Micaelha Bracco, de 24 años, tiene tricotilomanía desde los tres. "Vivir así se siente como si tuvieras un gran secreto que ocultar por la verguenza que te provoca contarlo, y que a la vez te carcome por dentro", explica la joven.
Inicios en la infancia
La paciente recuerda con detalle cuándo comenzó con su rutina de arrancarse el cabello. "Empecé a hacerlo cuando era un bebé, tendría tres años. Mi madre me tuvo muy joven, y cuando yo tenía dos años se fue a estudiar a otra ciudad, lo que provocó que estuviéramos un año separadas", relata.
Micaelha y su madre tenían una rutina: cada noche, antes de dormir, la pequeña enredaba el pelo de su madre entre sus dedos. "Es exactamente el mismo movimiento que hago ahora para arrancármelo pero, evidentemente, a ella no se lo hacía", explica.
"Cuando mi mamá se marchó, le propuse a mi abuela dormir juntas cada noche, pero no parecía hacerle mucha gracia, por lo que tuve que aprender a dormir sola. Recuerdo que esto me afectó muchísimo". Parece ser que esta rutina nocturna, sumada a la soledad que sintió Micaelha por la pronta partida de su madre, le provocaron una depresión que muchas veces gestionaba arrancando su cabello.
Culpa y ansiedad
Este trastorno psicológico afecta mucho a la autoestima del paciente, ya que al arrancar el cabello de manera recurrente, se forman calvas. "Cuando me miro al espejo odio lo que veo, y me siento muy culpable de seguir haciéndolo. Siempre he querido mantener el pelo largo y bonito, y poder hacerme peinados como veo en muchas chicas, pero yo no puedo hacerlo. Es vivir en una lucha constante contra mis impulsos, que muchas veces no puedo controlar y me provocan muchísima ansiedad".
La paciente siente que las ganas de arrancarse el cabello aumentan exponencialmente cuando se encuentra ante una situación estresante. "Arrancarme el cabello para mi es algo habitual; lo hago como una rutina cuando estoy viendo una película, estudiando, trabajando... pero si estoy angustiada o estresada, el impulso es incontrolable". Micaelha sufre muchísimo cuando desea arrancarse el cabello y hay algo que le impide hacerlo: "Es un sentimiento muy angustiante, cuando me vienen las ganas, tengo que hacerlo. Si no, es como si tuviera abstinencia y no puedo dejar de pensar en ello. Me siento como un adicto cuando tiene la droga enfrente y no puede tocarla".
Amparo Calandín, psicóloga experta en la materia, habla con Magas para explicar la relación existente entre la tricotilomanía y la ansiedad. "Las personas encuentran un gran alivio a su ansiedad realizando esta conducta, por lo que se convierte en su fuente de paz, en algo que tienen que hacer para sentirse mejor a corto plazo", indica.
La psicóloga señala la tricotilomanía como una mala praxis, en la que el paciente encuentra un alivio temporal llevando a cabo una conducta autolesiva. Las personas que sufren tricotilomanía suelen arrancarse cabellos de la cabeza, de las cejas o de las pestañas. "Yo solo me saco el pelo de la cabeza, e intento ir alternando la zona para que no me queden calvas muy grandes y se note demasiado", aclara Micaelha.
Tratamiento y prevención
Calandín hace alusión al uso de fármacos y terapia para tratar la tricotilomanía. "Se pueden utilizar ansiolíticos, pero una buena terapia cognitivo-conductual (TCC) que ayude a regular y eliminar un poco la ansiedad será mucho más útil".
La terapia cognitiva y conductual sirve para trabajar las creencias y las conductas. "Llevando a cabo una práctica de conductas incombatibles, en la que se enseña al paciente a identificar las sensaciones o síntomas previos al impulso y evitarlo haciendo otra cosa, el paciente aprenderá algunas conductas alternativas y técnicas de autorregulación para evitar ese arranque del cabello", explica la psicóloga.
También es posible prevenir el desarrollo del trastorno, ya que suele comenzar en la niñez o principios de la adolescencia. "Es importante que los padres se fijen en si su hijo comienza a llevar a cabo conductas de este tipo para así poder llevarles a un psicólogo antes de que entren de lleno en el trastorno".
Algunas alternativas
Las técnicas de relajación como el mindfulness, algunas técnicas de distracción y tener conciencia sobre el trastorno y las consecuencias que trae consigo, pueden ayudar al paciente tricotilómano. "Es muy importante trabajar en las creencias y en la consciencia de lo que puede conllevar este trastorno para así poder paliarlo", comparte la experta.