Compartir alguna de tus contraseñas con tu pareja una vez se haya afianzado la relación es algo bastante frecuente. De hecho, según una reciente encuesta realizada por Express VPN en varios países, una gran mayoría de las personas lo hace. En Francia y Estados Unidos, este hábito alcanza al 82 y 81% de los encuestados, respectivamente. En Alemania y el Reino Unido, aunque en menor medida, también lo practican el 76 y 71% de los encuestados.
En cuanto a las razones, la más común es el pragmatismo. Para muchas parejas que viven juntos, se trata simplemente de una cuestión de conveniencia y ahorro. Por ejemplo, compartir la cuenta de Netflix o Spotify puede suponer un importante ahorro económico. Usar conjuntamente una cuenta de Amazon Prime, además de los beneficios económicos, también puede ser muy útil para gestionar las compras del hogar y los gastos compartidos.
Detrás de las motivaciones también subyace un componente emocional. En la encuesta de Express VPN, aproximadamente un tercio de los encuestados afirmó que compartía la contraseña con el objetivo de ser transparente, reforzar la confianza o demostrar lealtad. Por otro lado, un reducido porcentaje (un 12%) también manifestó que adoptaba esta práctica como una medida para prevenir posibles celos.
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No obstante, según los expertos, depositar esta confianza puede resultar fatídico para la ciberseguridad. En última instancia, aseguró Raj Samani, científico jefe de McAfee, a Wired UK, te expones a las prácticas de seguridad digital de otra persona. Si bien tu propia seguridad puede ser sólida, quedas a merced de las elecciones de seguridad de la otra parte.
Por otro lado, añadió Samani, si tu nivel de seguridad no es tan robusto, el riesgo se intensifica, especialmente si reutilizas contraseñas, ya que esto podría desencadenar ataques en otras cuentas vinculadas al mismo correo electrónico o nombre de usuario.
Si es tóxico, mejor no
Además de las preocupaciones por la ciberseguridad, quizás el riesgo más significativo al compartir contraseñas es depender de que la relación se mantenga saludable y estable. Aunque muchas parejas eligen compartir cuentas de forma voluntaria para fortalecer la conexión, hacerlo en una relación poco saludable puede convertirse en un patrón de abuso.
Esto se evidencia, por ejemplo, cuando una persona presiona a su pareja para compartir sus contraseñas en contra de su voluntad, invadiendo su privacidad o queriendo monitorear y controlar toda su actividad en línea.
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“Aunque muchas parejas parecen vincular este tipo de decisiones a razones relacionadas con la confianza mutua, la conveniencia y las expresiones de afecto, mi opinión es que compartir contraseñas con tu pareja es, en la mayoría de las ocasiones, una muy mala idea”, explicó en un artículo la psicóloga Lucia Grosaru.
Para Grosaru, hacerlo no sólo puede ocultar problemas en la relación, sino que también puede "causar daños innecesarios e irremediables tanto a las personas como a las conexiones románticas". Y es que en una relación madura y respetuosa, señala la psicóloga, no deberíamos tener que demostrar constantemente nuestra confiabilidad o inocencia.
Cuándo compartir la contraseña
Aunque Grosaru desaconseja encarecidamente compartir contraseñas, identifica tres escenarios en los que esta decisión podría integrarse de manera saludable en una relación de pareja:
- Objetivos compartidos. Cuando no tiene sentido tener diferentes cuentas para un determinado objetivo como ver películas en plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime, HBO o Disney+.
- Compartir temporalmente una contraseña en casos urgentes. En situaciones en las que tu pareja no puede acceder a su cuenta y necesita realizar una tarea crucial dentro de esa cuenta, como enviar un correo importante con una fecha límite muy ajustada, podría ser razonable compartir temporalmente la contraseña.
- Situaciones de emergencia. En casos de emergencia, como la necesidad de realizar una llamada de urgencia, tiene sentido compartir la contraseña de inicio del móvil.
Asimismo, en caso de decidir compartir contraseñas, la psicóloga sugiere la importancia de establecer límites de una manera clara. Esto implica definir momentos precisos para acceder a las cuentas, establecer restricciones sobre su uso y determinar estrategias para abordar cualquier problema resultante de un acceso no autorizado.