La cena de Navidad es ese momento que todos deseamos que nunca acabe para poder disfrutar de los mejores embutidos sin prohibiciones, y de las mejores recetas de todo el año. Dentro de todos estos manjares, hay dos que son considerados como los reyes, las gambas y los langostinos.
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Su versatilidad en la cocina permite preparar una variedad de platos, desde aperitivos hasta platos principales. No hay familia que no los utilice durante estos días para realizar sopas y arroces, pero también, para servirlos en su forma más natural, que es como más se disfrutan.
Lo cierto es que el marisco nos gusta durante todo el año, pero durante la Navidad es un banquete clásico. La experiencia de pelar y sumergirlos en salsa es el momento en el que todos pensamos cuando comenzamos a preparar la mesa.
Su sabor único agrega un toque especial a las festividades, y son muchas las personas que solo comen langostinos en Navidad porque en otro momento del año no corresponde.
Aun así, como en casi todas las cosas, existe divergencias entre unos y otros, y este caso no iba a ser menos. A la hora de comer langostinos, está el grupo que odia la cabeza del crustáceo y el grupo que, en cambio, disfruta de ellas.
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Tanto las gambas como los langostinos contienen un alto valor nutricional, pero siento decirte que si eres de los segundos, deberías empezar a ser de los primeros.
Por qué no deberías chupar la cabeza
Ciertamente, desde hace tiempo, las autoridades sanitarias advierten que este hábito no es aconsejable debido a la acumulación de sustancias que podrían no ser saludables.
La cabeza, no solo de los langostinos, sino también de otros mariscos, puede contener concentraciones de metales pesados, como el cadmio, y otras sustancias que se acumulan en los tejidos grasos del animal.
Así lo advirtió la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), dependiente del ministerio de Consumo del Gobierno, que recomendó "limitar en la medida de lo posible el consumo de la carne oscura de los crustáceos, localizada en la cabeza, con el objetivo de reducir la exposición de cadmio".
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En la cabeza de estos crustáceos hay hasta cuatro veces más de cadmio de lo normal en otras partes de sus cuerpos, ya que es ahí donde tienen el hígado y el páncreas. A pesar de que el primero sea el encargado de filtrar los metales pesados, muchos de ellos son difíciles de eliminar, por lo que se acumulan de forma tóxica.
No solo chupar la cabeza y alimentarte de ella es perjudicial, sino que tampoco se debe correr el riesgo en el caso de hacer caldo a base de sus sobras o cualquier tipo de receta que la contenga por la exposición a este metal.
Además de ello, la cabeza de los langostinos también puede albergar cantidad de microorganismos y bacterias, por lo que consumir estas partes puede aumentar el riesgo de ingerir contaminantes o microorganismos no deseados, lo que podría causar problemas gastrointestinales u otros problemas de salud.
Estas navidades, puedes disfrutar de los langostinos y gambas, pero centrándote más en la carne y evitando chupar la cabeza. De esta forma minimizaremos la exposición a posibles contaminantes y mantendremos una alimentación más segura.