que se da en el parque es una de las razones por las que cuenta con una gran biodiversidad. Se contabiliza en 1.400 las especies vegetales, acaparando casi la mitad de la flora del Pirineo.
Pero para conocer de primera mano este encanto natural de Ordesa hay que visitarlo.
Hay lugares a los que se puede llegar en coche y otros ideales para los que les gusta el
senderismo y las caminatas. Para contemplar el cañón de Ordesa desde las alturas y sin caminar, destacan los servicios de todoterreno en Torla y en Nerín que llevan hasta el refugio de Góriz o la Brecha de Rolando. Otra de las excursiones clásicas en Ordesa es la que va desde la pradera hasta la última cascada, la Cola de Caballo, pasando por las cascadas de Arripas, El Estrecho y la Cueva, el bosque de hayas o las Gradas de Soaso.
El valle de Pineta es uno de los más majestuosos de todo el Pirineo y está situado en la depresión que se extiende entre Monte Perdido y la localidad de Bielsa. Es un buen ejemplo de artesa glaciar, en él se erigen abruptas crestas y picos que sobrepasan los 2.000 metros y están habitados por espesos bosques de pinos, abetos y hayas. También se encuentran espectaculares cascadas por las que se precipita el río Cinca. En la parte superior del valle está el circo y el balcón de Pineta, el lago helado del Marboré y la pared norte del Monte Perdido, elementos que no dejaran a nadie indiferente.
Otro impresionante e imprescindible lugar que recorrer en el parque de Ordesa es el Cañón de Añisclo, un impresionante valle con un circo glaciar que se encajona en un profundo cañón. Este es uno de los más salvajes y bellos de Europa. El río Bellós deja a lo largo de su recorrido una sucesión de toboganes y cascadas, así como espléndidos paisajes a sus orillas con tupidos bosques. Este paisaje se complementa con la obra humana, tales como un puente romano que atraviesa al río, la ermita de San Urbez, las ruinas del molino de Aso o la cueva del Moro.
Finalmente, las fajas del parque son otro punto fuerte para los que disfrutan caminando. Se trata de las cornisas que recorren las paredes a gran altura y permiten el paso seguro. Hay algunas que requieren de unos ciertos conocimientos debido a su dificultad y la más asequible puede ser la faja de Pelay. Desde la pradera se toma la Senda de los Cazadores, muy empinada y sinuosa que avanza hasta el mirador de Calcilarruego, desde donde se ofrecen unas vistas de lo más espectaculares del valle y de las montañas. Continuando desde el mirador se puede llegar hasta el circo de Soaso para contemplar la vegetación del pino negro y el rododendro.
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