Sin aliento. Así es como te deja este templo jainista cuando lo visitas por primera vez. Situado entre las ciudades de Jodhpur y Udaipur, en mitad de las montañas Aravalli, en la India, el templo de Ranakpur es uno de los cinco lugares más sagrados para los jainistas de todo el país.
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Más conocido como Chaumukha, o templo de las cuatro caras, se cree que fue erigido allá en el siglo XV por encargo del rey Rana Kumbha a Dhanna Shah, un empresario local. Al menos, así lo hace saber un texto en sánscrito, el Soma-Saubhagya Kavya, encontrado en el propio templo.
Cuenta la leyenda que Dhanna Shah, que además de mercader, era un importante ministro de la corte, soñó una noche con un "vehículo celestial". Cuando despertó no tenía en su cabeza otra cosa que una obsesión onírica: construir un templo con la forma que había soñado y, así, alcanzar el paraíso. Cuando compartió su visión con el rey, este dispuso todo lo necesario para llevarla a cabo bajo una condición: que el templo fuese bautizado en honor al monarca.
Se cree que fue en 1394 cuando se empezaron los preparativos para la construcción. Fue el excéntrico asceta Deepak el que diseñó el proyecto que se consideró "obra de los dioses". Así, dio comienzo la construcción de un templo que tardó más de 50 años en acabar.
Una arquitectura única
Lo que más llama la atención del templo de Ranakpur es su inmensa estructura, tallada por completo en un mármol ligeramente coloreado. La infraestructura se levanta sobre una base de bóvedas subterráneas que se extienden a lo largo y ancho de más de 4.459 metros cuadrados.
Dicen quienes lo han visitado que entrar en el templo es una experiencia ya de por sí única. Y es que cada sala, cada rincón, cada techo y pared está tallado y diseñado para dejar a los visitantes atónitos.
"El momento en que entras en el templo de Ranakpur es el momento en que empiezas a desentrañar su verdadero esplendor", explican desde la página web de turismo del estado indio de Rajastán, donde se encuentra este lugar sagrado para los jainistas. Y es que los rayos de luz entran en Chaumukha de tal manera que iluminan sutilmente los pasillos de pilares tallados que, a su vez, los reflejan para que alumbren las cúpulas ornamentadas.
El complejo de templos de Ranakpur se divide en los lugares sagrados Parshavanath, Chaumukha, Surya y Amba Mata. Es el Chaumukha el principal y más impresionantes. Este templo, además, es la casa del principal dios jainista, Adinath.
Y es que, en total, este complejo cuenta con 1.444 pilares intrincadamente tallados, 24 salas de columnas y 24 cúpulas que se erigen sobre 400 columnas adicionales. Lo más asombroso es que no hay dos columnas iguales en todo el lugar.
Además, la estructura del templo tiene cinco chapiteles; cada uno alberga un santuario debajo. Bajo el más grande, en el eje de la entrada principal al templo, se puede ver la estatua de Adinath, de casi dos metros.
Pero, ¿por qué se llama el templo de las cuatro caras? El motivo es otro de los detalles del lugar, y es que se puede ver una imagen de las cuatro cabezas de Adinath, protegida por una serpiente de 108 cabezas con numerosas colas. Las cuatro cabezas se enfrentan a cuatro direcciones, lo que representa la persecución de los Tirthankaras.
Los techos del complejo de templos están adornados con diseños geométricos y pergaminos. Llama la atención, también, las tallas de ninfas y doncellas celestiales tocando instrumentos musicales a una altura de más de 13 metros.
¿Quiénes son los jainistas?
El jainismo es una doctrina que surge en India en el siglo VI y que reivindica la salvación a través de la filosofía. Los jainistas creen en la existencia del alma, pero no en dios. Su filosofía gira en torno a problemas de metafísica, cosmología, ontología, epistemología y divinidad.
Es distintivo en la filosofía jainista el dualismo, la negación de un dios creador y omnipotente, el karma, un universo eterno y no creado, la ahimsa o no violencia, la teoría de las múltiples facetas de la verdad (anekantavada) y una moral basada en la liberación del alma
También se le ha considerado un movimiento ascético, pues hace hincapié en el autocontrol, la austeridad y la renuncia.