"Hola, soy español… ¿a qué quieres que te gane?". ¿Se acuerdan de este eslogan? Los brillantes resultados deportivos cosechados por los deportistas patrios a nivel mundial (léase grandes torneos en tenis, campeonatos mundiales de balonmano, de fútbol, de baloncesto, de ciclismo, de bádminton…) convirtieron este lema en un estado de ánimo, en un tic social capaz de generar un optimismo infinito.
Es más, en ocasiones hay quien se sumerge de forma tan convencida en ese vaso medio lleno que es capaz de abrillantar el futuro en cualquier ámbito por más que el desarrollo de ese ámbito esté a años luz del que se produce en otro rincón del planeta.
Pero nuestro país tiene otra cara, la de aquellos que no se creen nada, la de aquellos que prefieren tener los pies en el suelo antes que confiar en algo que pueda hacerles saltar por los aires.
Eso sí, si lo pensamos bien, la cautela y, gracias a ella, el trabajo constante, pueden hacer posible que el optimismo exacerbado se materialice en proyectos que nos den valor añadido.
Esa combinación entre el 'somos los mejores' y el 'quizá no lo somos tanto', esa mezcla entre el 'tenemos un brillante futuro por delante' y el 'sólo lo tendremos si hacemos las cosas de forma coherente' flotaba en el ambiente digital ayer en la Casa de América, donde se celebra desde el lunes y hasta este viernes, la segunda edición del 'Wake Up, Spain!'.
Un ejemplo. Hubo quien asentía con insistencia al escuchar al CEO de Seat y Cupra, Wayne Griffiths, hablando de las posibilidades tecnológicas del automóvil y afirmando que la fábrica de baterías sitúa a España en una posición clave ante el futuro.
Otro parecía incluso emocionarse al atender a las palabras del CEO de Airbus, Guillaume Faury, cuando decía que "España va a ser un actor fundamental para la aviación sin emisiones".
Pero cuando en un evento como éste se da voz a líderes internacionales hay que tener en cuenta que si te dan una de cal, te van a dar otra de arena.
Así, igual que hubo gente que sacaba pecho al oír esas afirmaciones, también hubo quien se llenó de razones para seguir sosteniendo la idoneidad de la cautela. Porque Griffiths nos aconsejó que "hay que cambiar de actitud", que "hay que ser responsables", que "hay que ofrecer otros tipos de trabajos". Y Faury recordó que aún "hay que mejorar en energía y tecnología simultáneamente". Lo dicho, una de cal y otra de arena.
Y, mientras tanto, quedándose unos con la primera parte del discurso y otros con la segunda.
Como en la mesa redonda dedicada al sector agroalimentario. Aquí el debate era nacional. No había expertos internacionales ofreciendo esa visión holística que puede resultarnos a veces tan útil.
Un ministro "fan"
Comparecían Mercedes Iborra (cofundadora de la empresa tecnológico-agraria Visual Nacert), Sergio Gutiérrez (director corporativo de Agrobank), Macarena Sánchez (secretaria general de Almazaras Federadas de España) y José Luis Benítez (director general de la Federación Española del Vino).
"Somos una potencia", se llegó a decir. Los cuatro asintieron sin dudar. Pero pronto empezaron a abrirse fisuras. La protesta de hace dos semanas del sector con una multitudinaria manifestación con agricultores y ganaderos procedentes de toda España evidencia que el descontento con las políticas públicas es un hecho.
En este caso, el debate no se centra tanto en la dicotomía entre 'ser los mejores' o 'no creérnoslo tanto'. Aquí el debate está en generar un contexto más beneficioso para el sector. El ministro del ramo, Luis Planas, llegó cuando todavía quedaban 10 minutos de debate y escuchó atentamente. En su intervención, después de glosar todo tipo de ayudas y de proyectos de futuro, no dudó en declararse "fan" del sector. "Sólo faltaría", debieron pensar los agricultores y ganaderos o aquellos que les representan.
Parte de ese contexto facilitador del que hablábamos tiene que ver con la tecnología. Y de nuevo esa dicotomía. La cofundadora de Visual Nacert dijo que en 10 años "el agricultor será digital" y rápidamente le respondía la secretaria general de Almazaras Federadas de España: "No me lo creo, necesitamos planes de formación".
Terció el director corporativo de Agrobank explicando el proyecto de la Digitalizadora Agraria, un plan nacional que precisamente busca ese cambio de mentalidad en toda la cadena de valor.
Hablar de digitalización en nuestro país es hacerlo de ese futuro disruptor en el campo, pero también en otro tipo de ámbitos, como el de la aviación (tripulada o no tripulada), el de la banca, el de la salud.
El papel del 5G
En la tercera jornada del 'Davos español' comparecieron también grandes tecnológicas. Y su visión aglutina de nuevo esa mezcla de cal y arena con respecto a lo que somos y a lo que aspiramos.
Ahí estuvo Alberto Granados, presidente de Microsoft en España, recordando el "gap de las pymes" con respecto a la tecnología después de alabar el Kit Digital del Gobierno; o Colman Deegan, consejero delegado de Vodafone España, que admitía que es necesario "el apoyo de los gobiernos y reguladores" después de mostrarse "esperanzado" porque "las empresas están más interesadas en tener servicios digitales".
Ambas compañías, auténticos gigantes tecnológicos, hablaban desde el punto de vista de la necesidad de que España y, por extensión Europa, se sitúe en la vanguardia del despliegue de nuevas tecnologías.
Y, de entre estas tecnologías, el 5G se antoja como pilar fundamental. El CEO en Iberia de otra gran compañía, Ericsson, Andrés Vicente, daba datos de interés a nivel mundial en relación a ello: "Si el 75% de la población mundial ha adoptado en 2030 el 5G, habremos reducido la huella de carbono en un 15%", dijo.
Y por el camino, alguna aportación para aquellos que están del bando del optimismo –"España es el país de Europa que más proyectos de colaboración público-privada ha presentado"-; y otra aportación para aquellos que están en el bando contrario: "Vamos por detrás y hay que hacer una reflexión".
El 5G se coló por fin en el evento y se mencionó en varias intervenciones. Pero, pese a todo, la sensación generalizada es que aún queda mucho por hacer y mucho por trabajar. Igual que en la digitalización del sector agroalimentario o de sectores como los transportes o la banca.
A micro abierto todo es o muy optimista o muy victimista. Pero a micro cerrado, no son pocos los que tienen claro que no se trata de estar de un bando o de otro, sino de trabajar de forma conjunta.
Que luego seamos o no los mejores quizá importe menos que haber trabajado para que toda la innovación que se genere gracias a la tecnología sea, simplemente, útil en el día a día y con la vista puesta en la mejora de la economía.