Estamos acostumbrados a ver las celebraciones de Año Nuevo de Australia acompañadas de titulares que nos hacen pensar que son los primeros en cambiar de dígito en el calendario. Los asombrosos fuegos artificiales que se lanzan en Sídney se quedan grabados en nuestra retina, ya que son los encargados de dar comienzo a los festejos en todo el mundo. Sin embargo, el país oceánico no es el primero en dar la bienvenida al 2024.
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Los primeros en abandonar el 2023 ya han sido los habitantes de la isla de Navidad que forma parte de la República de Kiribati. Situada al noreste de Australia, este país tiene el primer huso horario del planeta y, por tanto, sus habitantes (apenas 1.400) viven ahora mismo en futuro (al menos para nosotros).
Por tanto, son habitantes de los núcleos urbanos de la isla de Navidad (Silver City, Kampong, Poon Saan y Drumsite) los primeros en recibir, una vez más, el nuevo año.
El pequeño Kiribati
Kiribati, el país al que pertenece la isla de Navidad, está formado por 33 atolones de coral e islas que se extienden por el ecuador en unos escasos 810 Km². Forma parte de los conocidos como pequeños Estados insulares, los países más vulnerables al cambio climático fagocitado por las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por la acción humana.
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Son muchos los turistas que se desplazan a la isla de Navidad para ser los primeros en darle la bienvenida al nuevo año. Sin embargo, tal y como llevan denunciando sus líderes desde hace años, también son los primeros en darle la bienvenida a las consecuencias más catastróficas de la crisis climática.
La República de Kiribati es considerada como 'el canario de la mina' del cambio climático: en este pequeño país ya hace décadas que empezaron a ver cómo el océano Pacífico se come su costa.
Este paraíso para los amantes del buceo y de la biodiversidad marina podría dejar, en los próximos años, de ser el primero en celebrar el Año Nuevo. Ya en 2015, con la firma de los Acuerdos de París en la COP21 de Naciones Unidas, su presidente dijo que se estaban hundiendo. Y hoy siguen denunciando que la situación no ha cambiado.
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3,5 millones de km² de océano
Kiribati ha cambiado bastante desde que la describiera por primera vez el navegante Thomas Gilbert en 1788. Su pequeño territorio sigue salpicando una vasta extensión de océano: ocupa 3,5 millones de kilómetros cuadrados a la altura del meridiano 150º oeste.
Esta pequeña nación insular consiguió la independencia de la corona británica en 1979. En 1983, se erigió como completamente independiente, pues parte de su territorio siguió controlado por Estados Unidos hasta entonces. Apenas seis años después, con un Estado soberano en pañales, la ONU dio a sus habitantes una mala noticia: en un informe concluyó que sus islas estaban en serio peligro de desaparecer bajo las aguas.
Ahora, más de tres décadas después, Kiribati sigue siendo el primer lugar que da la bienvenida al nuevo año. Pero también el que nos brinda una horrible premonición de lo que está por llegar al resto del planeta si no se toman acciones ambiciosas en materia climática.