La unanimidad con la que el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, se convirtió en presidente provincial y luego presidente regional del Partido Popular se reproducirá, salvo sorpresa de última hora, el próximo 27 de noviembre en la asamblea local de Alicante, de la mano del alcalde, Luis Barcala.
Los afiliados de la ciudad están llamados a las urnas y por el momento, en plena recogida de avales, sólo hay un candidato. De hecho, hasta el mismo Mazón ha avalado la candidatura de Barcala, quien ayudó a su vuelta a la política activa al incluirle como número dos de la lista municipal en 2019.
Barcala asumirá así un partido cohesionado cuya afiliación y respaldo popular va en aumento. Tanto es así, que desde la dirección local que actualmente preside el también concejal Toño Peral, deslizan los sondeos que ya les colocan con al menos 12 concejales -en 2019 consiguieron 9- y el trabajo para llegar a la mayoría absoluta que se sitúa en los 15.
Barcala ya ha sido presidente local del PP, aunque de forma rotatoria como presidente del partido en el distrito 1 en la etapa anterior a la de Peral. Ahora, tiene a la mayoría del partido trabajando para su candidatura sin que se perfile ningún liderazgo alternativo. Claro que hasta el 12 de noviembre se pueden presentar cualquier afiliado con avales suficientes.
El mandato de Peral
Toño Peral fue elegido democráticamente por 476 votos frente a 25 sufragios en julio de 2017. El partido venía de una etapa muy convulsa en el que estaba partido por la mitad, pero para esa votación se unió en torno al candidato de consenso. A Barcala no le permitieron presentarse pese a ser el portavoz municipal las familias más importantes, que pugnaban entre José Miguel Saval (exdelegado del Gobierno) delfín de José Císcar o alguien de la cuerda de Mazón y Macarena Montesinos.
Por eso, cuando en abril del año siguiente Barcala se convirtió en alcalde tras una moción de censura al tripartito de izquierdas, su liderazgo quedó asentado no sólo como miembro del comité ejecutivo local, sino también del comité de dirección.
Peral y el alcalde, que ya mantenían unas magníficas relaciones entonces, han ido de la mano desde entonces. El objetivo era terminar de unificar y modernizar un aparato que en lo más duro de la guerra entre campistas y ripollistas llegó a contar con más de 14.000 afiliados.
No obstante, ese número se había reducido mucho, hasta los 600, cuando Císcar promovió la separación de la agrupación local en distritos y el pago obligatorio de la cuota. De aquellos 600 se ha llegado al millar (fluctuante) actual de miembros de pleno derecho, más los simpatizantes.
La convención local que preparó un año antes de los comicios el programa electoral ganador; los 600 interventores con los que cuenta el partido de forma fija cada proceso electoral; o los 22 autobuses que llenó la formación para asistir a la Convención Nacional de Valencia dan buena prueba de ese músculo.