“Nosotros no nos hemos enterado de nada. No hemos oído ninguna queja”, asegura desde las inmediaciones de La Meca a última hora del día Abderramán Remini a EL ESPAÑOL. Este guía de la Asociación Al-Sunna de Fuenlabrada (Madrid) lleva nueve años acudiendo a la gran fiesta del Haj en La Meca, cinco días festivos en los que acuden ordas de peregrinos de todo el mundo llegando a juntarse hasta dos millones de personas en un lugar semicerrado en un solo día. Tan relevante es esta fiesta para los musulmanes y para Arabia Saudí, que tiene un ministerio exclusivamente dedicado a su organización: el Ministerio del Haj.
Remini se ha enterado de la muerte de más de 700 personas este jueves en el mismo lugar donde está él a posteriori. Cuenta que su familia le llamaba preocupada desde España, pero todos los de su grupo están bien. En total va con 130 personas, aunque él es el responsable de un grupo de cuatro.
Su asociación, al igual que cualquier otra organización o agencia de viajes, sólo puede organizar peregrinaciones a La Meca después de obtener una licencia del Ministerio del Haj. ¿Qué requisitos tienen que cumplir para ello? Saida Hicho, de la misma Asociación que Remini (son marido y mujer), asegura que sólo tuvieron que realizar la solicitud ante la embajada saudí en Madrid y, eso sí, armarse de paciencia, porque hasta un año más tarde no les dieron luz verde. “Haces el pedido y tardan incluso un año en concederlo, porque hay mucho fanático [y tienen que investigar]”, explica con naturalidad. EL ESPAÑOL ha intentado contactar con la embajada, pero precisamente debido a la festividad no hay nadie disponible hasta el lunes 28 de septiembre.
En cuanto a los peregrinos, está muy controlado quiénes acuden a La Meca, un lugar al que -en primer lugar y al considerarlo santo- solo está permitida la entrada de musulmanes. Pero el haji, como se denomina al peregrino de la fiesta que se celebra estos días, además de ser musulmán, debe tener los billetes de avión y el alojamiento ya comprados, haberse vacunado contra la meningitis (para evitar epidemias por la muchedumbre que allí se acumula en pocos días), entre otros requisitos, antes de hacer la petición del visado para el viaje. Y además, firmar un contrato con el agente organizador y las autoridades saudíes que abarca unas ocho páginas, como el que la Embajada de Arabia Saudí en Washington DC tiene en su página web. En el documento deben constar todos los datos del viaje e incluye una enumeración de derechos y obligaciones, entre los que destacan:
- “El peregrino acuerda obedecer todas las reglas y guía de la parte organizadora directamente o a través de su mutawif (responsable de grupo que conservará los pasaportes de todos durante el viaje) con el fin de preservar la seguridad y confort de todos los peregrinos”.
- “Ambas partes tienen prohibido intervenir en la alteración del plan de vuelo organizado por la Admnistración General de Aviación Civil [de Arabia Saudí] para controlar el desplazamiento de los peregrinos”.
- “La parte organizadora debe asegurar la seguridad del peregrino, permitiéndole llevar a cabo fácilmente los rituales del Hajj y evitando cualquier posible impedimento o dificultad”.
- “Ambas partes acuerdan seguir las instrucciones del Ministerio del Haj, Autoridades de Defensa Civil y otras entidades oficiales relativas al Haj o al alojamiento de peregrinos”.
¿Cómo es posible que tengan que hacer ese gasto antes de tener la seguridad de que podrán ir? Sí que la tienen, porque cada cada agencia u organización tiene un número de personas asignado a las que puede llevar anualmente a La Meca. En el caso de la Asociación Al-Sunna, por ejemplo, son 160 personas.
Asegura Hicho que España tiene un cupo total de 1.500 musulmanes que pueden viajar al año a este lugar donde todo musulmán que pueda permitírselo debe acudir al menos una vez en su vida. Ella espera que este cupo se amplíe y cuenta que en otros países como Alemania o Francia el cupo está en los 12-15.000, puesto que son en proporción a la población musulmana de cada estado.
Remini acude cada año a La Meca “muy tranquilo, alegre y seguro” a pesar de que con estas aglomeraciones cada equis tiempo se repiten accidentes mortales masivos en la fiesta del Haj en La Meca (el último mortal antes de este jueves había ocurrido en 2006, con 362 fallecidos; el más grave fue en 1990, cuando perdieron la vida 1.426 personas). Remini no siente “nada de miedo”, considera que esos accidentes se deben a grupos mal organizados.
Cuentan Remini e Hicho que se están realizando “obras enormes” de carreteras, un metro, se están levantando cinco plantas más a las tres ya existentes en la plaza donde los peregrinos giran en círculo alrededor de la piedra sagrada, diez puentes peatonales en otro lugar de peregrinación… y por su puesto el AVE entre La Meca y Medina.
Pero nada de eso ha impedido la muerte de más de 700 personas en el campamento para peregrinos de Mina, en las afueras de La Meca. Y es que estos días pasa de ser una ciudad de unos 200.000 habitantes a acoger a 2 millones de peregrinos, una cifra que además puede variar, pues aunque el Haj dura cinco días, muchas personas aprovechan el viaje para quedarse hasta un mes, según Hicho. “Hay tanta gente, que se cae uno, los de atrás empujan y no tienes forma de levantarte”, ejemplifica, y añade “siempre se puede mejorar”.
Sin embargo, por muchas mejoras que se introduzcan nada cambiará el hecho de que el Haj es la fiesta grande del Islam, que es unos días concretos al año y que todo musulmán que se lo pueda permitir debe acudir una vez en la vida a La Meca. Y hay 1.600 millones de musulmanes en el mundo.