Alicante

Los Rolling Stones llevan décadas siendo la banda más grande del planeta. Como gran empresa que son han impuesto formas de trabajo en las giras que han servido de modelo para muchos otros artistas. Así fue cuando Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood y Charlie Watts pasaron por Benidorm en 2003 e impusieron el código "RZO" como la única referencia que podía aparecer en los papeles del hotel cinco estrellas donde se alojaban, el Hesperia Alicante Golf.

Así recuerda un extrabajador de este establecimiento en la playa de San Juan, la estancia de los músicos más famosos. Con la muerte esta semana de Watts, pasa a recordar detalles que hasta ahora no había hecho públicos de cómo se gestiona el paso de un huracán mediático en el que la discreción estaba bajo contrato.

El lujoso hotel, abierto en 2001, era una de las mejores opciones para acoger un equipo como el que requería la gira mundial 40 Licks, con la que la banda celebraba sus cuatro décadas en activo. Para acomodar a la cincuentena de personas, entre las que recuerdan en particular al entrenador personal y al responsable de seguridad, necesitaron dos plantas con cuatro decenas de habitaciones.

Cuidar que no les pasara nada era la máxima prioridad. Por eso, a pesar de que la banda ya "llevaban un protocolo de seguridad extraordinario, nosotros contratamos un par extra, aparte del que teníamos". Por los pasillos de estas dos siempre había un profesional, y en las entradas de las habitaciones, otros. Aún recuerda la frase que les dijo el veterano e imponente responsable de esta área, "si veíamos algo raro, cualquiera que no fuera habitual, se lo teníamos que decir rápidamente".

Dónde acomodarlos

Cuatro estrellas requerían de cuatro espacios a su altura. Y en el Alicante Golf de 2001 no era ese el plan. El hotel contaba desde su inauguración solo con dos suites, las llamadas Infanta y Princesa. Y si lo dudaban, esas iban a ser para Jagger y Richards, respectivamente. ¿Qué pasaba entonces con Wood y Watts?

La solución venía con la tarjeta de Barbara, la encargada de asumir los gastos que se realizaron durante los cuatro días. Una gestora de la que no guardan tan cálido recuerdo por la frialdad en el trato. En esa tarjeta cobraron los costes de la reforma que era necesaria para que guitarra y batería no quedaran descolgados.

La solución vino derribando una pared para juntar dos habitaciones deluxe para cada uno, de forma que, al final, las suyas eran mayores que las del resto. Aquella solución gustó tanto a los entonces gestores del Alicante Golf que se quedó como una opción de alojamiento durante años.

Escondidas majestades

La actuación del 25 de septiembre venía con mala sombra. La última pata de la extensa gira, una de las que más ha recaudado en la historia, se tuvo que posponer hasta en dos ocasiones. Así que la expectación era aún mayor de lo que habría sido normal para los Rolling Stones. Durante los días previos, la centralita del Alicante Golf no dejaba de sonar y no precisamente para reservar.

"Se recibían miles de llamadas. Y no se podía decir nada por contrato. A todos se les daba excusas. Al final ya no se sabía qué contestar", recuerda el extrabajador que se reconoce seguidor de la banda. Aquello no disuadió mucho a los más insistentes. Cuando la tarde del 24 de septiembre bajaron los cuatro miembros de la banda de la discreta furgoneta que les dejaba en el hotel, tenían a decenas de fotógrafos y hasta la televisión atentos.

Entre esos profesionales también estaban otra clase de seguidores. Aquí el extrabajador confiesa que una de sus familiares estuvo allí esperando a ver cómo bajaban y cómo era la entrada. "Aún me recuerda que ella vio a los Rolling y yo no", confiesa risueño. Sí, "las satánicas majestades fueron las escondidas majestades".

Y eso que al llegar parecía que iban a llamar bastante la atención. A pesar suyo. Jagger, al que describe como muy elegante, ejerció de líder y saludó a las cámaras. Richards y Watts entraron sin detenerse. "Y Ronnie Wood salió disparado y casi se pega con la puerta giratoria de entrada", destaca risueño.

Las peticiones

Durante los cuatro días que estuvieron en el hotel, ese fue el momento en el que se les vio a todos. A partir de ahí, ni en su marcha aparecieron. Richards fue el único que se atrevió a salir de su habitación para usar las lujosas instalaciones de un cinco estrellas en un caluroso inicio de otoño. Y lo hizo brevemente.

Recuerda claramente que aquel septiembre venía con buenas temperaturas porque la mañana en que Richards bajó a tomar un desayuno vestía una llamativa cazadora de cuero verde, además de las rastas que lucía en la época. Y aunque no había mucha clientela, "todas las miradas se dirigieron a él y se sintió incómodo y se volvió a la habitación".

En las suites originales y adaptadas no es que los RZO necesitaran del exterior. Entre las peticiones que hicieron la más curiosa estaba en la bebida, no en la comida. Debían tener agua Evian, cerveza Heineken "que entonces no teníamos de esa marca y fuimos a comprar" y vodka Eristoff. "No pidieron otras". Lo que sí debían de cuidar era que la cocina estuviera abierta toda la noche para que quien quisiera de su equipo hacer uso de ella fuera posible.

Eso si bajaban los numerosos miembros del equipo. Los cuatro lo hacían en su habitación y la comida no se les entregaba personalmente, pasaba por seguridad. Y solo hubo una oportunidad de cruzarse con ellos. Fue cuando Jagger requirió de los servicios de cafetería. Y la propina que recibió el empleado será la más curiosa que haya tenido, un billete de 20 euros firmado por el propio cantante.

Esa quedaría como la única firma de un miembro de los Rolling Stones por el Alicante Golf. Para todo lo demás, aquellas tres letras. Una estrategia que luego adoptaron otras grandes estrellas que pasaron por el hotel, en una lista que incluye a Shakira o James Brown. ¿Y había un significado oculto? Nada más lejos. RZO eran las siglas de la compañía que les gestionaba sus negocios. 

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