"Todos los juegos tienen una historia. Sólo una es una leyenda". Con una épica canción de Conan como sintonía, el tráiler de presentación de Wind Waker en 2002, versaba una frase que define lo que significa The Legend of Zelda para la industria. De cada nuevo título de la saga se espera lo mejor. Cuanto más ofreces, más te exigen. Y Zelda ofrece mucho. La muestra más reciente de ello es Breath of the Wiltd, el esperado título que tras años de espera se estrena este viernes 3 de marzo para Wii U y Switch.
10 de 10 en Edge. 40 de 40 de Famitsu. Esas fueron las primeras notas internacionales de la nueva entrega. La gran pregunta que surge al ver esas notas es si provienen de los elementos clásicos de la franquicia o de las novedades que ofrece este nuevo capítulo. Porque Breath of the Wild supone una revisión de conceptos. El traje de Link, de color azul (al menos de primeras) en lugar del icónico verde, actúa como una metáfora. Adiós a las limitaciones del pasado. Bienvenidos sean el mundo abierto y otros conceptos de videojuegos modernos.
Esta vez se ha querido experimentar. Y para ello han dedicado su tiempo. Seis años han transcurrido desde el lanzamiento del último juego de la saga para consola de sobremesa. Y dedicar esfuerzo y mimo suele salir bien, sobre todo si te llamas Nintendo. Le ha sentado bien el reposo. Personalización, crafteo o doblaje (incluído al castellano) son algunas de las novedades. También el cambio de las clásicas mazmorras, de mayor envergadura que los nuevos santuarios. Eso sí, el espíritu de resolver puzles seguirá intacto.
Eiji Aonuma, productor de Zelda, contaba en una entrevista a WWG que The Witcher 3, The Elder Scrolls V Skyrim y Far Cry 4 habían servido como inspiración al juego. Todos ellos son juegos con enormes terrenos por explorar. Algunas de sus ideas estarán presentes en Breath of the Wild, incluída la libertad de movimiento. Hasta el punto de que se puede completar el juego sin haberse pasado toda la historia. Pero lo que verdaderamente se le da bien a Zelda históricamente es inspirar a otros, y habrá qué ver cómo influye en futuros desarrollos. Como mínimo, Zelda ha cambiado para siempre.
Bandera de Switch
Es apropiado hablar de un "vendeconsolas" al referirse a un juego que sirva para justificar el desembolso al comprar una nueva consola. Es el caso de este Breath of the Wild. El título estaba originalmente listado para salir en Wii U y sus retrasos provocaron que se hiciese coincidir con la salida de Switch para formar parte también de su catálogo inicial.
Es de hecho el mejor juego de los que este 3 de marzo salen con la consola. Se ha criticado que Switch saliese con pocos títulos, pero la presencia de Zelda entre ellos ha servido para animar las reservas de la consola.
La versión de Switch muestra más definición pero la experiencia jugable es la misma en las dos consolas. El título no aprovecha todas las características de la nueva consola, como la vibración HD, pero sí que es una gozada jugarla en formato portátil.
Amor a primera vista
Hace tiempo que Zelda se desentendió de intentar lucir unos gráficos fotorrealistas. Su apuesta fue otra: enamorar visualmente. Y lo consiguió con un aspecto 'cartoon' que dio mucha personalidad a varios de sus títulos y a Link, el héroe mudo.
Esa misma estética, aunque a un nivel mucho más trabajado, es la que luce esta nueva entrega desarrollada por Nintendo. Hay juegos superiores a nivel gráfico pero es complicado encontrar juegos más bellos. Hyrule entra por los ojos. Verlo es como observar un cuadro o un capítulo de anime.
Además de ello, Breath of the Wild respira épica por sus cuatro costados. Ahí es donde aparecen factores propios de la saga como la Espada Maestra o sus míticas melodías. Todo lo necesario para una aventura inolvidable.
Las pequeñas cosas
La aventura de Link será más vasta que nunca. A todos los niveles. Los terrenos a recorrer son gigantesctos y a ello hay que añadir las alturas. Porque la escalada será importante en esta entrega. Y ello supone nuevas formas de desplazarse: el parapente, por ejemplo, será una de las opciones más recurrentes junto a los caballos.
Y el monumental mundo abierto le sienta como un guante a Zelda. Porque cuando decide hacer algo lo hace a lo grande. Y Breah of the Wild ha sabido aprovechar ese salto, haciendo que recorrer Hyrule sea siempre divertido. Nunca se sabe que se puede encontrar a continuación porque sus paisajes están vivos y repletos de peligros. En el sentido más estricto de la palabra. La dificultad es mayor que en anteriores entregas y se morirá más a menudo. No es un juego sencillo. Tampoco lo ha sido la espera hasta tenerlo entre las manos, pero ha merecido la pena.
La aparición de un animal y su comportamiento, el sonido del viento... A pesar de traer un mundo tan gigantesco, la atención la han puesto en las pequeñas cosas. Y citando al gran Hank Scorpio, "las pequeñas cosas son las que hacen la vida". Que la climatología pueda suponer la muerte es sólo un ejemplo de cómo influye todo en la jugabilidad. Si Link lleva objetos de metal, un rayo podría caer sobre él y acabar con su vida. Desde Nintendo han cuidado detalles que sorprenderán al jugador. Todo para que Breath of the Wild haga honor una leyenda que lleva forjándose más de 30 años.