Veinte duros, un bollycao en la mochila y toda la tarde libre para ver cómo el máquina de los recreativos era capaz de doblarle el lomo a cualquier aspirante a robarle el turno en Street Fighter II. Y con Dhalsim, nada menos. Si alguien encuentra algo que represente mejor la adolescencia de principios y mediados de los 90 en España, que levante la mano.
Era una nueva época dorada para los videojuegos, en la que las consolas empezaron a popularizarse en los hogares ("las nintendos, segas, whatever") y los arcades representaban un portal hacia un mundo mejor: muebles preciosistas, con placas diseñadas a medida y capaces de hacerse un hueco en las cuentas de resultados de las compañías en Occidente. Eran lugares en los que socializar, aprender y mejorar. Los lobbies prehistóricos y contundentemente físicos que precedieron al actual juego on line.
Los 8 y 16 bits tuvieron su máximo apogeo en estas catedrales de barrio. A no ser que alguien tuviese el dinero suficiente para comprarse una Neo Geo, pero esa es otra historia.
José María Litarte es el responsable de encapsular gran parte de la esencia de los recreativos en un espacio dedicado exclusivamente a presentar su cultura: dirige el Museo del Arcade Vintage, situado en la localidad alicantina de Ibi, la villa juguetera por excelencia. Sus instalaciones ocupan la antigua fábrica Rico, la segunda empresa de juguetes fundada en la localidad.
Esta tradición y modernidad van en consonancia con el contenido del museo, porque no se trata solo de videojuego retro. "La idea es abarcarlo todo", relata Litarte a EL ESPAÑOL. Por eso se acaba de instalar "una zona de eSports, con consolas de última generación". "El perfil que nos vienen son familias, están el padre y la madre de nuestra generación, y también los críos que tienen otros intereses". La idea es que todo el mundo encuentre un hueco.
Nacimiento y expansión
Arcade Vintage se define como una "asociación cultural creada para conservar, predicar y dar a conocer la cultura del arcade que se originó en los salones recreativos durante los años 80 y 90 en nuestro país". "Creemos en la filosofía de los videojuegos tradicionales, en la eterna jugabilidad, en las partidas con los amigos y en la música chip", dice en su página web.
La entidad nació en 2013 como asociación cultural en Petrer (e incluso se mantiene activa hoy en día), pero no fue hasta algunos años después que se presentó un proyecto en firme al Ayuntamiento de Ibi. "Queríamos que la ciudad del juguete lo fuese también del videojuego. Es evidente que existen vínculos entre los dos sectores, sobre todo en la época de los 80 y 90. Ahora se han ido separando más", cuenta el director.
El consistorio aceptó y, tras un año de trabajo, el museo abrió sus puertas en junio de 2019, con "unas 300 piezas desde los años 60, restauradas y puestas a punto". No son solo recreativas, "también hay microordenadores, consolas e incluso máquinas pinball". "Nuestro fuerte es el arcade, pero queremos representar al videojuego con todo su esplendor", afirma Litarte.
El objetivo es "reivindicar como cultura" este medio, con sus formas de expresión y particularidades artísticas. Algo que, dice el responsable de Arcade Vintage, "cada vez es menos necesario". "Nuestros hijos lo llevan ya en su ADN. Porque está en todas partes".
No solo jugar
La iniciativa fue un éxito y empezó a hacerse un hueco en la oferta de la villa juguetera en el periodo en el que estuvo abierto al público antes del estallido de la pandemia. Pero las circunstancias sanitarias obligaron a cerrar hasta el pasado 3 de julio, en el que la asociación y el museo retomaron su actividad. A partir de ahora, y si la pandemia lo permite, abrirá todos los sábados y domingos, en horario de mañana y tarde, y su objetivo es ir "más allá del placer del juego". Las entradas se pueden comprar en el mismo museo u on line.
"El lema de nuestra reapertura es aprender jugando", cuenta el director. "Teníamos claro que la parte del ocio estaba cubierta, por lo que nuestra intención es abarcar otros intreses, principalmente pedagógicos. Desde las charlas en el ámbito educativo, dando voz a los desarrolladores, hasta impulsar una academia del videojuego para enseñar el proceso de creación y programación", afirma.
Este último proyecto es el más ambicioso. Contempla la creación de una escuela "donde se impartirán cursos relacionados con el diseño y el desarrollo de videojuegos". También se potenciará el perfil didáctico del centro con charlas y talleres, y se "buscará talento" con iniciativas como con el concurso de creación de videojuegos arcade. Este certamen se ha organizado en colaboración con la Escuela superior internacional de Diseño de Murcia, con premios y becas valorados en más de 30.000 euros.
El momento, además, acompaña. Porque para Litarte, el videojuego en España está atravesando un nuevo boom, con estudios patrios implicados en el desarrollo de IPs míticas de compañías como las míticas Sega o Nintendo, como Alex Kidd o Metroid. "Estuve hace años en Chicago y me lo decía un periodista alemán: en España hay una creatividad que no se tiene en otros países, y por eso se está exportando talento", agrega.
No es de extrañar. Los buenos creadores son cada vez más cotizados. En 2020 el videojuego facturó solo en España 1.747 millones de euros, un 18% más que en el ejercicio anterior, según cifras de la Asociación Española de Videojuegos. Buena parte de estos resultados se deben a las ventas digitales, que se han potenciado durante la pandemia, pero también el hecho de que cada vez forme más parte de la cultura cotidiana.
Esta es, al final, la razón de ser de Arcade Vintage: "Difundir y preservar" un pedazo de nuestras vidas. Y quién sabe. Quizá algún visitante ocasional aproveche la ocasión para redimir viejos fantasmas y doblegue por fin a ese yoga flame que durante años le dejaba sin paga cada viernes por la tarde.