El centro histórico de Viena es un verdadero tesoro, en la que confluyen una gran variedad de riquezas tanto en lo artístico como cultural, ejemplos de arquitectura, escultura, pintura y ante todo, de música. La capital de Austria posee ese impresionante arte, y lo lleva asociado desde hace tiempo. ¿El porqué? En Viena están dos de las sedes más importantes: la Staatsoper (la Ópera Estatal) y la Musikwerein. En esta última, cada año la Orquesta Filarmónica de Viena ofrece al mundo su concierto de Año Nuevo. De esta forma, la Ópera de Viena, la Scala de Milán y la Ópera de París, forman un complejo sobre el que se establece una de las más importantes partes del canto.
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Existen más razones por las que Viena posee el título de Capital Mundial de la Música. Por ejemplo, músicos imprescindibles como Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Antonio Vivaldi, los Strauss, Franz Schubert, Joseph Haydn, Richard Wagner o Johannes Brahms compusieron y estrenaron muchas de sus obras.
Viena también es la sede del coro más relevante del mundo, los Niños Cantores. Por lo que no es raro que en Viena todo gire en torno al arte. La música se respira en cada rincón de la ciudad y nos encontraremos con gente vendiendo entradas para la multitud de espectáculos musicales que se ofrecen. Sobre todo se puede ver en el Graben, una plaza peatonal en el centro de la ciudad y un punto de encuentro de muchos de sus habitantes alrededor de la Columna de la Peste.
Muy cerca está la Catedral de San Esteban, que data del siglo XII y que ofrece líneas clásicas, muy diferente al edificio situado enfrente, el Hotel Do&Co, el templo de los fotógrafos creativos. Y es que Viena tiene una gran tendencia por la arquitectura original. Para confirmar esta idea, se puede visitar el Pabellón de la Secesión, el cual fue construido por Olbrich en el siglo XIX y está coronado por una cúpula de hojas de laurel doradas. Bajo ella se encuentra un espacio iluminado por una maravillosa luz natural, el llamado Frisco de Beethoven, un mural al fresco hecho por Gustav Klimt.
El imperio astrohúngaro tuvo en su tiempo mucha importancia política, y en consecuencia también artística en todo el continente. Esto explica las grandes magnitudes que poseen los dos palacios imperiales de Viena: Hofburg y Schonbruun. El primero es un complejo constituido por 18 alas, y la mayor parte de los visitantes tienen como principal objetivo ver las estancias en las que vivió Elizabeth von Wittelsbach.
Schonbruun fue el palacio de verano de los Habsburgo, el cual aparte de todas sus estancias, posee unos jardines cuyo paisaje es muy similar al de Versalles. Durante el verano, esos jardines se convierten en el escenario de un concierto popular en el que la Filarmónica de Viena se pone a disposición de un músico con alta relevancia a nivel internacional. Como vemos, la capital austriaca es una autentica joya de la buena música.
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Antes de abandonar la ciudad, es imprescindible dedicar tiempo para visitar el Barrio de los Museos y perderse en cada una de las obras que ofrecen las instituciones culturales que se establecen en Viena. 90.000 metros cuadrados de salas que fueron caballerizas imperiales, junto con atractivos ejemplos de la arquitectura de vanguardia. El más visitado es el Léopold, debido a la espectacular colección de piezas de Klimt y Kokoschka que tiene, descubriendo al visitante una dimensión más de las muchas de las que presume Viena.
En cuanto a la oferta de alojamientos en Viena es muy amplia y variada. El Hotel Sacher es uno de los más clásicos hoteles de lujo de la ciudad. Sacher es conocido por albergar a los invitados de las cenas imperiales. Por otra parte, Das Triest ha pasado en escasos años a ser el favorito de muchos famosos, artistas y estrellas de la música. El Palais Coburg también está caracterizado por el auténtico lujo.
También destacamos el Hotel Ratahus Wein & Design, donde el nombre de las habitaciones, los detalles y la decoración tiene una estrecha relación con el vino. Hay que saber que Viena es la única capital del mundo que cuenta con denominación de origen vinícola. Además de chocolates, dulces y exquisitos pasteles artesanales, Viena siempre tuvo gran popularidad por del vino y la cerveza, dos buenas razones para disfrutar de la noche en la ciudad.
De esta forma, Viena, con sus grandes y lujosos palacios, algunos de los templos más importantes de la música mundial, museos vitales, arquitectura inédita y singular, viñedos, estatuas doradas, y el sugerente Danubio, simboliza uno de los lugares a donde todo apasionado de la belleza y delicadeza querría volver siempre.
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