La Iglesia mantenía un riguroso silencio en torno a las elecciones del 27-S hasta que el cardenal azrobispo de Valencia, Antonio Cañizares, decidió unilateralmente hacer pública una pastoral en la que pedía a los españoles a “orar por España y su unidad”. Fue la gota que colmó el vaso del obispo de Solsona, Xavier Novell, que piensa justamente lo contrario y pidió, también a través de una carta, el voto para el bloque independentista Junts Pel Sí. La paz la ha intentado poner el cardenal y arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, que durante la homilía de la misa de la Mercè de este jueves ha afeado la actitud de sus colegas: “No corresponde a la Iglesia proponer una opción concreta” de voto el 27-S, dijo.
En la carta de Cañizares, el arzobispo convocaba una vigilia para este viernes en la catedral de Valencia y reconocía que le duele la ruptura de España. “Deberíamos orar por España. Lo está necesitando. Es un deber de caridad y de justicia. Es algo que los cristianos no podemos dejar de hacer si amamos de verdad nuestro país. España se encuentra en una etapa crucial de su historia. España se desangra”, lamentaba.
La misiva provocado la reacción de monseñor Novell, que en vez de una homilía animó a las iglesias catalanas a replicar sus campanas el domingo, el día de la cita con las urnas, para “despertar a todo el mundo y anunciarles que ha llegado el día de la libertad”. Tras el revuelo que las palabras del obispo independentista ha provocado, el arzobispo de Barcelona se ha visto obligado a apagar el fuego abierto en el seno de la Iglesia.
Hasta ahora, la Iglesia cumplía un pacto no escrito de evitar pronunciar su postura de cara al 27-S. Bajo esta condición, solo se publicó a principios de septiembre una nota de la Conferencia episcopal tarraconense, que reúne a todos los obispos catalanes, en la que se defendía la legitimidad moral de las distintas opciones de voto y se reclamaba honestidad, justicia y regeneración política. “Los obispos de Cataluña se ratifican en que no corresponde a la Iglesia proponer una opción concreta, pero sí que defienden la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto a la dignidad de las personas y de los pueblos”, mantenían.
Eran unos principios generales, según reconoció el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. “Los obispos catalanes actúan con prudencia y generosidad”. Hasta que esta supuesta buena sintonía la rompió unilateralmente el cardenal Cañizares, férreo defensor de la unidad de España, tras ver cómo el bloque independentista sale vencedor en prácticamente todas las encuestas electorales.
Posturas irreconciliables también en la Iglesia
La catarata de reacciones a la carta que escribió deja a la luz que las posturas entre ambos bandos son irreconciliables. Los conservadores creen que la unidad de España es un bien moral a proteger sobre el que la Iglesia tiene que pronunciarse sin ambigüedades. Mientras, los prelados a favor de una Cataluña independiente defienden que no se debe sacralizar la idea de España ni estigmatizar los nacionalismos. Además, creen que la Iglesia catalana traicionaría sus raíces si no bendice lo que decida su pueblo.
Las dos partes esgrimen razones “teológicas” para defender sus posturas mineras que el Vaticano guarda un silencio sepulcral. La guerra ideológica de la Iglesia, tan disputada como las encuestas del 27-S, salta en la recta final de la campaña electoral más dura de esta legislatura.