Con los atentados de París aún recientes en nuestras retinas, las cosas no están para frivolizar con el terrorismo. Lo sucedido el pasado viernes 13 prueba la escalada que supone pasar de eventos aislados y lobos solitarios, a acciones coordinadas que implican a varias células terroristas que planifican atentados estratégicos en una misma ciudad, como auténticas acciones de guerra.
Las declaraciones del ministro del Interior belga, Jan Jambon, apuntando al uso de la PlayStation 4 como medio de comunicación preferente para los terroristas, permiten comprobar que resulta imposible plantearse la prevención del terrorismo mediante la monitorización de las comunicaciones.
El ministro belga cita los foros que la PlayStation 4 permite crear entre sus usuarios como un medio difícil de monitorizar, pero la realidad es que en el entorno tecnológico actual, las opciones de comunicación son prácticamente infinitas. Varias investigaciones norteamericanas han tenido que replantearse debido al uso por los implicados del iMessage de Apple, una herramienta sencilla que utiliza una clave de cifrado que la compañía no conoce ni posee.
Parece complejo meterse en la mente de terroristas capaces de desarrollar durante años una vida aparentemente normal, pero dispuestos a cargarse de explosivos y armas en cualquier momento para salir a morir mientras cobardemente asesinan a víctimas inocentes. Pero parece claro que, puestos a coordinarse, disponen de una inmensa gama de opciones. Los atentados de París podrían haberse planificado simplemente mediante una conversación durante una comida: se trata simplemente de diseñar un plan y acordar acciones y horas.
Como reacción a los atentados de París, veremos a numerosos políticos tratando de justificar poner bajo vigilancia a toda la población. El sueño de tener a todos los ciudadanos perfectamente monitorizados es tan viejo como la política, y atrae igualmente a regímenes de todo color. Ya hemos visto iluminados intentando culpar a Edward Snowden, como si no hubiese habido casos anteriores de redes terroristas utilizando sistemas que ninguna inteligencia consiguió interceptar. Y veremos más.
Francia y el Reino Unido pretenden obtener una falsa sensación de seguridad derivada de la suspensión del derecho de los ciudadanos al secreto de las comunicaciones. No sirve absolutamente para nada. La realidad es la que es: cuando un político propone ese tipo de medidas, no pretende protegernos del terrorismo. Pretende otras cosas.
Que no te vendan motos averiadas. La monitorización generalizada no previene el terrorismo. El terrorismo es una lacra contra la que hay que luchar por todos los medios posibles. Pero poner bajo una inútil y absurda vigilancia a todos los ciudadanos no es uno de ellos.