Imagen de archivo de unos montículos de piedras en la costa.

Imagen de archivo de unos montículos de piedras en la costa. iStock

Vivir

Para qué sirven las apachetas, las pequeñas torres de piedras que se encuentran en los senderos

Esta moda, importada de otras culturas, puede poner en peligro la biodiversidad y erosionar el terreno donde se colocan. 

28 agosto, 2023 09:04

Tanto si has seguido una ruta de senderismo, como si has ido a una playa rocosa, te habrás topado con un montoncito de piedras apiladas en forma de torre y te habrás preguntado quién demonios lo ha puesto ahí y por qué. Lo más probable es que se haya colocado con el fin de marcar que alguien ha pasado por allí o para medir la distancia de un punto a otro. 

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Cada vez es una práctica más frecuente, sobre todo en los turistas que desconocen o ignoran sus consecuencias ambientales. Este pequeño gesto, que esperemos no hayas reproducido nunca, no es tan inofensivo como parece. Apilar piedras, dejando amplias zonas del terreno expuestas, amenaza la seguridad de muchos animales, algunos en peligro de extinción, que las utilizan como refugio o dependen de sus condiciones.

Esta peligrosa moda tiene un origen más inocuo del que se podría imaginar. Hunde sus raíces en numerosas tradiciones espirituales y religiosas del mundo. Milladoiros en Galicia, cairns en Irlanda, carnedd en Gales, o apachetas en los Andes. Adoptan diferentes nombres dependiendo de la cultura a la que nos refiramos. 

El impacto ambiental

Según un comunicado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), este tipo de estructuras modifican el hábitat de especies animales y vegetales que usan las rocas como refugio o dependen de las condiciones de microclima asociadas a ellas. Son clave para especies de insectos, caracoles y arañas y su disposición influye en la dinámica entre los depredadores y las presas. O, dicho de otro modo, deja sin escapatoria a muchos animales que terminarán siendo devorados por otros. 

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“Esta nefasta práctica tiene un impacto principalmente preocupante en áreas áridas, en las que dichas condiciones microclimáticas son primordiales para las especies que se refugian debajo de las piedras", señaló la investigadora del CSIC Anna Traveset, que trabaja en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (centro mixto del CSIC y la Universitat de les Illes Balears) en declaraciones recogidas por el comunicado. 

Además, añade Traveset, "erosionan el suelo y provocan daños en la vegetación". Por eso, "mover, quitar o romper estas piedras puede causar un desequilibrio en el ecosistema”.  

¿Moda o tradición milenaria?

En Asia, sobre todo en las tradiciones budista y taoísta, el apilamiento de piedras es un símbolo de representación del equilibrio y la armonía internos. Similarmente, en las culturas indígenas de América del Norte y del Sur, como las civilizaciones andinas, construían montículos de piedras en lugares sagrados para entrar en contacto con diferentes deidades, como la Pachamama o 'Madre Tierra'. 

En las montañas de los Andes todavía se pueden apreciar estas mini construcciones —las apachetas—. Pero, a diferencia de los montículos que podemos encontrar en las playas y bosques españoles, esconden un significado más profundo.

Los espacios donde se encuentran son lugares cargados de significado para las comunidades locales, algo que identifica a los individuos y los relaciona entre sí, compartiendo una historia en común. Estos grupos sociales los dotan de sacralidad y, a través de los ritos, renuevan permanentemente su vigencia en el tiempo y confirman su respeto a sus dioses y deidades.

Las civilizaciones andinas los colocaban también en los senderos y orillas para pedir protección en los peregrinajes y como símbolo de reverencia ante los apus (los espíritus de las montañas). En el norte del mismo continente, los montículos de piedra también se utilizaban para guiar y proteger a los viajeros durante su travesía. La tradición prohíbe la destrucción de estas mini-estructuras, denominadas inukshuk —que significa tanto "alguien ha estado aquí" como "vas por buen camino"— en la lengua local. 

En el comunicado del CSIC, Traveset advierte que "esta moda banal e importada de otras culturas constituye un grave atentado al medio ambiente y al paisaje de las áreas naturales”.