A mediados de diciembre, España le arrebató el puesto a Singapur para convertirse el país con el pasaporte más poderoso del mundo. Ha conseguido copar el ránking de VisaGuide.World, uno de los dos índices más reconocidos por los viajeros. Con el pasaporte (y el documento nacional de identidad) español se puede viajar a 160 países (y a 105 sin necesidad de visado), entre los que se incluyen algunos tan remotos como San Cristóbal y Nieves, Islas Salomón o Tonga.
Normalmente, el país que solía estar a la cabeza era Singapur, que en número de países visitables solo con el pasaporte (visa-free) supera con creces a España y Alemania —ambos con 106 destinos—. Los nacionales singapureños pueden viajar a 156 países, o lo que es lo mismo a un 80% del mundo, solo con su pasaporte en la mano.
En la clasificación elaborada por VisaGuide.World, los primeros puestos los ocupan países europeos. De hecho, excluyendo a Singapur, Japón (puesto 15) es el único país no europeo que figura entre los 20 primeros. Esto contrasta con la lista que elabora Henley Passport Index, que es la lista de referencia en este ámbito.
Lo que diferencia a una de la otra son los criterios empleados para el recuento de los destinos. El sistema de clasificación del Henley Passport Index es claro y directo, mientras que el VisaGuide Passport Index es algo más detallado, utilizando una metodología basada en lo que denominan Puntuación de Importancia del Destino (DSS, por sus siglas en inglés).
Las normativas de visados son muy variadas. A diferencia de Henley, el índice VisaGuide distingue entre la entrada sin visado, los visados electrónicos, los visados a la llegada, la entrada con autorización y las prohibiciones de visado.
El valor de Schengen
Solo con el documento de identidad (DNI) los españoles pueden viajar a 44 países. En esta lista se incluyen, como cabría esperar, todos los Estados de la Unión Europea. Y además, tal como refleja el Ministerio del Interior en su web, es posible ir a otros países europeos como Bosnia y Herzegovina, Liechtenstein, Mónaco o la Santa Sede. Además, es posible acceder a Turquía, pero solo en algunos casos y por determinados puestos fronterizos (aunque es preferible hacerlo con el pasaporte).
[¿Qué país tiene el pasaporte más poderoso del mundo?]
Esto es posible también para la mayoría de países que pertenecen a la comunidad europea. Desde que se estableciera por primera vez el espacio Schengen en 1985, los países integrados y con los que se ha suscrito un acuerdo se han ido ampliando hasta convertirlo en la mayor zona de libre circulación de personas del mundo. Por eso los países europeos puntúan tan alto en el ránking de VisaGuide.
El origen de este mecanismo tan práctico se encuentra en el desarrollo de la última de las cuatro libertades (libre circulación de mercancías, servicios, capitales y personas) enmarcadas dentro del Mercado Único Común.
¿Por qué se exige un visado?
El visado o visa es un documento anejo al pasaporte y expedido por las autoridades nacionales (o regionales) del destino al que se entra. Cada país emite distintos tipos de visados en función de la razón de viaje (turismo, estudios, negocios, trabajo, investigación, etc.). Y cada una de ellas tiene su precio, su forma y su duración.
Este permiso de viaje tiene su origen en las civilizaciones antiguas. En Persia se requería a los viajeros contar con un "pase de caravanserai" para transitar con seguridad; y en China se expedían "teh-passes" en frontera a los extranjeros que ingresaban en el territorio. No obstante, se considera que los precursores de los pasaportes, el documento de viaje por antonomasia, son los salvoconductos o cartas de paso que se emitían durante la Edad Media.
Un punto de inflexión se fraguó cuando se creó la Liga de las Naciones, en 1920: se sentaron las bases para un formato de pasaporte y se estandarizó una normativa de visados. Y con las Naciones Unidas, que dio el pistoletazo de salida a una época marcada por la cooperación internacional, se introdujeron los distintos tipos de visados (diplomáticos, turísticos, laborales, etc.).
En los últimos años, la preocupación por la seguridad nacional ha llevado a algunos países a adoptar políticas más estrictas en materia de visados e inmigración. Sin embargo, también se reconocen cada vez más los beneficios económicos y culturales del turismo y los viajes internacionales, lo que lleva a tratar de equilibrar las preocupaciones por la seguridad con la facilitación de los viajes legítimos.