Alicante

En pleno impacto de la pandemia, con el mundo paralizado y los patios de butaca sin público, Asun Noales ha creado su mayor éxito profesional con La mort i la donzella. La producción del IVC se estrena por fin en el Teatro Principal de Alicante después de ser la más premiada en los últimos Max.

"Es un espectáculo que me ha hecho sentirme muy especial porque llegó también en un momento especial y difícil como fue la pandemia", cuenta desde el Principal donde representarán esta obra en un único pase el jueves 10 de febrero. Con este montaje tuvo "la oportunidad para expresar a través de la danza, que es mi lenguaje, lo que sentía en aquel momento. Era el momento ideal para hablar de la vida y la muerte y expresarlo a través de esto".

Robert García fue quien le brindó esta oportunidad con el encargo de trabajar sobre la partitura de La muerte y la doncella para esta producción del Institut Valencià de Cultura. "Fue un privilegio porque Schubert es un compositor que me encanta", destaca. Escrita justo cuando el autor vienés ya estaba muy enfermo, "tiene una intensidad emocional que te desborda". Y eso es lo que quería aplicar en su coreografía.

"El espectáculo está cargado de ganas y de energía", explica. A ello contribuyó, como señala, la preparación durante los primeros meses de la pandemia que motivó "a todo el equipo por el momento y las circunstancias en que se dio". Frente a ese peso en el ambiente, Noales contrapuso la belleza: "Soy una amante de ella y buscaba transmitirla a todo el público". Para conseguirlo en este caso decidió renunciar a subirse ella misma al escenario, como suele hacer en sus producciones de OtraDanza, para centrarse en la dirección.

Potenciar

"No quise estar como bailarina porque es una propuesta de mucha envergadura con un gran equipo", explica sobre el proceso de trabajo. Eso fue lo que hizo que se decidiera por centrarse en estar detrás de los focos, porque "quería tener el tiempo para dedicar a cada uno de los miembros las ideas que tenía muy claras en la cabeza". Iluminación, escenografía y música requerían en este caso de una atención que sabía que le sería más complicada de cuidar si hacía doblete.

Los Premios Max reconocieron esos esfuerzos y la convirtieron en la obra más premiada de su última edición junto a El bar que se tragó a todos los españoles. Mejor espectáculo de danza, coreografía e iluminación coronaron ese esfuerzo colectivo. De esta última área se encargaba Juanjo Llorens, "inseparable" en la trayectoria de Noales desde que se conocieron hace trece años en curso en L'Escorxador de Elche.

En ese trabajo en común en el que reconocen el placer de trabajar juntos, la coreógrafa también reconoce que además de la complicidad que lo facilita "también nos enfadamos muchas veces porque vemos las cosas desde diferentes perspectivas". Todo ese proceso culmina "siempre en el camino común" con el que siente que "potenciamos lo que tenemos cada uno dentro". 

Noales agradece esa colaboración porque "siempre que he trabajado con él mis obras cobran un matiz especial porque es un mago de la luz". Como ella, es un amante vocacional de su trabajo que cuida los detalles "y cuando estás con una persona que lo hace intensamente y con pasión, se nota en el trabajo".

En La mort i la donzella se alternan los momentos grandiosos con otros sutiles que han creado en común porque "sabe dibujar y matizar, cuando veo las fotografías que hace Germán siento que son como cuadros". Esta propuesta no será la única oportunidad de verla sobre los escenarios alicantinos este mes. El sábado subirá al de Fundación Mediterráneo con Noche de danza, un programa en el que también participan Daniel Hernández más Isaac Monllor y Sara Fernández. 

Donde no se comprende la danza

El éxito conseguido en los Max con los compañeros de profesión tiene un peso aún mayor al estar hecho, como explicaba tras recibirlos, "desde la periferia más absoluta". Ahora, concede que hacerlo desde Elche, "donde vivo y donde nace todo mi arte, es difícil". Es la que denomina "una apuesta arriesgada que en mi caso me ha salido bien, y me podría haber salido fatal".

Y a eso añade que es la apuesta por "trabajar en un lugar donde no se comprenden las artes, especialmente las artes escénicas, especialmente la danza. Es como un arte olvidado. Aunque tengo que reconocer que en los últimos años se está trabajando en pro de la danza y se está creciendo". 

Esa mejora que percibe cree que se debe a la insistencia conjunta de distintas voces del sector "estamos insistiendo tanto en que se valore y valore que al final la clase política y quienes tienen los presupuestos nos tienen que escuchar porque estamos diciendo siempre lo mismo".

El que "no hay nada en tu entorno" es lo que le ha dado también "mucha libertad". Como razona, "aquí no me puedo comparar con nadie y disfruto haciendo lo que quiero, estando en un lugar privilegiado". Ahí valora el contar con el apoyo de L'Escorxador como espacio de residencia "quizá si estuviera en Madrid o Barcelona no lo podría tener". Por eso concluye que con mucho tesón, "no me voy a poner límites y voy a trabajar a nivel nacional e internacional".

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