Alicante

Sus puntos rojos se distribuyen por todo el centro de Alicante, incluso en el cartel con el que presenta su otra obra, la que trabaja como Jero Martínez. El artista expone en SantaMaca su libro fotográfico Recocoon un trabajo que retrata el lado estrafalario de Benidorm. Y con el que se aparta, al menos de momento, de su alter ego, Puto Rojo.

¿Por qué ese nombre? Hace siete años exponía en Villena y atacaron una de sus obras escribiendo esas palabras. "En vez de venirme abajo, me vengo arriba y saco mis círculos rojos a la calle", explica. Estos le sirven "para generar incertidumbre y señalar ciertos puntos que igual necesitan una intervención artística externa".

El año del apocalipsis, como califica a 2020, es el que le ha permitido dar a luz este otro trabajo. La vejez, la ufología o la religión son conceptos que entrecruza con humor entre las páginas. Son el reflejo de los que llama hijos de Martin Parr, "una especie de movimiento alicantino" en el que se incluye y donde englobaría los trabajos de Cristina de Middle y María Moldes.

"El punto de unión, aunque cada uno lo haga en su formato y medios, es el humor", explica. Y esto "es lo más importante que hay en esta vida". De reflexionar sobre la frivolidad se inventa la reflexivilidad, una idea con la que explotar lo lúdico "hasta confundir los límites". "Necesito tocar la fibra, que la gente sienta que es un trabajo que lo amas o lo odias". Y eso es lo que consigue con Recocoon.

Un platillo volante le dio la idea para crear este fotolibro. Pero no uno de esos que ahora destapan en Estados Unidos, sino otro más prosaico: la famosa escultura con forma de corona que da paso a Terra Mítica. "¡Rotondas que son ovnis! Amo Benidorm y todos sus elementos que algunos pueden ver como casposo. A mí me parece precioso. Todo me parece oro".

Cien kilómetros, un mundo

Esas impresiones se fueron forjando desde que visitaba sus playas de pequeño. "Benidorm para mí es un recuerdo familiar maravilloso. El hecho de ir era como una misión especial", explica. Hacia la costa, donde nació su madre, iban desde Villena. "Cien kilómetros que ahora no es nada", apunta, "pero, en su momento, ir era una historia".

E historias son las que él construye relacionando la arquitectura con las personas, dejando las señales y símbolos de la ciudad mediterránea de los rascacielos. De su isla a la torre residencial más alta de España o que esté Maria Jesús y su acordeón o que Isabel Coixet ruede una película son ejemplos de las influencias que le marcan.

Y, a pesar de todo ello, Recocoon no habla de Benidorm. "Y no hace falta porque Benidorm es universal, un estado mental, el psiquiátrico de los yonquis de lo kitsch. Podríamos hablar del no lugar del que hablan muchos artistas cuando da igual lo que pase en ese espacio", razona.

Lo que no le da lo mismo es lo que está haciendo en Santamaca, donde expone las fotografías hasta septiembre. Ha intervenido la fachada con toallas fluorescentes y sus imágenes en gran formato. Dentro ha construido espacios, como la pequeña habitación que ha forrado con reflectores plateados para deslumbrar al espectador.

"Tienes que desarrollar el concepto acotado en un libro y llevarlo a las paredes que es lo original", explica. Él que disfruta del pequeño formato, del que se puede abarcar con las manos, asegura que "España es una cantera maravillosa de genios del imperio de los fotolibros".

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